SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El moderno Santo Domingo, la ciudad que todos caminamos a diario, muchas veces sin reparar en las fachadas y vías que conforman su esencia, comenzó a surgir a mediados de la década de los años 30 del siglo pasado.

La visión radicalmente transformadora de un arquitecto dominicano, Guillermo González (1900-1970), hizo posible el diseño y la ejecución de más de medio centenar de obras que en los decenios de 1930 a 1960 configuraron la fisonomía actual de la ciudad capital y situaron a Santo Domingo entre las más modernas urbes latinoamericanas del momento.

Este edificio de apartamentos inspira su fachada en las innovaciones que presentó el Hotel Jaragua. González residió en una de sus viviendas hasta su fallecimiento. Hoy la edificación no existe.

De hecho, gracias a su formación internacional y al posterior desarrollo de sus proyectos más emblemáticos, Guillermo González es reconocido internacionalmente como el padre de la arquitectura racionalista en el país y también uno de los más importantes autores de la modernidad latinoamericana. Su influencia ha sido enorme en las generaciones posteriores de arquitectos dominicanos.

A pesar del olvido a que fue sometida su figura por haber coincido su profusa labor constructora con la etapa de la dictadura trujillista, González ejerció como un visionario modernizador que, gracias a su formación internacional, impuso un estilo funcional e innovador en edificaciones públicas y privadas y en proyectos urbanizadores, que contrastaban enormemente en medio de la exuberancia caribeña y supusieron un punto de inflexión en su desarrollo.

Toda esta historia forma parte del libro Trazos en el mar: Guillermo González, arquitecto de la modernidad dominicana, una obra del también arquitecto Gustavo Luis Moré, auspiciada por el Banco Popular Dominicano, cuyo fin es ayudarnos a recuperar la memoria y cobrar conciencia de ese Santo Domingo casi legendario, vibrante, que contó con edificios e infraestructuras racionalistas de primer orden mundial.

Junto a la propuesta editorial de “Trazos en el mar”, el Banco Popular ha puesto a disposición de los usuarios una aplicación móvil multimedia, que recorre más de 50 proyectos diseñados y ejecutados por González, permitiendo ir a visitarlos de manera presencial.

Este arquitecto dejó una prolífica obra, especialmente en la ciudad capital, como el parque Eugenio María de Hostos, el primer Hotel Jaragua, el Hamaca, el Casino de Güibia, los edificios que componen el Centro de los Héroes, el edificio Copello, el Hotel Hamaca, el desaparecido Hipódromo Perla Antillana, las escalinatas de El Conde, el Cuartel de Bomberos, el diseño urbano de la Universidad de Santo Domingo, así como notables ejemplos de residencias privadas de importantes familias dominicanas.

Lamentablemente, como recoge esta publicación del Banco Popular, ese legado ha sido modificado en buena parte, si no directamente demolido para dar cabida a nuevas propuestas. Se calcula que alrededor del 40% de su obra ya no existe. Conviene, por tanto, prestar atención a este trabajo editorial para no terminar de perder la conciencia de nuestro patrimonio más reciente.

A este reciente aporte bibliográfico, se suma además una innovadora propuesta multimedia del Popular: una aplicación móvil, gratuita, para los dispositivos de los sistema iOS y Android, que permite a quien se la descargue hacer un recorrido virtual por más de 50 hitos arquitectónicos de González, dando la posibilidad incluso de realizar una visita al lugar donde siguen o estuvieron ubicados, ya que las obras están geolocalizadas en línea.

La aplicación lleva por título Arq. Guillermo González y constituye una oportunidad diferente para acercarse también a la figura de este maestro de la arquitectura.

Así que este reciente aporte bibliográfico, tanto su parte editorial como su parte multimedia, rescata el valor simbólico de la arquitectura como emblema de transformación de las ciudades y, sustentado en la talla de Guillermo González, expresa la necesidad de preservar un patrimonio arquitectónico icónico, que permita a las jóvenes generaciones de arquitectos y a toda la sociedad entender y comprender la estructura de nuestra urbe actual.

Tanto el libro como la aplicación móvil pueden consultarse y descargarse desde la web del Banco Popular, en la dirección www.popularenlinea.com/Guillermo

Las escalinatas de El Conde, en la Ciudad Colonial, resolvieron la interconexión entre la vía central del centro histórico y el puerto de la ciudad. Se inspiran en una celebres escalinatas de la ciudad finlandesa de Turku y hoy día siguen siendo un lugar simbólico de la zona.
La actual Iglesia de la Paz se erigió como Pabellón de la Santa Sede en 1955, dentro del conjunto de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre. Posee un encanto singular, con imágenes de santos a ambos lados y un emblema circular adosado a una parrilla de iluminación.
Con una expresiva edificación formada por volúmenes austeros y funcionales, el Hamaca se adentra en el mar Caribe, convirtiéndose en un paradigma de la moderna tropicalidad.
El edificio del Congreso Nacional hace gala de equilibrio y proporción, tan característicos de González, un arquitecto que participó activamente en el diseño y ejecución de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, el proyecto urbanístico más relevante acometido en el país hasta 1955.
En la trayectoria de González el Hotel Hamaca es una obra cumbre que señala el fin de su periodo de racionalismo blanco.
El arquitecto dominicano Guillermo González es considerado internacionalmente como uno de los más importantes autores de la modernidad latinoamericana.

 

 

El edificio Copello, levantado en 1939, en la calle El Conde, se constituyó en el primer edificio integralmente moderno de la ciudad capital.
El actual parque Eugenio María de Hostos, construido en 1937, fue por décadas uno de los lugares turísticos más reconocidos y frecuentados por ciudadanos capitalino y visitantes del interior.
En el interior del Copello destaca el cuerpo de escaleras de la fachada sur, construida con un plano de bloques de cristal isotérmicos, por primera vez utilizados en el país.
González diseñó y ejecutó muchas viviendas privadas de importantes familias dominicanas, como la Casa Bonetti.
Una de las obras paradigmáticas de González fue el Hotel Jaragua original, demolido en la década de los 80.
La recordada piscina del Jaragua permitió el esparcimiento de más de una generación.