Ha muerto el poeta de la voz inmigrante…el de la raíz de la caña y los raíles del ingenio. Ha muerto el cuerpo del cocolo cantor…para darle vida eterna al pentagrama de su canto de Sol Caribe y lengua danzante y ardiente de Guloyas…

Érase una vez…cuando en el año 1974, nueve (9) años después de la revuelta de abril de 1965, conocíamos a los poetas de postguerra a través de la voz del Dr. Antonio Lockward Artíles y desde la palabra sentenciosa del Dr. Narciso González, quienes nos hablaban de aquellos poetas surgidos de la revolución de abril de 1965 (Poetas de Postguerra), entre ellos, mi amigo Tony Rafúl; Andrés L. Mateo; Enrique Eusebio (Fenecido); Mateo Morrison y el hoy fenecido Norberto James Rawlings.

Desde la Dirección de Cultura de la UASD, a través del amigo poeta y gestor cultural, Mateo Morrison, pude saber más de su vida y de su firme militancia política, apegada a sus compromisos académicos, lo que lo impulsó a realizar estudios de maestría en Cuba, junto al poeta y novelista Andrés L. Mateo, regresando al país para integrarse de nuevo a la vida universitaria, hasta marcharse de manera definitiva a los Estados Unidos de Norteamérica, donde realizó sus estudios doctorales y vivió de la docencia y de la investigación de cuarto nivel.

Sin embargo, cuando logré conocer y valorar a profundidad la poética identitaria de Norberto James Raulings, fue al calor de los recitales de un poeta inolvidable de esta patria, llamado Víctor Villegas, quien, se interesó en que, sus entonces estudiantes de literatura dominicana, en la UASD del 1975/79, conociéramos a un poeta que recogió la raíz de su patria, desde la voz de los inmigrantes cocolos, para darle sentido a los acentos de Barlovento, Sotavento, Saint Kitts e Islas Vírgenes, de donde procedieron sus ancestros.

Éramos los bisoños poetas que contábamos con la mano amiga de un Enriquillo Sánche, mientras estábamos encaminados por aquellos maestros de la palabra, integrados, además, por Abelardo (Papo) Vicioso; Máximo Avilés Blanda y don Marcio Veloz Maggiolo, a quien le debo mi primer empleo en esta urbe de varilla, piedra y cemento.

Nunca he podido olvidar a esa voz cocola que, a pesar de la distancia hacia el contexto anglosajón, nos dejó su canto, su poética de barcos negreros, detrás de la caña y los caseríos, donde el capataz de alzaba con la onza de vida que les quedaba a los cortadores de la caña, en los ingenios del patrón.

En la poética de Norberto James Raulings nos queda la naturaleza de una patria hecha por la voz y la pujanza de la otredad. Hecha por la entrega de una manos… sin la cuales ya no es posible hablar y vivir en esta patria cimarrones.

Ha muerto el cuerpo del poeta del fututo y el cañaveral, para instaurar la inmortalidad del rocío fundante en la construcción de una identidad que ya reside en nuestras miradas y en el eco de la voz danzante de Los guloyas.

Érase entonces, el momento de aquellos tiempos de la "Banda Colorá" y "La Cruzada del Amor", cercando de odio y muerte los caminos de este país. Érase entonces…la hora del miedo, del terror y sus cáfilas…y el poeta cocolo no ocultaba su canto, al contrario, lo extendía por los cañaverales y las praderas de la patria, buscando otras voces donde germinar su canto de flor de caña y pringamoza.

"Los inmigrantes" ya es un himno de esta patria de múltiples ecos y colores. "Los inmigrantes" es el poema florecido de nuestras imborrables identidades. Es la patria la que fluye en este canto….que hoy nos deja la congoja de una muerte…trostocada en luz de eternidad