Santo Domingo, República Dominicana.- Hilma Contreras, viajera del silencio, estaba en su casa de San Francisco de Macorís viviendo sus últimas soledades aquella tarde en la que Sheila Barrios, investigadora de la Universidad de Puerto Rico, catedrática y especialista en literatura caribeña, llegó a su puerta. Sheila estaba a punto de publicar su libro Una ventana al silencio: la narrativa de Hilma Contreras, un estudio crítico sobre la autora francomarisana, y quiso conocerla personalmente.
“El encuentro duró unos veinte minutos. Hilma era una persona de poco hablar pero muy profunda. Estaba muy mayor, ya un poco enferma y se cansaba al hablar. Me dijo que se sentía tan halagada de que una puertorriqueña llegara hasta San Francisco de Macorís y se interesara por sus libros y por sus cuentos, y que eso para ella valía mucho”.
La académica puertorriqueña recuerda su tono pausado y sus silencios legendarios, los mismos que trasladó a sus libros y los convirtió en parte de sus historias. “Me habló de sus primeros cuentos y del trabajo que le costó adaptarse cuando regresó del extranjero a un país que ya había cambiado”.
Sheila Barrios publicó su investigación en la XIV Feria del Libro, en 2011, poco después de su encuentro con Hilma Contreras, y lamentó no poder entregársela personalmente a la autora que murió en la paz de su hogar y rodeada de sus libros.
La doctora Sheila Barrios está enamorada de la literatura dominicana y le declara su amor en cada libro. Ella mira la patria literaria dominicana con los ojos de afectos y admiración que suma a su rol de especialista
Y hoy está aquí, a orillas del Ozama, el río que parte en dos la Ciudad Primada de América, caminando con un libro en la mano sobre los nuevos escenarios de la Feria del Libro en la Zona Colonial y entregando su pelo a las primeras brisas de mayo. Llueve en estos días aunque siempre está el sol sonriendo sobre los viejos edificios donde una vez se hizo la historia. Pero Sheila tiene una palabra invencible, que no le tiene miedo a los elementos.
“Vine a traer un nuevo libro dominicano”, dice con palabras rociadas de luz. El libro se llama Margarita, la novela perdida del dominicano Francisco Carlos Ortea, periodista, narrador y padre de la poeta y cuentista Virginia Elena Ortea.
Para encontrarlo, la investigadora tuvo que hacer una larga travesía. “Miguel Collado incluyó su nombre en su libro Apuntes sobre la narrativa dominicana, y me llamó la atención que vivió en Puerto Rico y que escribió Margarita”.
“Pasa el tiempo y yo pienso que ese autor debería estar en la colección puertorriqueña, que es la más grande que tenemos en Puerto Rico. Sin embargo, me topé con que no. Existían dos obras de él allí, pero Margarita no aparecía”.
“Ese fue el reto: encontrar a Margarita y empezar a unir el rompecabezas sobre la aportación de Francisco Carlos Ortea con esas novelas a la literatura en Puerto Rico y en República Dominicana. Por ahí comenzó todo”.
La novela tiene un estudio crítico preparado por la doctora Sheila Barrios y agradecimientos al periodista y bibliotecario Miguel Aza y a la poeta Ylonka Nacidit Perdomo por el apoyo que dieron a la investigadora en su búsqueda.
Francisco Carlos Ortea se exilió en Puerto Rico para ponerse fuera del alcance de Ulises Heureaux, que ya el 7 de septiembre de 1881, al mando de una tropa al servicio del gobierno de Fernando Arturo de Meriño, había fusilado en la región Este a su hermano, también poeta, Juan Isidro Ortea.
La investigadora boricua publicará en lo adelante las novelas La enlutada del tranvía y El tesoro de Cofresí, que junto a Margarita completan una trilogía narrativa de Ortea.
La doctora Sheila Barrios está enamorada de la literatura dominicana y le declara su amor en cada libro. Ella mira la patria literaria dominicana con los ojos de afectos y admiración que suma a su rol de especialista.
