Madrid, (EFE).- Bajo el título "Cartas a un joven novelista", el autor peruano Mario Vargas Llosa se dirige a quienes tienen el anhelo de llegar a ser escritor a través de un conjunto de reflexiones acerca del arte de narrar, que son reeditadas ahora.

La vocación es el "punto de partida indispensable" a juicio del Premio Nobel de Literatura para hablar de cómo se llega a ser un escritor.

Pero "Cartas a un joven novelista", cuya reedición pondrá Alfaguara a la venta próximamente en Latinoamérica, no es "un manual para aprender a escribir, algo que los verdaderos escritores aprenden por sí mismos", subraya el escritor en su libro, que se acompaña de un nuevo prólogo.

Se trata de "un ensayo sobre la manera como nacen y se escriben las novelas", pero siempre según la "experiencia personal" de Vargas Llosa, quien advierte que "no tiene por qué ser idéntica ni siquiera parecida a la de otros novelistas".

Por ello, en la introducción de "Cartas a un joven novelista", el literato afirma que "se trata, pues, de un libro muy personal y, en cierto modo, de una discreta autobiografía".

Y es que al dirigirse a su "querido amigo" aprendiz de escritor, el autor recuerda cuando él tenía catorce o quince años, "en la grisácea Lima de la dictadura del general Odría, exaltado con la ilusión de llegar a ser algún día un escritor, y deprimido por no saber qué pasos dar, …".

El autor de "La Fiesta del Chivo" reflexiona sobre cómo surge la vocación literaria y apunta que ha llegado al "convencimiento" de que no se puede explicar solo como "una libre elección".

"Ésta, para mí, es indispensable, pero sólo en una segunda fase, a partir de una primera disposición subjetiva, innata o forjada en la infancia o primera juventud, a la que aquella elección racional viene a fortalecer, pero no a fabricar de pies a cabeza".

Y, ahonda, al asegurar que "la rebeldía" es el origen de esa disposición precoz a "inventar seres e historias".

Carta a carta, el autor de obras magistrales como "La guerra del fin del mundo" o "Conversación en La Catedral" avanza en interrogantes como "¿De dónde salen las historias que cuentan las novelas?" o "¿Cómo se le ocurren los temas a un novelista?".

Cuestiones para las que dice tener una respuesta: "La raíz de todas las historias es la experiencia de quien las inventa, lo vivido es la fuente que irriga las ficciones".

No obstante, puntualiza que esta respuesta deberá ser "muy matizada para no resultar una pura falacia".

Vargas Llosa, que el próximo 28 de marzo cumplirá 75 años, al examinar la autenticidad del escritor, afirma que ésta consiste "en aceptar sus propios demonios y en servirlos a la medida de sus fuerzas".

Asimismo, considera que "un tema de por sí no es nunca bueno ni malo en literatura", y añade que es "la forma en que se encarna la que hace que una historia sea original o trivial, profunda o superficial, ….".

Además, el autor de "La tía Julia y el escribidor" ofrece apuntes sobre el estilo de una narración, del que dice que es "ingrediente esencial, aunque no el único de la forma novelesca".

Y en este apartado ofrece apuntes sobre el estilo de Jorge Luis Borges, "inconfundible" y dotado de "extraordinaria funcionalidad", y del de Gabriel García Márquez.

Del estilo de su otrora amigo y ahora rival apunta: "A diferencia del de Borges, su estilo no es sobrio sino abundante, y nada intelectualizado, más bien sensorial y sensual, de estirpe clásica por su casticismo y corrección, pero no envarado ni arcaizante, (…), de rica musicalidad y limpieza conceptual, exento de complicaciones o retruécanos intelectuales".

Tras revisar la estructura de la novela, el rol del narrador y el lugar y tiempo narrativos, Vargas Llosa dice: "Nadie puede enseñar a otro a crear; a lo más, a escribir y leer. El resto, se lo enseña uno mismo tropezando, cayéndose y levantándose sin cesar".

Por último Vargas Llosa recomienda al joven aprendiz que no se haga muchas ilusiones en cuanto al éxito.

Y añade: "Si persevera, escribe y publica, pronto descubrirá que los premios, el reconocimiento público, la venta de los libros, el prestigio social de un escritor, tienen un encaminamiento sui géneris, arbitrario a más no poder, pues a veces rehúyen tenazmente a quienes más los merecían y asedian y abruman a quienes menos"