MOSCÚ, Rusia.- ¿Y dónde está Tayikistán? Pues entre China y Afganistán. La ausencia de casos de coronavirus y la liga de fútbol, una de las pocas en marcha en todo el mundo, ha puesto en el mapa a la república centroasiática, un país con una sangrienta historia.
SOLIDARIDAD CON ESPAÑA
"¡Sé fuerte España! ¡Tayikistán está rezando por ti!", señalaba el cartel mostrado el fin de semana durante un partido de la liga tayika.
Esa frase ha sido muy aplaudida, tanto en España como en otros países, especialmente después de que los futbolistas del equipo local, el Istiklol, le dedicaran efusivamente el primer gol al pueblo español.
Pocas oportunidades ha tenido Tayikistán, un país pobre y montañoso en un 90 por ciento de su territorio, de llamar la atención a lo largo de su corta historia. Ya no digamos para ganarse el respeto del resto del mundo.
Como el resto de pueblos de Asia Central sometidos primero por el imperio zarista y después por los bolcheviques, los tayikos sólo lograron la independencia con la caída de la Unión Soviética en 1991.
Otras repúblicas soviéticas se vieron enfrascadas en cruentos conflictos separatistas, pero ninguna fue escenario de una guerra civil como la que asoló Tayikistán y dejó más de 100.000 muertos.
GUERRA CIVIL POSTSOVIÉTICA
Fueron cinco años de guerra de guerrillas (1992-97) entre el Gobierno apoyado por Rusia y la oposición, que incluía a islamistas y liberales.
Precisamente, durante los primeros años de independencia el fútbol tayiko tuvo muchos problemas para subsistir y la selección nacional apenas tuvo la oportunidad de disputar partidos internacionales.
Desde la firma de la paz bajo los auspicios de la ONU, el presidente tayiko, Emomalí Rajmón, ha ido reforzando su poder hasta convertir al país en una autocracia en la que no hay espacio para la disidencia y la oposición islamista ha sido proscrita.
El líder del Partido del Renacimiento Islámico, durante décadas el único partido islámico legal de Asia Central, Muhiddín Kabirí, tuvo que exiliarse en Turquía en 2015 para evitar la persecución judicial.
Después, por medio de un referéndum constitucional, Rajmón forjó un régimen hereditario que le permitirá presentarse a la reelección de manera indefinida a partir de este año, cuando expira su actual mandato.
Además, al compartir más de 1.300 kilómetros con Afganistán, Tayikistán tuvo que combatir primero con los talibanes, después con Al Qaeda y más recientemente con el Estado Islámico, que reclutaron militantes en su territorio.
Eso llevó a Rajmón a defender el laicismo y a combatir con especial dureza cualquier manifestación de islamismo entre los jóvenes.
AL MARGEN DE LAS GUÍAS TURÍSTICAS
Quizás por eso, Tayikistán fue ignorada durante años por las guías turísticas occidentales. Mientras, la vecina Uzbekistán recibe ya millones de turistas y tanto Kazajistán como Kirguizistán siempre han tenido una imagen mucho más amable. La excepción es Turkmenistán, un país prácticamente cerrado al exterior al estilo de Corea del Norte.
La inseguridad ha sido uno de los principales argumentos esgrimidos por Occidente para no recomendar viajar a Tayikistán.
En este país no hay ciudades grandiosas como Samarkanda, pero sí cuenta con algunos de los parajes más espectaculares de la región, sea la carretera del Pamir, el lago Iskander Kul o el valle de Ferganá.
El Gobierno mantiene que no se ha detectado todavía ningún caso de COVID-19, aunque el ministro de Sanidad informó al Parlamento de que el país está preparado para la posible aparición de focos de la pandemia en el territorio nacional.
EL FÚTBOL, UNA ESCAPATORIA
El fútbol es una oportunidad inmejorable para 'maquillar' la dañada imagen de Tayikistán y las autoridades no parecen dispuestos a desaprovecharla.
Los partidos son a puerta cerrada, pero son retransmitidos por medios deportivos de todo el mundo.
Muchos emigrantes tayikos -cientos de miles de hombres trabajan en el exterior- han vuelto debido al cierre de los negocios, especialmente en Rusia, por lo que el fútbol es una escapatoria ideal y, para el Gobierno, una buena forma de evitar posibles disturbios.
Puede ser que pasada la pandemia, nadie vuelva a ver un partido de la liga tayika, pero a buen seguro en un futuro más de un turista o aficionado viajará al país para cerciorarse de que Tayikistán realmente existe y dónde se encuentra exactamente en el mapa. EFE