Lo que realmente significan “censura” y “libertad de expresión”
A principios de junio de 1993, varios meses antes de que el cáncer le quitara la vida a la edad de 32 años, el comediante William “Bill” Hicks recibió una carta de un sacerdote, en la cual este se lamentaba por el contenido “blasfemo” del programa especial de televisión en vivo “Revelaciones” de Hicks y reprendía a la cadena británica Canal 4 por mantenerlo en el aire.
Hicks (16/12/1961 26/2/1994) fue un comediante estadounidense, crítico social, humorista y músico. Su material, que abarca una amplia gama de temas sociales incluyendo la religión, la política y la filosofía, fue polémico, y, a menudo cargado de comedia negra. Criticó el consumismo, la superficialidad, la mediocridad y la banalidad en los medios de comunicación y la cultura popular, que caracterizó como herramientas de opresión de la clase dominante que “mantiene a la gente estúpida y apática”.
Apenas ocho días antes de su diagnóstico fatal de cáncer de páncreas ‒un hombre joven, todavía ajeno a su trágico destino inminente‒ Hicks decidió responder a la carta personalmente, lo que devino una de las defensas más lúcidas y bellas de la libertad de expresión nunca antes articulada, a la par de la admonición de Voltaire sobre la censura en su momento, y de las palabras intemporales de Madeleine L’Engle sobre el tema.
Dicks escribió:
“Estimado Señor,
“Después de leer su carta en la que expresa sus preocupaciones con respecto a mi programa especial ‘Revelaciones’, me sentí obligado a responderle personalmente con la esperanza de aclarar mi posición sobre los temas que usted menciona, y quizá iluminarlo mejor a usted sobre quién soy realmente.
“En el país de donde vengo Estados Unidos‒ existe este concepto loco llamado “libertad de expresión”, que mucha gente siente como uno de los logros supremos en el desarrollo mental de la humanidad. Yo mismo soy un firme partidario del “derecho a la libertad de expresión”, como estoy seguro que sería la mayoría de la gente si realmente entendiera el concepto.
“’Libertad de expresión’ significa que usted apoya el derecho del pueblo a decir exactamente esas ideas con las cuales usted no está de acuerdo. (De lo contrario, usted no cree en la ‘libertad de expresión’, sino más bien en aquellas ideas que usted cree declaradas como aceptables.)
“Viendo que hay tantas creencias diferentes en el mundo, y que sería prácticamente imposible para todos nosotros ponernos de acuerdo sobre cualquier creencia, usted pudiera empezar a darse cuenta de cuán grande es realmente la idea de ‘libertad de expresión’. La idea básicamente establece que ‘mientras que yo no estoy de acuerdo o no me importa lo que usted está diciendo, yo apoyo su derecho a decirlo, porque en esto radica la verdadera libertad’”.
Vale la pena detenerse aquí para observar que en el ADN de la Iglesia Cristiana, como institución, es compulsivo hacer precisamente lo contrario: suprimir las opiniones que contradicen sus dogmas. Basta con mirar los senderos de Galileo para apreciar cuán atrás y cuán profundos están estos fundamentos de mantenimiento del poder a través de la censura. (Pero, por supuesto, siempre hay un Flannery O’Connor para aclarar la diferencia entre la religión dogmática y la fe.)
Con su característica mezcla de mordacidad y entusiasta visión cultural, Hicks continúa:
“Mientras que he encontrado que muchos de los programas religiosos que he visto en los últimos años no son de mi agrado ni están en línea con mis propias creencias, nunca he considerado que mi lugar sea ejercer algún tipo de censura más allá que cambiar de canal o mejor aún, de apagar definitivamente el televisor”.
Hicks pasa a la parte de la carta que le inquietaba más:
“En respaldo a su posición de indignación, usted postula el escenario hipotético respecto a la reacción posiblemente “enojada" de los musulmanes ante el material que ellos, de manera similar, encuentran ofensivo.
“Y esta es mi pregunta para usted: ¿Está usted tácitamente condonando la violencia terrorista de un puñado de matones para quien la idea de ‘libertad de expresión’ y la tolerancia son quizá tan extraña como el mensaje mismo de Cristo? Si usted está dando a entender de alguna manera que esa intolerancia a las creencias contrarias es justificable, admirable, o tal vez incluso hasta preferible a la aceptación y el perdón, entonces me pregunto cuáles son realmente sus verdaderas creencias.
“Si usted hubiera visto mi programa completo, se habría dado cuenta en mi resumen de mis creencias la súplica ferviente a los gobiernos del mundo para que gasten menos dinero en la maquinaria de la guerra, y más en alimentar, vestir y educar a los pobres y necesitados del mundo… ¡Vaya sentimiento tan poco cristiano!
“Finalmente, el mensaje en mi material es un llamado a la comprensión más que a la ignorancia, a la paz y no la guerra, al perdón en lugar de la condena, y el amor en lugar del miedo. Mientras que este mensaje pudo comprensiblemente haberse perdido en sus oídos (debido a mi presentación), le aseguro que los miles de personas a quienes lo presenté en mis giras por el Reino Unido, lo recibieron”.
Si el propio sacerdote lo consiguió, incluso después de la carta, es otra historia abierta a la especulación.
Notas:
*Maria Popova (1984) es una escritora búlgara, crítica y bloguera que vive en Brooklyn, Nueva York., conocida por su blog BrainPickings.org. Este trabajo está tomado de ahí. (http://www.brainpickings.org/2014/06/23/bill-hicks-censorship-freedom-of-speech-letter/)