Escena 1

Ext. – Int. Noche. Teatro Nacional. 1ro de octubre.  Arribo al parqueo atestado: “Dios, me has oído: veré sala llena otra vez”. Paso a través del inusual protocolo de entrada: ¿”catcheo” de carteras? “Bueno, han vuelto las multitudes al TN y como está la cosa…” 

Saludo al personal de portería, a la rubia Lissette (en elegante atuendo) y a Doña Fátima: en encaje rojo pasión, ajustadísimo a su atlética silueta (en dominicano: “una real mami”) y a seguidas al director, con feliz complicidad, por el “gentío”.  Hasta que, formal como él solo, el anfitrión parte a atender cualquier eventual requerimiento a última hora, de “la diva” … “La diva”, acaba de decirle ¡y sin pudor alguno! 

Aún no pertenezco a su círculo íntimo, más sé cómo evita Carlos Espinal los títulos banales. Es decir…que lo ha dicho en serio, evidenciando: 

a.- La compenetración con su Cecilia García, quien, a minutos de levantarse el telón, dentro de ese camerino “en llamas”, estará hecha “una fuerza de la naturaleza” (¡Si no lo sabrá él!) y

b.- Que la ama con locura.

Quedo sola: libre para evadir encuentros con quien no me da la gana y abrazar a los queridos: en el bar, a Don Niní Cáffaro (predecesor de aquel) y Juan TH (avezado analista político y versado melómano, otrora ¡temible! cronista de arte.  

Apurando el último sorbo de mi cocacola, me doy cuenta: ¡He saludado a mis dos atractivos caballeros sin la mascarilla! que debe haber aplastado y embarrado el cosmético “rojo rubí” …o sea, que tengo la cara como un payaso. Corro a los servicios y una voz a mi espalda: “doña! ¿va para el baño? Mejor use el de arriba: por seguridad, este es el reservado para la primera dama”. Ahora caigo en que Doña Raquel vendrá al concierto.  

Corregido el pintalabios, voy a por el habitual Marlboro, antes de la función. A varios intentos interceptados, logro acceder a un rinconcito en la marquesina y comento: “tanta seguridad es por la asistencia de la primera dama” … “y del Señor presidente, doña Patricia”, me sorprende el oficial escolta del primer mandatario, quien aclara, me conoce de los concursos de salsa, en los que fui jurado.  Pequeño el mundo ¿eh?

Suena la campanita ¡A escena!

Escena 2

Int. Noche. TN, concierto Cecilia en Todos los Tiempos.  Antes de que suba el telón, la noche me depara una suerte que, sin mucha explicación, quiero llamar:

Encuentro con amazonas    

 Nany Peña. El tiempo y “un ganchito” están revelando quién es la que tenía el secreto de la risa y la alegría. ¡Benditas redes!

Milagros Germán: una mujer con la beldad siempre al servicio de su inteligencia, resiliencia, capacidad gerencial y preocupación social. Por eso está donde está.

Mariasela Álvarez: Miss mundo por siempre y de nuestra sociedad, la portavoz del pensamiento progresista universal en este siglo XXI.  

Nuria Piera. A esta rubia (natural) la conozco desde chiquita: habla durísimo, no le “para bolas” al miedo y jamás “le baraja un pleito” a la injusticia. 

Hony Estrella. A mi entender es la adalid entre la pléyade de jóvenes mujeres en los medios de comunicación (ella: habitué de la sala Carlos Piantini, junto a mi querido Vicente Santos, nuestro afamado galán de teatro y cine.).

Escena 3

Liminar

¿Qué decir de una artista de toda tu vida, a quien has seguido, digamos, a distancia de hermana menor, poniendo atención a una trayectoria que de muchas maneras ha conformado tu propia intelectualidad y tu ideario acerca del quehacer?    Creo que a eso le dicen “ejemplo”. Por eso, amables lectores y tú, Señora Garc, sabed que hay unas: “gracias” implícitas en cada una de mis consideraciones.

CECILIA EN TODOS LOS TIEMPOS

 Una breve reflexión acerca del tiempo, da pie al telón que se levanta sobre el escenario iluminado en rojo y ámbar por el veterano Enmanuel Ferris y también por cuarenta y dos instrumentistas, tres coristas y dos maestros: Cucurullo  a la batuta y Gustavo Rodríguez al piano, ejecutando con su gestualidad inconfundible, cuando la música le brinca a la cara mientras pulsa el instrumento de su pasión. 

