SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La socióloga Argelia Tejada, establecida en los Estados Unidos y colaboradora semanal de Acento, refutó los argumentos y las conclusiones de la estudiante Lissette Hazoury, expuestos en un ensayo publicado por la revista Sobremesa, del Colegio Sarah Lawrence en su última edición, y reproducido por Acento la pasada semana.
El artículo fue publicado originalmente en inglés. Argelia Tejada envió una carta de refutación del artículo a los editores de la revista Sobremesa, en la que entiende que la versión publicada por Lissette Hazoury no se corresponde con la verdad histórica de la formación del pueblo dominicano.
“Este artículo no tiene nada de original. Repite los conceptos de diferenciación nacional de todos los pueblos del planeta: ser diferentes a los demás. La autora no conoce su historia ni se siente ser dominicana, pues argumenta que no existe, y la define como la negación de lo haitiano, que si afirma como pueblo con su propia identidad. Esta posición le ganará simpatía en los círculos afroamericanos, que sufrieron la segregación oficial hasta la lucha de los sesenta liderada por Martin Luther King Jr. y entiende su percepción de raza (construcción social) como la medida para juzgar a todos los países”, argumenta la socióloga en una nota remitida a este diario.
“La diferencia entre los pueblos dominicanos y haitianos ha sido muy bien documentada por diversos estudios, entre ellos los financiados por USAID sobre las diferencias entre los “niños de crianza” dominicanos y los “restaveck” haitianos. La diferenciación entre Haití y República Dominicana se remonta al siglo XVII y tiene como fundamento la diferente estructura económica de la colonia francesa y la colonia española en la Isla Española. Sus historias coloniales conformaron dos pueblos con economías, culturas y composición racial diferente. (Mucho antes de que el “antihaitianismo” de la autora diera origen a la dominicanidad. Describí este proceso en un artículo en Acento: http://acento.com.do/2015/opinion/8272230-una-isla-para-dos-imperios-iglesia-y-devastaciones-en-el-siglo-xvii-26/ y pueden leerlo con mapa en mi blog: http://argeliatejada.blogspot.com.es/2015/08/una-isla-para-dos-imperios-iglesia-y.html”.
La carta remitida por Argelia Tejada a los editores de la revista Sobremesa es la siguiente:
Estimados/as Editores de Sobremesa:
Les escribo para que reproduzcan mi comentario al ensayo de Lissette Hazoury, estudiante dominicana en el Sarah Lawrence College, titulado “Ser dominicano es no ser haitiano”, publicado por la revista Sobremesa y reproducido en Acento.com.do.
El planteamiento de la autora muestra desconocimiento de la historia en la formación de ambas naciones e introduce un sesgo inaceptable en las ciencias sociales, al definir la nacionalidad dominicana por un sesgo de racismo patológico y reducir los conflictos sociales de dos pueblos al racismo de la nación dominicana, precisamente la que nunca ha invadido al Estado Haitiano, y la que no se independizó fundamentando la raza como elemento identificador de su identidad, y que en el presente, representa uno de los países más racialmente integrado del planeta.
En cambio, en Haití primó la división racial desde sus orígenes. Los blancos fueron fusilados y los negros y mulatos dividieron el territorio en dos estados racialmente diferenciados. El Estado negro se declaró Imperio, y ordenó en su constitución, el principio promotor de repetidas invasiones: “la Isla es una e Indivisible”. Esta aspiración permaneció en la Constitución Haitiana hasta 1986, a finales del siglo XX. Se cristalizó en la ocupación de la nación dominicana durante 22 años (1822-1844), que desde el 1 de diciembre de 1821 había declarado su independencia del Imperio Español. Me pregunto, ¿cómo hubiese reaccionado el pueblo de los Estados Unidos si la Constitución mexicana hubiese declarado desde sus orígenes su ambición de anexar los Estados Unidos del Nordeste Americano?, ¿y si por décadas hubiese intentado anexarla a su dominio con invasiones bélicas? ¿Hubiese la autora concluido que el pueblo de los Estados Unidos se define por su anti-mexicanismo? ¿Hubiese la Revista Sobremesa publicado su artículo?
