PHOENIX, EEUU (David Villafranca).- Bajo la mirada de imponentes cactus y entre el aplastante y ardiente calor del desierto de Arizona, la ciudad de Phoenix (EEUU) continúa creyendo en unos Suns que afrontan el más difícil presente en las Finales de la NBA para derrotar a unos Milwaukee Bucks que ya acarician el anillo.
Los Suns, el equipo revelación de esta temporada, lo tenían de cara con el factor cancha a favor y un prometedor 2-0 con el que iniciaron las Finales.
Pero los de Chris Paul y Devin Booker cayeron en tres partidos seguidos (2-3), perdieron la ventaja de campo y el martes deberán ganar sí o sí en Milwaukee para forzar un séptimo y definitivo encuentro ya de vuelta en Phoenix.
Fundados en 1968, los Suns nunca han ganado el título de la NBA y son la franquicia más antigua que nunca ha logrado el campeonato.
Los seguidores de Phoenix no han perdido la esperanza, pero han tenido que cambiar su arrogante grito "Suns in Four" ("Los Suns ganan el anillo en cuatro partidos") por un realista y casi desesperado "Suns in Seven" ("Los Suns ganan en siete partidos").
ESPERANZA BAJO EL SOL
Con temperaturas en julio que suelen superar los 40 grados durante el día y que no bajan de los 30 en la noche, el nombre de los Suns parece muy apropiado para un equipo de Phoenix, que con 1,7 millones de habitantes (43 % de ellos de origen hispano) es la quinta ciudad más poblada de Estados Unidos.
En la antesala de los partidos de los Suns, los aficionados combaten como pueden el sudor bajo las escasas sombras del centro de Phoenix o se refugian en el aire acondicionado y las bebidas frescas de los bares que rodean el estadio recientemente bautizado como Footprint Center.
Uno de esos damnificados por el calor era Isauro López, un latino que lleva unos treinta años viviendo en Phoenix y que el sábado esperaba en la sombra el comienzo del quinto partido.
"Desde que llegué aquí, siempre he visto el baloncesto y ahora está más emocionante porque estamos en las Finales", indicó a Efe.
López admitió que estaba "un poco nervioso" tras ver el potencial de los Bucks de Giannis Antetokounmpo, pero aseguró que sigue confiando en las opciones de su equipo.
"Tenemos las dos cosas: juventud y veteranos", detalló al mencionar que Devin Booker y Deandre Ayton son dos de sus jugadores favoritos.
¿UN MILAGRO MÁS?
"Cuando empezó la temporada, nadie esperaba que estaríamos en esta situación en la que estamos".
Así de claro y conciso resumió Devin Booker el viernes la brillante trayectoria de unos Suns que se han acostumbrado a conseguir hazañas casi milagrosas.
Los de Phoenix fueron en la temporada 2018-2019 el peor equipo de la Conferencia Oeste (19 victorias y 63 derrotas) y solo dos años después se han colado en las Finales dejando fuera, entre otros, a los defensores del título, Los Angeles Lakers de LeBron James.
Los aficionados de Phoenix tienen toda su fe puesta en el extraordinario talento joven de Devin Booker y en la magistral veteranía de Chris Paul, pero está claro que sin el entrenador Monty Williams esta odisea habría sido imposible.
Así que, en el momento más duro de las Finales y tras perder el quinto partido en casa, Williams se encargó de levantar el ánimo de los suyos y de dibujar el camino para forzar el séptimo encuentro.
"Tenemos que ganar un partido para poner a los Bucks en el avión de vuelta a Phoenix", afirmó ante los medios.
"Tenemos que tener determinación de que vamos a hacer todo lo que sea necesario para ponerlos de vuelta en el avión. Lo podemos llamar como quieras: dureza mental o esas cosas (…). Nuestros chicos son capaces de hacerlo. Es nuestra primera vez en una situación así y podemos hacerlo", aseguró. EFE
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