(Ilustraciones "Nuevo bestiario", del Dr. Odalís G. Pérez.)

Dentro de las producciones literarias para niños y jóvenes (infanto-juvenil), en este país, la novela no ha tenido el apoyo, ni el desarrollo que amerita, dentro de las metas de promover la creación y el hábito de la lectura en la sociedad dominicana.

En esta oportunidad, les presento esta novela, calificada por el autor como una novela infanto-juvenil. Una cosa es lo que el autor pueda decir de su obra y otra cosa es, lo que la obra dice o expresa de sí misma.

Debemos creer más en lo que la obra nos dice de ella misma, que lo que el autor nos dice de ella.

Les digo esto, porque en este caso, la estructuración de la obra, su discurso estético-narrativo y la estructuración estético-narrativa sostenida en esta novela, nos remite asumir una visión crítica más objetiva al respecto.

Siguiendo esa misma línea analítica, podemos afirmar que NO se trata de una obra para niños, sino que es una novela para jóvenes, organizada en once (11) capítulos ("Una vez un niño maravilla", de Ramón Núñez. Editora Universitaria-UASD-Santo Domingo, R.D. 2018).

En las noventiocho (98) páginas que sirven de base para el desarrollo argumentativo de esta novela juvenil, un niño ("Dángelot"), asume, junto a otros personajes, la acción protagónica en esta obra.

La ironía, el ambiente familiar, la naturaleza, la vivencia contextual del autor y su entorno filial y de amistades, entran y funcionan como un balance narrativo de lo vivido y configurado, dentro de una trama conflictuosa que se va proyectando de manera cinética, cómo quien procura involucrar al lector en su trama narrativa.

Ramón Núñez.
Ramón Núñez.

En el capítulo I, nos encontramos con esta perla:

"La profesora en el colegio pregunta:
-Juanito, en qué trabaja tu papá?
-Es abogados, señorita!
-Y el tuyo, Susanita?
-¡Es ingeniero, señorita!
-¿Y el tuyo a qué se dedica, Silvina?
-Es médico, señorita!
-¿Yel tuyo, Jaimito?
-Él baila en la barra vertical en un bar gay…
-¡¿Cómo?! -pregunta la maestra sorprendida.
-Sí señorita! Baila vestido de mujer, con sus labios pintados y uns tanga de lentejuelas metidas en las nalgas; los hombres lo acarician y le ponen billetes en el elástico de la tanguita…Y luego si se da, se va con uno de ellos por algunos pesos. Y algunas veces se va de fiesta con dos o tres negros, que es lo más le gusta:

La profesora rápidamente les pide a los otros chicos que salgan del aula, camina hasta Jaimito y le pregunta nuevamente :

-Jaimito, ¿tu padre realmente hace eso?
-No señorita. Ahora que no hay nadie se lo puedo decir. Mi papá es diputado del gobierno, pero me da vergüenza decirlo" (…)". (p.18).

Es una de las tantas dramáticas estampas o situaciones que, con saña, ironía, sarcasmo y humor, nos deja el autor en cada uno de los capítulos que, de manera coordinada, ensamblan esta novela.

Desde una narración en tiempo pasado, se inicia el proceso de la realidad ficcional que aquí se nos cuenta. Hay una marcada organización enunciativa en los hechos que aquí acontecen.

Se trata de una narración, donde cada personaje va realizando su acción, apegado a su rol, dentro del espacio del entramado expositivo. Hay una dinámica realidad literaria que le permite al lector sumergirse en los hechos de manera gozosa y entretenida.

Reitero, no se trata de una obra para niños, pero si para jóvenes, por el enfoque o tratamiento temático y la forma en que el narrador va presentando los hechos, en cada uno de los once capítulos que estructuran el cuerpo argumentativo de esta narración novelada.

Creo pertinente realizar otra edición, con un nuevo formato, y, dónde las ilustraciones estén sustentadas en base a colores sugerentes (primarios) que permitan hacer más llamativa, la mirada o la lectura del sujeto lector.

Al final de esta novela juvenil, podemos advertir, como el autor recoge sus vivencias de la realidad tangible y las traslada a la realidad ficcional, como acontece en el capítulo once (11), donde personajes reales (Ruth Cuevas, Cristóbal de León, Andrés Blanco, entre otros), se sitúan en algún espacio de la narración, para darle vida o movimiento a la novela.

El hecho de que aquí sean los niños los protagonistas, no nos permite darle categoría de "novela infantil" o para niños, aunque esto no desmerita esta narración juvenil, ya que el ordenamiento de los hechos, su ritmo narrativo, su encadenamiento del accionar, su organizado plan argumentativo y el uso consciente de los valores estéticos en el manejo del discurso narrativo, le sirven de base para una lectura llena gozo que convoca al deleite.

Hay un detalle que debo resaltar en esta novela juvenil, y, es que se trata de una metanarración, donde, desde la novela, se nos presenta otra narración, esta vez, lo metanarrado queda en la promesa que la "Tía Luatany"le hace a uno de los niños, cuando le promete contarle "(…) otro muy bonito, titulado "¡La Nochebuena de los animales!" (p.98).

Es ahí, al final de esta novela, cuando descubrimos a aquel narrador interno que, desde aquí, nos cuenta, a su antojo, su vida, sus peripecias infantiles y su mundo imaginario, para envolvernos en sus peripecias vivenciales, con el objetivo de convertirnos en cómplices de sus bellaquerías infanto-juveniles.

Es un gran motivo para hacer de la lectura nuestra compañera de pasión, en este tiempo enfermizo de COVID-19. Convirtamos también esta novela juvenil, en el narrar de nuestros días, como personajes que somos, en este escenario de nuestra existencia, como lo ha hecho el sujeto autor, en esta narración.