El rechazo dominicano a la ocupación haitiana (1822-1844), a hablar creole francés y a obedecer un gobierno extranjero, fue producto de la existencia previa de la identidad dominicana, que tiene sus orígenes a partir de 1605 y 1606, con anterioridad a la fundación de Haití y a la declaración de independencia de la República Dominicana. Ver mi artículo sobre este proceso publicado en Acento: http://acento.com.do/2015/opinion/8272230-una-isla-para-dos-imperios-iglesia-y-devastaciones-en-el-siglo-xvii-26/ y pueden leerlo con mapa en mi blog: http://argeliatejada.blogspot.com.es/2015/08/una-isla-para-dos-imperios-iglesia-y.html
El referido artículo de Lissette Hazoury no es original. Repite los conceptos de diferenciación nacional de todos los pueblos del planeta: ser diferentes a los demás. Pero va más allá, al asignar el racismo como causa explicativa de la conformación del pueblo dominicano. Yo me pasé cinco años conviviendo y facilitando la organización y el ejercicio de los derechos de las comunidades campesinas del Cibao y luego más años con comunidades rurales de las once provincias del noroeste y suroeste de RD, las más cercanas a la frontera dominico-haitiana. Conozco bien la identidad de este pueblo, que racialmente es quizás el más integrado del planeta, e incluye una gran cantidad de nacionales haitianos que constantemente cruzan la frontera.
La tesis de la autora sobre la identidad dominicana surge de aplicar conceptos con referentes históricos de otras latitudes, como es la historia de los afroamericanos, que quizás conozca mejor que la de su país de origen, por estar desligada de las clases trabajadoras y los estratos paupérrimos de República Dominicana.
Los afroamericanos sufrieron la esclavitud que se mantuvo a pesar de la declaración de Independencia de las 13 colonias del Nordeste Americano a finales del siglo XVIII. Mantuvo mantuvo la segregación racista después de la abolición de la esclavitud durante la Guerra civil del siglo XIX. Y no fue hasta finales del siglo XX, bajo el liderato de Martin Luther King Jr., que los afroamericanos pudieron restaurar sus derechos civiles a no ser discriminados por su raza.
La autora, aplica los parámetros del racismo en los Estados Unidos, como medida universal para juzgar el racismo existente en Republica Dominicana. Sus supuestos, reducen la complejidad histórica de conformación de dos pueblos diferentes en una isla a una sola variable: el vacio de identidad dominicana y su obsesión contra la negritud. Su desconocimiento de los métodos de investigación antropológico y sociológico puede ser comprensible por su estatus estudiantil en un país extranjero y la clase social de su familia de origen, pero no es excusa para los editores de una revista académica.
La diferencia actual entre los pueblos dominicanos y haitianos ha sido muy bien documentada por diversos estudios, entre ellos los financiados por USAID sobre las diferencias entre los “niños de crianza” dominicanos y los “restaveck” haitianos; que muestra el tipo de relaciones diferenciadas que se establecen en ambos países entre las clases pauperizadas y los estratos medios y medios-bajos de sus sociedades.
La diferenciación entre Haití y República Dominicana se remonta a principios del siglo XVII y tiene como fundamento las diferentes estructuras económicas implantadas en la colonia francesa y la colonia española que dieron origen al pueblo dominicano y al pueblo haitiano. Sus historias coloniales conformaron dos pueblos con economías, culturas y composición racial diferente. Mucho antes de que el “antihaitianismo” de la autora supuestamente diera origen a la identidad dominicanicana.
Además, les recomiendo leer el artículo del conocido historiador dominicano Moya Pons, titulado RAZA Y NACIÓN publicado en el periódico Diario Libre en el 2011: http://www.diariolibre.com/opinion/lecturas/raza-y-nacin-ONDL275874#comm
Atentamente,
Argelia Tejada, PhD
http://argeliatejada.blogspot.com.es
Sobre mi perfil:
Soy socióloga dominicana, entrenada con grado de PhD en Bowling State University, Ohio y con amplia experiencia en organización campesina, estudios de comunidades cañeras, y estudios de impacto para dos ONGs Internacionales, el gobierno dominicano y USAID. Esta última me contrató como consultora y publicó como libro uno de mis estudios titulado “Bateyes del Estado” con tres ediciones, una de ellas a petición del cónsul haitiano en República dominicana en el año 2000. Pueden leer mis estudios y perfil en mi blog.