“La dominicana es una literatura maravillosa y muy rica. Aquí hay una historia literaria que es digna de admirar. Aquí hay grandes nombres de escritores que para nosotros son maestros y referentes; desde las precursoras de la narrativa Virginia Elena Ortea, Delia Weber, Hilma Contreras, Aida Cartagena Portalatín hasta referentes como Juan Bosch, y muchas novelas del siglo XIX también”.
¿Cómo llega usted a la historia de Francisco Carlos Ortea?
Pues investigando. Uno llega a una investigación, y dentro de esa investigación se citan nombres, obras. Me llamo la atención que Miguel Collado, en su libro Apuntes sobre la narrativa dominicana, incluyera el nombre de él. Lo que me llamó la atención es que vivió en Puerto Rico y escribió Margarita. Pasa el tiempo y yo pienso que en la colección puertorriqueña, que es la más grande que tenemos en Puerto Rico debería estar ese autor. Sin embargo, me topé con que no. Existían dos obras de él allí. Indudablemente, era muy poco lo que aparecía, Margarita no aparecía.
Ese fue el reto, primero encontrar a Margarita y empezar a unir el rompecabezas sobre la aportación de Francisco Carlos Ortea, con esas novelas, a la literatura en Puerto Rico y en República Dominicana también, como dominicano. Por ahí comenzó todo.
¿Qué valoración tiene de Francisco Carlos Ortea como novelista?
Considero que, si lo vamos a valorar desde el punto de vista de novelista, posiblemente no podamos decir que es uno de los primeros ni mejores novelistas. Pero, indudablemente, las tres obras que escribió tienen un valor incalculable, dentro de la perspectiva literaria. Maneja el género, conoce el género, buen narrador, sabe narrar…
Pero yo creo que el valor mayor para la historia o la historiografía literaria son las circunstancias que hace que escriba esas tres novelas, las circunstancias históricas y, sobre todo, se convierte Margarita, que es la que acabo de publicar, en la primera tendencia de la novela sentimental en el Caribe. A mí me parece que por ahí, desde la perspectiva literaria, hay una gran aportación.
¿En qué circunstancias nacieron los libros de Ortea?
Él fue periodista aquí, dirigió el periódico El Porvenir. O sea, tiene ya un ejercicio como periodista de escritura incalculable. Se pudieron hacer otras investigaciones sobre el legado que dejó escrito aquí. Pero por lo menos en Puerto Rico deja tres novelas, bajo unas circunstancias muy particulares.
Emigra a Puerto Rico en condición de exiliado bajo la dictadura de Lilís (Ulises Hereaux), como muchos en ese momento. Pero no se limitó nada más a una emigración por condiciones políticas o por diferencias políticas, sino que se integró a la cultura, a la literatura y al periodismo en el país, en Puerto Rico.
Y de hecho, comienza, tan pronto llega, a laborar con el primer periódico de Mayagüez, que lo dirigía un dominicano. Se hace dueño luego de ese periódico. Después pasa a trabajar en La correspondencia, uno de los periódicos más importantes de Puerto Rico en aquella época, en San Juan. Pasa a ser dueño del periódico y ahí comienza su labor también de difusión de sus novelas. Las publicaba fragmentadas. Así que me parece que dentro de la perspectiva literaria cultural, se afincó muy bien a las letras en Puerto Rico.
Sin embargo, sus novelas, su obra, y puedo decirlo con toda seguridad, tanto en Puerto Rico como en República Dominicana, han pasado desapercibidas.
¿O sea, que Francisco Carlos Ortea es un gran olvidado?
Es un gran olvidado. Es uno de los tantos escritores que tenemos olvidados.
Y también mi interés no solo porque me apasiona la literatura dominicana, sino porque la literatura del exilio dominicano se ha trabajado mucho en el siglo XX en Puerto Rico, pero la del XIX no. Y entonces, uno tiene de referente a Manuel de Jesús Galván, y sin embargo, junto a él, otros escritores, que a lo mejor todavía no conocemos, aún permanecen en el olvido. Produjeron una labor que sería valiosísima para las letras dominicanas y las letras puertorriqueñas.
¿Qué otros nombres dominicanos hubo en el exilio dominicano en Puerto Rico?
