PARÍS, Francia.- "No voy a colgar las botas en Tokio (JJOO en agosto). Será solo mi despedida de la selección brasileña. Pretendo jugar dos años más si Dios me da salud", cuenta la centrocampista del París Saint-Germain (PSG) Formiga, quien, en la víspera de cumplir 43 años, se plantea un regreso a su Brasil natal.

"No creo que siga en el PSG. Estoy analizando algunas propuestas con mi agente para ver dónde jugar. Volver a Brasil es una posibilidad", indicó en un extracto de una entrevista concedida a EFE la jugadora, cuyo contrato vence en pocos meses.

Formiga no descarta mantenerse en activo más allá de los 45: "Si Dios quiere, quién sabe. Va a decidir el tipo de ahí arriba, porque tengo salud y ánimo. Va a ser difícil pararme".

La centrocampista reconoció que "siente saudades" de su país, después de tantos años fuera. "Quizá sea un buen momento para aprovechar, hay oportunidades para regresar".

"Brasil está mejorando (fútbol femenino), me alegra, varios clubes apostando, como el Corinthians, Sao Paulo, Santos, Atlético, Cruzeiro, hay grandes que están apostando, y espero que el resto siga el ejemplo y tengan departamento femenino", sostuvo.

Sobre su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio, explicó que ha conversado con la seleccionadora, Pia Sundhage. "He hablado con ella para estar bien física y mentalmente porque tengo cierta importancia en el grupo para ayudar a esas chicas jóvenes. Para muchas será su primera participación".

Formiga, quien suma 200 partidos internacionales, ha disputado siete mundiales de fútbol (1995, 1999, 2003, 2007, 2011, 2015 y 2019) y seis Juegos Olímpicos (1996, 2000, 2004, 2008, 2012 y 2016). Fue subcampeona del mundo en 2007 y subcampeona olímpica en 2004 y 2008.

"Mi lucha no fue en vano"

Mito del fútbol femenino y dueña del récord de participaciones en mundiales (7), la brasileña del París Saint-Germain (PSG) Formiga cumple este miércoles 43 años. De su carrera extraordinariamente longeva se enorgullece no tanto por los títulos, sino por haber allanado el camino a otras chicas.

"Mi mayor conquista fue la de romper el terrible prejuicio que sufrí en mi casa y la de ver que el fútbol femenino de hoy está mejorando en Brasil. Puedo decir que mi lucha no ha sido en vano", aseveró la jugadora en una entrevista concedida a EFE.

Miraildes Maciel Mota, conocida con el apodo de "Formiga" (hormiga en español) por su incansable trabajo dentro del terreno de juego, ha sido una de las abanderadas del fútbol femenino, tanto en Brasil como fuera, al lado de su compatriota Marta Vieira, siete veces Balón de Oro.

Formiga ha participado en siete mundiales de fútbol (1995, 1999, 2003, 2007, 2011, 2015 y 2019) y seis Juegos Olímpicos (1996, 2000, 2004, 2008, 2012 y 2016), que, si las lesiones lo permiten, serán siete el próximo agosto en Tokio. Fue subcampeona del mundo en 2007 y subcampeona olímpica en 2004 y 2008.

Con 200 participaciones con la "verde e amarela", la menuda centrocampista (1,62 metros y 55 kilos) ha sido testigo privilegiado de la evolución del deporte femenino en los últimos 25 años.

Aunque la situación ha mejorado, aún escucha que las chicas no pueden jugar al fútbol. "¿Qué les digo a esas personas? No les digo nada, continúo jugando y les demuestro que sé jugar mejor que ellas. Muchos de ellos ni tocaron un balón en su vida, lo único que hacen es mandar a su mujer e hija a lavar la ropa, a hacer la comida".

Ante la falta de modelos femeninos, la centrocampista se fijaba en el equipo masculino. El campeón del mundo y exseleccionador brasileño Dunga era su ídolo. "Era un tipo de mucha brega, fantástico, medio defensivo, me inspiré en su conducta, la manera en la que se cuidaba, en la que entrenaba".

INCOMPRENSION FAMILIAR

Formiga, nacida el 3 de marzo de 1978 en Salvador (Nordeste de Brasil), dejó su casa a los 12 años para cumplir su sueño. Un camino repleto de obstáculos, porque era la única chica en una familia modesta con otros cuatro hermanos.

"No les gustaba verme jugar con los chicos, tampoco podía jugar con las chicas, porque las chicas tenían miedo de jugar al fútbol con los chicos. Los vecinos nos decían que éramos marimachos, que no servíamos para nada", evocó la jugadora.

"Mis hermanos me daban patadas, puñetazos, y encima si se lo contaba a mi madre al día siguiente me pegaban el doble", añadió. La progenitora de Formiga trabajaba de sol a sol en una fábrica de medicamentos.

Su padre había fallecido cuando ella era una bebé de ocho meses. "Mi madre tuvo que criar cinco hijos sola, fue una guerrera, aprendí de ella esas ganas de vencer", agregó.

Todo ese proceso la curtió, reconoce la jugadora, quien todavía siente "dolor" por la falta de reconocimiento de las pioneras del fútbol femenino en su país. "Hay falta de reconocimiento de otras jugadoras, que tanto hicieron, que se entregaron tanto, como Cristiane o Marta. Es una pena que el país no lo reconozca".

LONGEVIDAD EXTRAORDINARIA

¿Cuál es el secreto de la longevidad de Formiga? "Claro que la genética ayuda, pero creo que un atleta de alto nivel tiene que cuidarse de todas las maneras posibles (…) Intento descansar bastante y no soy de comer mucho, un poco de todo sin muchas restricciones, pero sin salirme de las instrucciones de los nutricionistas".

Desde hace casi cuatro años en París, tampoco se priva puntualmente del emblemático y calórico cruasán: "En un mes, lo puedo comer dos o tres veces, en un día libre. Por uno no pasa nada, lo malo es acostumbrarte".

Ningún futbolista, hombre o mujer, ha jugado tantos mundiales de fútbol como Formiga. Si tuviese que apostar por selecciones de futuro, la centrocampista señaló tres: España, Italia y Francia.

"Veo el estilo de España, con el balón en el suelo, con toque, con paciencia, parecido al que Japón. Me parece muy bonito, igual que ver al Barcelona jugando", destacó. EFE