Desde los diez años, Tatico es pescador y capitán de una yola faenadora desde la Bahía de Samaná hasta las Galeras.

El hombre conoce las honduras y los bajíos de la Mar Peninsular.

Durante mi estada en Samaná, el hijo de Machopeje -así le llaman a su papá de casi 100 años- Tatico detalló, como buen cultor de la oralidad popular, algunos de los juegos de su infancia.

"Cuando éramos chiquito, mi heimanito cogía lo caitone de leche lo coitaba poi la mitad y abajo le ponía cuatro tapita de refreco. Hacía do camioncito, uno pa mí y otro pa ei. Lo corríamo lleno de arena".

Cuenta que jugaban solo los domingos, único día libre que les permitía su padre para descansar de sus labores de pescadores a sus tempranas edades".

No se asombren, el trabajo infantil sigue siendo tan normal como tomar café por las mañanas.

Otro de los juegos era hacer los mandados del colmado impulsando gomas de carros mediante un palo de escoba, que funcionaba desde dentro de accesorio como palanca de velocidad. El que llegará primero al colmado, se ganaba el derecho de pedir ñapa. Casi siempre disfrutaban un cono de gofio, un dulce de jalao con coco o un helado de molde de coco con leche.

El coco manda en Samaná.

Tatico y familia vivían detrás de lo que hoy es el lujoso complejo de apartamentos de palya Balcones del Atlántico.

Antes , la zona era monte , culebra, lodo , mar y caracoles.

Cuenta este hombre de ya 65 años de edad que los catarros se sanaban con el yodo de la mar y una pócima de aceite de tiburón. Nada de medicamentos . Su madre, fallecida, le colocaba en el pecho papel de colmado untado de trementina en caso de que "el pecho apretao" se convierta en una molestia recurrente.

No quiso que le tomarán fotos "Eso no me guta. No soy hombre de potalita". Cómo celular tiene una "caravelita" para que lo llamen. La caravelita la deja en tierra cuando está en altamar.

Su hermano menor y él salen a pescar a las 12 de la medianoche y regresan a la 5 de la mañana. Menos los sábados, día para jugar dominó debajo de una mata de coco y beber Romo a palo seco.

Con la pandemia, la Península sufrió la paralización de la hostelería. "Tó cerrao. Lo pecao teníano que vendeilo por chele a la gente o comeiselo uno. Ahora tá poquito mejor.No mucho".

Tato espera mejores tiempos. Es consciente de que el altísimo costo de los peajes en las autovías desde Santo Domingo a la Península debilita la actividad económica cuyo sostén principal es el turismo y sus actividades colaterales.

Tatico y todos los samanenses reclaman que "rebajen esa vaina de lo peaje":

Su mano ruda , quemada por años de sol , aprieta mi mano derecha y me desea buen viaje. "Cuidese , señoi, de lo tiburone en la capital".

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