SANTO DOMINGO, República Dominicana. Trece provincias del territorio nacional han sido clasificadas como vulnerables al cambio climático, con niveles de alto a muy alto, en una investigación presentada por el Instituto Dominicano de Desarrollo Integral (IDDI).
Según el estudio “Puntos críticos para la vulnerabilidad a la variabilidad y cambio climático en la República Dominicana y su adaptació al mismo”, las provincias más sensibles a los cambios del clima son Pedernales, Bahoruco, Barahona, Elías Piña, El Seibo, Hermanas Mirabal y Santo Domingo.
También se suman a esa condición las provincias La Altagracia, San Pedro de Macorís, Monte Plata, Peravia, Monte Cristi y Valverde, mientras que las menos vulnerables son Samaná, Duarte, La Vega y San José de Ocoa.
El resto del territorio nacional presenta grados intermedios de vulnerabilidad, obteniendo clasificaciones ligeramente diferentes, según el modelo aplicado en el estudio, basado en los sectores agricultira, agua para consumo humano, energía, turismo, asentamientos humanos y áreas protegidas.
La investigación destaca que es importante prestar particular atención a Santiago, dado que es el segundo centro urbano más grande del país y tiene un gran potencial de crecimiento, lo cual se traduce en alta exposición y sensibilidad frente a los efectos del cambio climático.
También apunta que La Altagracia es la provincia más vulnerable, “siendo clasificada con niveles de vulnerabilidad muy alto por todos los modelos aplicados”, y aclara que “el hecho de que una provincia resulte globalmente poco vulnerable, no implica que no pueda presentar altos niveles de vulnerabilidad en uno o más de los sectores o sistemas analizados”.
Entre los puntos críticos destaca el hecho de que Santo Domingo se encuentre entre las provincias más vulnerables, puesto que es el principal centro urbano, industrial y comercial del país, además de ser un polo turístico, y que las provincias de la región Suroeste se caracterizan por altos niveles de exposición a fenómenos climáticos como inundaciones, sequía y ciclones tropicales.
Destaca también que las provincias de la región Este muestran altos niveles de vulnerabilidad, ligados a diferentes factores; siendo parte del más importante polo turístico del país, el modelo ahí establecido “presenta significativos elementos de insostenibilidad”, afirma.
Asegura que la importancia del turismo de esa zona para el PIB no se refleja “en los niveles de desarrollo humano de las poblaciones locales, ni en la preservación de los recursos naturales, que constituyen el principal atractivo turístico”.
Sostiene que las provincias fronterizas ameritan un cuidado especial, “debido a las condiciones de degradación ambiental ya existentes, las cuales se insertan en un contexto seco y más sensible debido a las prácticas de las poblaciones locales”.
Afirma que encontraron dificultades para obtener informaciones y datos, “ligadas a procesos burocráticos extremadamente largos y en muchos casos incompatibles con los tiempos del estudio”, duplicación y poca confiabilidad, entre otras.
El estudio sugiere mejorar el sistema educativo nacional; referirse a soluciones locales, basadas en la participación de grupos comunitarios; fomentar modelos económicos alternativos e implementar acciones enfocadas en la reducción de las causas de degradación de suelo, en las provincias fronterizas.
También recomienda partir de un enfoque sistémico; elevar el nivel de conciencia de la población sobre los riesgos; desarrollar planes de ordenamiento territorial e implementar un sistema de alerta temprana, entre otras.
Es la primera vez que se lleva a cabo un estudio de esta naturaleza en la región del Caribe y fue realizado por los consultores Michela Izzo, Laura Rathe y David Arias Rodríguez y auspiciado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
Ver documento: