París, 31 ago (EFE).- El célebre festival "Visa pour l’Image" arranca hoy su XXV edición en Perpiñán, ciudad del sur francés que durante quince días será epicentro del fotoperiodismo mundial y termómetro de una profesión arriesgada e inestable.

Veintitrés exposiciones sin una temática común, más allá de la plena actualidad y de las realidades más crudas o fascinantes, protagonizan hasta el 15 de septiembre este encuentro sobresaliente en su género.

En sus bodas de plata no habrá "ni tarta de cumpleaños ni fuegos artificiales", bromeó en una entrevista telefónica con EFE su director, Jean-François Leroy, quien recalcó que esta edición solo va a ser diferente "a nivel simbólico".

El festival ha recibido este año las candidaturas de alrededor de 4.000 dosieres fotográficos, de los que se seleccionaron una veintena que van a ser presentados en forma de exhibiciones "de excelente calidad".

El director, que confiesa cierta fascinación por los fotógrafos, asegura haberse sentido una vez más impresionado por algunos trabajos, como los del bangladesí Abir Abdullah, uno de los 4 nominados al Visa de Oro en la categoría de revista, o los del madrileño Rafael Fabrés, que acude con sus imágenes sobre el proceso de pacificación en Río de Janeiro.

Pese a la falta de homogeneidad temática, "Visa pour l’Image" se centra en la actualidad más impactante y se preocupa por el presente y futuro de una profesión inestable a causa de la crisis del sector, y arriesgada por las crecientes agresiones que llevaron a que 2012 fuera el año más mortal para la profesión en dos décadas, según Reporteros Sin Fronteras.

Ante el declive del papel, según Leroy, pocos profesionales pueden vivir bien de su trabajo, mientras que la inseguridad no ha contribuido tampoco a la mejora de la situación laboral de fotógrafos, editores o agencias.

"Los fotógrafos corren muchos peligros para obtener su imagen, no es que hoy en día los riesgos sean más o mayores, sino que han cambiado porque a día de hoy los periodistas están en el punto de mira", señaló el director con pesadumbre.

Actualmente, a su juicio, hay muchos más fotógrafos y las imágenes son de mayor calidad gracias a la tecnología, pero en cambio "cada vez hay menos historias", si se tiene en cuenta al menos que la mayor parte de las fotografías recibidas, en su opinión, son más fogonazos dispersos que relatoras de historia.

"Hace falta ser militante. Es necesario implicarse, pero para eso no hace falta ir a la guerra en Siria. También lo hace quien muestra el declive del león del Serengeti" concluyó Leroy, conocido por sus declaraciones directas y su fuerte defensa del periodismo comprometido.

En esta edición se revelan desde Perpiñán situaciones tan escalofriantes como el trato dado a los enfermos mentales en hospitales de Indonesia, de la mano de Andrea Star Reese, o la esclavitud a la que se ven sometidos unos 300.000 niños en Haití, gracias al retrato de Vlad Sokhin.

Además de descubrir fotoperiodistas aún poco conocidos, el festival permite reencontrarse con célebres veteranos, como João Silva, miembro del mítico Bang-Bang Club de fotógrafos de guerra en África, que tras una pausa de dos años a causa de un grave accidente en Afganistán ha vuelto al trabajo y mostrará una retrospectiva de su carrera. EFE