Los hermanos Félix y Francisco Delmonte estuvieron allá y escribieron allá, y publicaron en periódicos; Manuel de Jesús Galván, por lo menos en el siglo XIX.
Eso lo podemos constatar en un libro que es un catálogo de extranjeros que se publicó en el siglo XIX, y que lo recoge Estela Cifre, una de las pioneras sobre estudios de emigración en Puerto Rico. Ella recoge en ese catálogo varios nombres. Incluye a los hermanos Félix y Francisco Delmonte; también a poetas, escritores; a Francisco Carlos Ortea.
Unos regresaron. Manuel de Jesús Galván se quedó en Puerto Rico y murió en Puerto Rico.
Y así me parece que la lista es mucho más larga que lo que los documentos históricos contienen.
¿Qué escribió Galván en Puerto Rico?
Por lo menos la novela Enriquillo, que es la cumbre, se escribió acá, en República Dominicana, pero sí trabajó en labores de oficina, en labores de periodismo, trabajó directamente en embajadas. Hizo una labor también muy fructífera en periódicos.
Lo que quiero resaltar es que fueron emigrantes, en condiciones de exiliados, que no fueron nada más a Puerto Rico a pasar un momento en lo que la situación mejoraba para regresar a su país, sino que en esa estancia trabajaron mucho y aportaron mucho a la economía del país en ese momento y a las letras también.
¿Qué historia cuenta Margarita?
Margarita, como la tendencia de la novela sentimental, trata una historia de amor entre Franck y la protagonista Margarita, una historia de amor dentro de una época muy convencional. Franck es un extranjero, Margarita es una viuda, natural de Ponce, Puerto Rico. Su condición de viuda en la época la limitaba también. Se enamoraron perdidamente. Esa relación estuvo ya en vía de consumarse hasta que la tragedia, pues, sobreviene. No cuento más detalles para que lean la novela.
Pero es una historia de amor muy al estilo de María, de Jorge Isaacs. Son tendencias muy propias de la novela sentimental en toda Hispanoamérica.
La novela sentimental no tuvo auge ni en Puerto Rico ni en República Dominicana. Así que encontramos un eslabón perdido en la historia de la novela en ambos países.
¿Qué pasó con el conjunto de la obra de Ortea?
Hay cuatro novelas de él. Madame Belliard sería su primera en el 1879 en Cuba, y tres que escribió en Puerto Rico. Dos de ellas están en la biblioteca de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, y Margarita me la hicieron llegar de aquí, de República Dominicana, pero dio trabajo.
Mi edición de la novela Margarita también es importante pues se agotó desde el primer momento, y se conservaron copias en algunas bibliotecas o bibliotecas familiares. Pero el conjunto de su obra está en Puerto Rico.
¿Qué motivaciones ha tenido usted para acercarse a la literatura dominicana?
Siempre como estudiante me fascinó la literatura dominicana, conocí las letras dominicanas desde mi escuela, como a los doce años, con Juan Bosch. Es el que más se estudia en las escuelas.
En el 1993, Ylonka Nacidit Perdomo organizó un congreso sobre escritores, sobre mujeres, y una profesora vino y me llevo muchos libros, entre ellos los de Hilma Contreras, y desde ahí mi pasión por la literatura, mi acercamiento a la narrativa, y cuando me decidí a estudiar, ya a nivel graduado, maestría y doctorado, noté que en Puerto Rico hay tantas tesis sobre literatura hispanoamericana y puertorriqueña, y sobre literatura dominicana, curiosamente, siendo países vecinos, se había investigado muy poco. Y por ahí mi pasión.
¿Cómo valora usted la literatura dominicana en general?
La dominicana es una literatura maravillosa y muy rica. Aquí hay historia literaria que es digna de admirar.
La compara también con muchos procesos de la literatura puertorriqueña porque en el siglo XIX hay unos ciclos en común, aunque ustedes en eso avanzaron, nosotros nos quedamos un poco atrás.
Así que yo entiendo que la literatura dominicana y la literatura puertorriqueña son dignas de estudiar y de admirar, y proceden de lo que es la literatura caribeña y el conjunto del Caribe, que es muy diverso.