Madrid, 26 jul (EFE).- Apabullante, imponente e imparable, el Atlético de Madrid devoró al Real Madrid en el derbi de los derbis, trasladado a la pretemporada y a Estados Unidos, sin la fuerza de la competición, pero con la transcendencia de un resultado extremo: un 3-7 de un equipo rojiblanco que descargó una tormenta perfecta.
Un bloque imponente, compacto, con una presión mucho más alta que en los últimos tiempos, dispuesto a jugar en campo contrario de principio a fin, con una ambición ingobernable, y una puesta en escena descomunal en todos los aspectos claves del juego.
Eso fue el Atlético. Tan voraz como determinante. Tan intenso como efectivo.
Ni dudó en defensa ni en el medio campo ni en ataque. Al descanso: 0-5.
Su primer tiempo fue una expresión combinada de cualidades incontestables, que dirigieron dos hombres esenciales en la nueva era Simeone que comienza para el Atlético: Diego Costa, en el que siempre ha tenido una confianza inalterable, y Joao Félix, el joven que irrumpe para "hacer historia" en el fútbol mundial.
Sus entrenamientos en Los Ángeles de San Rafael ya habían mostrado indicios indudables de la tensión, la ambición y el momento de Diego Costa, dolido por el tiempo que le mantuvieron inactivo las lesiones y las sanciones la pasada temporada, pero reivindicado de nuevo como un futbolista ideal y esencial en el estilo del Atlético.
Está fino, rápido, ágil y tiene gol de sobra. Si hace un año, el 15 de agosto de 2018, fue decisivo para la conquista de la Supercopa de Europa contra el Real Madrid, con dos goles y un liderazgo indiscutible; este sábado fue un ciclón para Thibaut Courtois, junto al que ganó la Liga en 2014 y al que batió hoy hasta cuatro veces.
De todas las formas posibles, con un derechazo que tocó en Sergio Ramos antes del primer minuto; con un disparo antes de la media hora; de penalti al borde del descanso y de vaselina en los primeros instantes de la reanudación por si había alguna duda de que el marcador no era una casualidad, Diego Costa dio una exhibición que terminó en expulsión. Respondió a una entrada de Carvajal a Lemar.
A su lado, por la derecha o por la izquierda, según el momento del partido, Joao Félix descubrió definitivamente toda su clase para el aficionado atlético.
Tiene 19 años, apenas un semestre en la elite con el Benfica, pero parece que hubiese jugado una década entre los mejores, por su sutileza, su calidad, su calma y un talento que transforma en simple cualquier acción, hasta la de más complejidad.
Suyo fue el pase del 0-1 a Diego Costa. Miraba hacia la izquierda y la puso hacia la derecha, hacia la carrera de su compañero. Y suyo fue el 0-2. Ya reclamaba el balón desde segundos antes cuando Saúl tomó la pelota al borde del área, profundizó por la banda y regaló un gol, el primero de Joao Félix, que marca el inicio de una época.
Aún estaba entonces en el campo Álvaro Morata, que se retiró 'tocado' a los 13 minutos y que de inicio formó la pareja de ataque con Diego Costa dentro del clásico 4-4-2 por el que ha apostado Simeone en cada uno de los tres encuentros de la pretemporada. Ha probado un 4-3-3, un 4-3-1-2… Pero vuelve siempre al origen.
Por la derecha partió Joao Félix, por la izquierda lo hizo Thomas Lemar. Es la idea que a día de hoy, a juzgar por los tres primeros duelos, maneja para el inicio de este curso Simeone, que contó con Koke Resurrección y Saúl Ñíguez como pareja de medios centros y con un funcionamiento excelso, siempre por encima de su adversario, y que no ha variado su defensa titular en ninguno de los tres choques.
Mientras aguarda la reincorporación al trabajo de José María Giménez, la zaga ha sido intocable contra el Numancia, contra el Chivas Guadalajara y contra el Real Madrid: Kieran Trippier, Stefan Savic, Mario Hermoso y Renan Lodi, de derecha a izquierda. Los cuatro, a un altísimo nivel, incluido el joven lateral zurdo, que crece sin pausa hacia atrás y demuestra su destreza hacia arriba.
Todo condensado dentro de una presión alta, clave para tal desenlace y que el Real Madrid no supo sortear en todo el primer tiempo, no hubo forma de contener al Atlético en el derbi en el primer tiempo… Ni en el segundo, porque, a la hora de encuentro, cambió un equipo por otro para prolongar un festival imprevisto.
Salió Víctor Machín, 'Vitolo', un futbolista descomunal, aunque aún le haya faltado constancia, continuidad y determinación en el año y medio que acumula en el Atlético, bien por las lesiones o bien porque Simeone no le ha dado el vuelo necesario y esperado en sus onces titulares. Su pretemporada es formidable.
Y con dos goles. Contra el Numancia marcó el 0-1 para encarrilar la victoria; contra el Real Madrid firmó un golazo, el séptimo de su equipo, de esos que resumen en unos cuantos instantes, zancadas y muchos metros las virtudes del extremo: regate, velocidad, verticalidad, precisión y gol. Lo sufrieron hasta cuatro rivales.
No hubo más goles porque el Atlético no aprovechó más sus ocasiones del tramo final; un par de ellas de Camello, una de Manu Sánchez, otra de Vitolo. Para entonces, ya se había calmado la tormenta perfecta que el equipo rojiblanco descargó en el derbi. EFE