SAN CRISTÓBAL, República Dominicana.- “No le decidí yo, me tocó a mí de la familia, después que nuestros antecesores murieron”, dice Julián, dueño y principal responsable de una concurrida fiesta de atabales que se celebra todos los 16 de julio en honor a la Virgen del Carmen.

Desde tempranas horas de la madrugada, el paraje Los Asises, Sainaguá (Provincia San Cristóbal) se prepara para un importante evento en la comunidad. Las habichuelas se comienzan a ablandar desde las 5:00 de la mañana, se sazonan las decenas de libras de carne de res y empiezan a limpiar el arroz.

Mientras, los hombres montan las lonas que cubrirán del fuerte sol sureño a los asistentes a la fiesta. Unos, salen a buscar el ron y la cerveza que no puede faltar, mientras otros encienden la candela para afinar los cueros de los tambores.

Los primeros toques de atabales comienzan cerca de las 9:00 a.m.,  dentro de la pequeña iglesia del pueblo, animando la eucaristía.

Una vez terminada la misa, la virgen vestida de morado lila es llevada a la casa de Julián, donde le espera un altar colmado de flores y velas blancas y moradas, del mismo tono de su túnica.

Acompañando la corta procesión, va un grupo de hermosas niñas de diferentes edades, vestidas de un amarillo intenso,  que hacía juego perfecto con el ardiente sol de esa mañana. Ejecutaron con mucha gracia una coqueta coreografía, que hizo sentir muy orgullosa a más de una madre.

Inmediatamente alegría y comida

Enseguida finalizada la misa, el patio delantero de la casa de Julián se colma de personas. Todos se sienten comprometidos a participar de la fiesta. Vienen  familias enteras. Los niños son los más felices en la fiesta, a algunos les visten de morado, el color que representa a La Carmelita.

A medida que van llegando, pasan a venerar a La Virgen que ya está colocada en el altar. Le rezan y encienden velas, quizá haciendo alguna petición o promesa.

Comienza la repartición del monumental almuerzo que desde temprano las mujeres cercanas a la familia Guillén están preparando. Por supuesto, los primeros en comer serán los músicos, quienes después de reposar pocos minutos comienzan el furioso recital de atabales.

Julián ahora es el dueño de la fiesta que por décadas ha estado a cargo de su familia, los Guillén, unos fieles seguidores del culto carmelita. “Me dice uno de la comunidad que tiene 107 años que esto se celebraba cuando él era pequeño. Que venían en un desfile, desde la iglesia vieja de San Cristóbal , tocando atabales, ‘encendío’  y pico después de la misa”, relata.

Cuenta que el dueño y responsable de la fiesta era Marino Brito. “El me pasó sus votos”, sostiene.

Julián también líder del grupo de palos “Raíces” y es profesor en el Instituto Politécnico Loyola.

El Grupo Raíces, animadores y promotores de las tradiciones

Probablemente las celebraciones del Día de la Virgen del Carmen fueran diferentes sin el Grupo Raíces, un colectivo de amantes de las tradiciones campesinas, que se han unido para mantener y difundir las prácticas folclóricas.

Julián también es líder de este grupo y relata que todo comenzó en una feria del maíz en el 2002, organizada por un Colegio de la comunidad. Dice que hubo un gran despliegue culinario, pero el ambiente no era precisamente festivo.

“No estaba animada la cosa. Pero nosotros llegamos”, el gestor cultura y profesor, sonríe al recordar como buscaron la manera de salvar la actividad. “Yo tengo unos palos en mi casa, vamos a inventarnos algo”, motivó a sus amigos. De ahí en adelante decidieron seguir rescatando la música y los juegos folclóricos.

Orígenes del culto carmelita

La Virgen del Carmen es venerada en diferentes países de la región y en casi todos los pueblos y ciudades de la costa española, organizándose procesiones y romerías en su día.

Según la leyenda, el 16 de julio de 1251, la Virgen del Carmen se le apareció a San Simon Stock, a quien le entregó sus hábitos y escapulario. La virgen habría prometido liberar del Purgatorio las almas de los que hayan llevado el escapulario durante su vida.

La devoción carmelita está muy ligada al mar. En Colombia, es la patrona de los conductores salen en procesión por el Río Magdalena (al norte de ese país). En Nicaragua es llamada la Reina del Mar y es considerada la Protectora de Los Pescadores. También es venerada en Puerto Rico y en pueblos de la costa Venezolana.

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