SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La barriada de San Carlos tiene la virtud de llevar en su pecho un legado histórico considerablemente rico.
Desde los tiempos de la ciudad amurallada, cuando San Carlos era de los poblados principales, podemos encontrar interesantes relatos que muestran au relación con la transformación de la República.
Hoy es un barrio que emana alegría de sus callejones. A pesar de sus precariedades, la franca sonrisa, el canto y otras virtudes hacen a su gente olvidar sus calamidades cotidianas.
Allí podemos encontrar muchos “Pablo Pueblo” inmersos en lo que la musicóloga Rossy Díaz, llamaría la “rumba barrial”.
Del mismo corazón de aquella maravillosa y nostálgica barriada viene el percusionista Jorge Puello Soriano.
Tuve el honor de conocerlo hace un año en la Feria del Libro cuando fui atraído por los deliciosos toques de los tambores del grupo afrocaribeño “Guayacanal”, del cual él formaba parte.
Escucharlos cantar bomba y plena portorriqueña fue un deleite y una sorpresa para mí. Al ver éstas personas trabajando tan entregados por músicas que están muy lejos de lo comercial, pero que conforman parte de nuestras raíces como caribeños que somos.
Ver tocar su tambor a Jorge Puello Soriano en aquella actividad titulada “Poetas pál Colmado”, acto realizado el pasado 20 de abril por la Secretaría de Cultura en el colmado “Mañón” en dicha barriada, fue para mi otra sorpresa.
Escucharlo entonar los compases del tambor mientras bailaba, fue para todos un regalo, que de súbito nos hizo recordar el estilo de los grandes Ismael Rivera y Benny Moré.
Sentado con su tambor entre las piernas pudimos figurar en Jorge Puello Soriano a un Luisito Martí. Éste encantador percusionista cantó una canción maravillosa ayudada por una pizca de los deliciosos sonidos de la armónica, que con ágil maestría ejecutó mientras tocaba el tambor, la cual dejó plasmado en nuestras cabezas un mágico estribillo que representa el alma del Caribe: “¿Qué tiene la gente en su corazón? Música, danza y amor”.