El aire se llena de metales, cuerdas…  y “todo ese jazz”, cuando de lejos surge el antiguo acorde que va tomando cuerpo en la memoria y nos estalla en el pecho: Mediterráneo abre el concierto que Cecilia García ha imaginado durante cincuenta y cuatro años. Lo ha dicho ella misma y así lo dejará ver cuando sale a escena al son de: “quizás porque mi niñez, sigue jugando en tu playa…”, pero también con el batir de hombros al más clásico estilo de la España moruna o al caminar hacia de su destino: el centro de la pista. 

Algo me dice que la noche nos depara más sorpresas, porque el repertorio, si bien se atiene a reglas como balance musical o estructura dramatúrgica, viene con una ventaja: no hay un gerente del “showbiz”, metido entre lo que la artista quiere cantar y lo que él entiende que tiene que cantar.  Así que el susodicho repertorio habrá salido del fuero interno, de una que, como toda mujer, las habrá elegido (y agregado sus propias inflexiones) con calma: en lo que planchaba la falda, o lloraba un amor perdido “viendo llover en Macondo” o en noches en vela “bajándole la fiebre” a los hijos.

“Uy!”, me digo: “esto pinta rosa” …

Cecilia, acompañada de Carlos Luis, en la guitarra

TIEMPO DE CECILIA

Escena 2da (Adendum)

Respetados lectores:

Deseo aclarar el sentido de un comentario previo. Parece negar el calificativo de Diva, al respecto de quien escribo. Pues, lo reafirmo y me explico:  Jamás regatearía a esta mujer un título que la engrandezca (es más, así suelo decirle yo). Pero ¿diva? ¡Uh uh!: Las divas cantan como ángeles, pero se enamoran de millonarios que las dejan por viudas de Kennedy o más bien ¡se hacen amantes de Kennedy!  A las divas las atiborran ¡chiquitas!, con estimulantes y mueren por sobredosis, solas, en lujosos penthouses. Son amantes de políticos: no se casan con ellos. Tampoco paren y crían tres muchachos. Diva? Lo que sí tiene esta (digo yo) es tan alto sentido de la dignidad escénica, como para trabajar; tanto, que más bien sería obrero.

Además, no es masa de pan, ella ¿y cómo podría serlo una mujer cuya trayectoria profesional nace orbitada por hombres – no tutelada sino a la par- cuando el mundo era de hombres: los más influyentes de la TV cuando lo más influyente era la TV? y del humor… Bueno, es dueña de su propio sentido del humor:  característica de la gente inteligente.

Y para aclarar este aclarando: donde dije “diva”, no digo “Diego”, si no que mis consideraciones acerca de “las divas” en absoluto refieren a Milagritos, quien tampoco tiene nada de aquellas. 

Quod erat demonstrandum.

Escena 4. 

Si tuviera toda la memoria que quiero, os contaría todo en su orden de aparición, esto se haría larguísimo y vosotros saldríais corriendo. Por eso aquí voy con los momentos que puedo rescatar de CECILIA EN TODOS LOS TIEMPOS.

ELOGIO DE LA BOHEMIA

Es verdad: el artista se consagra en magnos escenarios, con grandes orquestas, pero como verdaderamente se hace un cantante, es en noches de plenilunio (generalmente regadas con bebida espirituosa) sentado frente a un tipo con una guitarra, azuzándole el talento, invocando su inspiración. 

Carlos Luis sería ese tipo ideal, si no fuera uno de los más avezados maestros guitarristas del continente, por lo que tendremos que conformarnos con verlo de lejos, en su silla alta, evocando la bohemia y acompañando a Cecilia, como sabe acompañar, no solo a estrellas: a todo el intente esbozar algo que tenga letra y música… ¿Qué me dice, maestro?

Cecilia, acompañada de Luis Miguel Decamps

DEL TIEMPO DE LOS FESTIVALES

Los festivales de la Canción Dominicana (68 y más), Latina (69 y 70), OTI, Viña, constituyen momentos cumbre de nuestros pueblos, que han acudido con sus voces más altas en pro de “¿latinoamericanidad?”, ¿“interamericanismo”?  ¿”Interlatinoamericanismo”? (vaya usté a saber).

Aldemaro Romero (también Pocho Pérez) son nombres emblemáticos de esa etapa tan feliz.  Así que, cuando Cecilia canta “De Repente” casi salto de la butaca. Puede que medio auditorio no conociera a Aldemaro y su Onda Nueva (cualidad que aterroriza al tipo del showbiz) ¡¿y qué?! Esta selección nos ha traído todo un mundo, a todos. 

TIEMPO DE CECILIA EN EL TN

Escena 5

HIGHLIGHTS EN LA NOCHE

La canción “más bella que ojos humanos vieren”, empieza en la voz grandilocuente de nuestro Pedro Pablo Reyes: el tenor más apuesto “que ojos humanos vieren” y se engrandece con Ana Cristina y Carolina Rivas (de negro super sexy), con sus bellas y super acopladísimas voces colocadas en contraste (no en balde estas dos son “de una” estirpe).   

Así, de la pluma de René Del Risco: “poeta de la ciudad”, con orquestación magistral, cantada por este cuarteto, Una Primavera Para el Mundo, es el momento crucial del concierto. 

ENTRAÑABLE

Cuando esta mujer justifica la presencia del apuesto príncipe de voz maravillosa, que ha entrado a hacerle el dúo en una “partecita” y cantar otra en solo. Elegido invitado especial, cuenta ella:  a instancias del querido y nunca bien ponderado Checho Lora, quien, en fase de preproducción y ante la duda de la escogencia, señaló: “¿y por qué no ponemos, a (apuntando con el índice) … Cuestión”? ¿Imaginaríais que el tal “¿Cuestión” no era nada menos que nuestro ministro del trabajo, el Lic. Luis Miguel De Camps García?

¡Anda pal caraj…! Sean mis primeras lágrimas de la noche, para el dúo de Cecilia y su retoño, mientras imagino a esa mamá cantándole nanas al chiquito en su cabecera. Su presencia es maravillosa y nos reafirma ese evangelio chiquito: “hijo de águila y alondra, caza…”

MEMORABLES

-El momento de los artistas inolvidables que se han ido, cuando el gráfico de una banda sonora en el background, reproduce voces en frases sentenciosas, que vamos reconociendo a medida aparecen sus imágenes: Sonia Silvestre, Johnny Ventura, Vitico Víctor, Anthony Ríos, Luchy Vicioso (la voz más linda del mundo).

-De la aguja exquisita de Leonel Lirio (mi “intelectual de la moda”), las cuatro creaciones con que ha vestido a la artista.  Sus cortes elegantes realzados en plumajes y pedrería atraen la mirada hacia cada vaivén de su figura en la escena. 

-Su estética impecable, al cuidado de las veteranas de siempre: Mónika Mendoza y a Camelia Almonte.

-En el Viejo Bar y Amnesia. Segmento con dedicatoria a quien fuera, quizás, una antigua “rival” (dato no confirmado).

El pedacito de “Lía” …

-El segmento medley de operetas musicales, especialmente El Beso de la Mujer Araña (que más bien me parece el “beso que selló el pacto de amor eterno con Carlos Espinal”).

TIEMPO DE CECILIA EN EL TN

CONCLUSIÓN

“…recuerdo estar pensando: este es el comienzo de la felicidad…

y por supuesto, no había más…aquello no era “el comienzo”: 

aquello fue la felicidad”.  (The Hours)

Su performance será perfecta, a todo lo largo: un despliegue de talento, dominio escénico, voz cultivada, estética impecable… ¡Pura veteranía! respaldada por sólidos recursos y (no menos válido) el prestigio que la precede. Pero es que esta noche tendrá algo que va “más allá de lo obvio”: MAGIA.

Yo creo que ese encanto es una suma de cosas, dadas en quien: 

-El tanto hacer, le ha difuminado la frontera entre artista y persona, pero 

-Le da el mismo “susto” antes de salir a escena, aunque  

-Salir a escena le sea como entrar a casa. 

-El aplauso le provoque humildad.

-Aprendió que el “triunfo artístico” es breve y también que

 -La felicidad, un ejercicio de voluntad.  

Hoy el público ha visto todo eso junto en Cecilia En Todos los Tiempos.  De seguro porque antes de salir a escena, se ha mirado al espejo: “píntate los labios, muchacha y sal a celebrar que tienes al mundo entero, aquí y, ahora que la tienes, échate arriba toda esa felicidad, pa que no te pase como a Meryl Streep en la película.

5/10/2021