La suma de coincidencias entre la novela De abril en adelante de Marcio Veloz Maggiolo y Escalera para Electra ratifica que durante el período 1960-1970 la literatura dominicana progresa hacia una vorágine generacional. La producción no obedece organizaciones temporales y el contraste es fructífero. He mencionado que estas novelas se aúnan porque muestran desafíos experimentales en medio de una generalidad que adopta las ideas más conservadoras del vanguardismo europeo. Por lo tanto, debo detenerme en los siguientes particulares: estas novelas resisten ser leídas o medidas a partir de la objetividad, o sea, que el sujeto de la ficción debe ser descrito desde y en función de los objetos que le rodean, en donde el personaje queda limitado a una descripción de la conducta y la circunstancia.
Ante una forma contracorriente de narrar, el conservadurismo ataviado de revolución afirma que la novela es un género en decadencia y predice su fracaso. Si la obra no tiene un evidente “contenido social”, queda invalidada ya que quien escribe debe crear un objeto y no meramente exponerlo, sino definirlo hasta las últimas consecuencias. El problema de esta teoría es que reside en la novela el elemento poético. Así, la novela no significa, sino que es en sí misma y en su ser encierra la partícula de lo social, ya que no se novela en total abstracción. En The Theory of The Novel, Georg Lukács explica que el ser no crea en soledad absoluta,
For a man does not stand alone, as the sole bearer of substantiality, in the midst of reflexive forms: his relations to others and the structures which arise therefrom are as full of substance as he is himself, indeed they are more truly filled with substance because they are more general, more ‘philosophic’, closer and more akin to the archetypal home: love, the family, the state (1).
Por necesidad, el ser humano refleja su entorno, lo imita o rechaza, y registra sus circunstancias. Es “más que un sujeto sensorial: tiene voluntad, organiza y abstrae sus experiencias, termina siempre elevándose al nivel de las ideas” (2). Cartagena Portalatín y Veloz Maggiolo responden al lenguaje cientificista mediante un universo simbólico que en su propuesta multi-dimensional de espacio y tiempo, se atiene al presente; que en su interés por concertar las distintas precariedades sociales y políticas del mundo, se mantiene arraigado a lo local mediante un principio de lógica y contradicción. De un escritor a otro se reproduce el mismo mito de lo universal. Este mito se aleja de la parte concreta del ser, concentrándose en fragmentos, en episodios particulares; está más cerca de una alerta de ensueño que de la atención requerida por la técnica. Sería inocente pensar en el sujeto separado del mundo mientras sueña, o que el sueño no es parte integral de lo vivido.
Aunque preocupadas por las formas abstractas de la realidad, estas escrituras se interesan en comprobar la madurez del ser intelectual/universal propuesto desde el tiempo sorprendido; materializan ese ser. Veloz Maggiolo lo consigue estableciendo paralelos entre los sucesos acaecidos entre 1963-1965 y el proceso colonial español en la isla. Los planos narrativos se alinean hasta completar un ciclo; la presencia española representa una forma de origen que concluye con la destrucción de la ciudad durante la invasión norteamericana del 1965:
Treinta y seis horas de fuego sobre la ciudad colonial. Cañones de 105 milímetros ladrando constantemente, vomitando su mortífero aliento sobre iglesias y torres coloniales, despedazando los viejos monumentos, violando la más vieja universidad del Nuevo Mundo; metiendo sus inmundas casas de campaña en medio del Alma Máter, cagarse en sus predios, bañarse desnudos en nuestras calles. De vez en cuando alguno de nuestros franco-tiradores apeaban de alguna azotea a uno de esos hijos de puta; pero sabíamos que eran cuarenta mil soldados, cuarenta y dos mil para ser exactos (3).
He aquí una muestra que permite repasar los atributos de la técnica narrativa de Marcio; véase el uso de las figuras de arbitrariedad con que la ocupación mancilla los lugares de orden y conocimiento. Nadie sale incólume de estos tratamientos; en la narración se ataca al invasor y al local, tanto el que se ha sumado a las filas de la resistencia como a los derechistas. Los trapos sucios quedan expuestos y esa cruda realidad en la pluma de Eddy, el aspirante a intelectual, se torna tensa, eufórica la mayoría de las veces. El narrador construye una apología del fracaso de acento épico, quijotesco.
Mientras en Escalera, aunque implícitos desde el comienzo, los conflictos entre estado, pueblo y colonialismo son destacados hacia la tercera parte de la novela: lugar de definiciones y reafirmaciones. Aída prefigura la línea colonial retomando la invasión del 1916; recuerda el esquema corrupto en Dominicana y reitera el sincretismo del lenguaje, técnica con la que anteriormente ha repelido la avanzada colonial,
Aquí matán a Lilí (4)
eimá fiero y ma tirano
i ei que lo imite así
aquí también lo matamo
oeé
Si aquí manda mericano
toitico tienen que dilse
poique ei machete que siembra
también epanta curise.
Al hacer referencia a este canto de guerra Cartagena Portalatín coloca en el mapa al Gavillero: “En Dominicana, desde que los gringos pisotearon por primera vez la soberanía nacional, a los patriotas que defienden su tierra, sus minas y sus cosechas, los llaman bandoleros o gavilleros”. La influencia de este sistema de guerrilla es fundamental para entender la institución de la Guardia Nacional Dominicana, organismo militar organizado por el cuerpo de Marines que produce el elemento Trujillo.
La biógrafa de Swain asegura haber nacido en medio de esta primera trifulca, lo que en cierta manera la autoriza a narrar, en el presente, la repetición de los acontecimientos que pone fin al ciclo de deconstrucción,
En 1963 vi a los militares echar por tierra la ley sustantiva; En abril de 1965 mis amigos: profesionales, artistas, escritores, obreros, artesanos y campesinos, cerraron filas como héroes y se levantaron con el propósito de restaurar la ley (…) Mis amigos no eran de Atenas, Esparta o Macedonia. Tampoco eran argivos o mirmidiones. Eran jóvenes defensores del honor de mi pueblo.
Esta postura combativa se extiende hacia la crítica y el mundillo artístico nacional. En ambas novelas se asedian duramente las posiciones asumidas por la práctica literaria tanto a nivel nacional como extranjero. En De abril, el narrador compone todo un montaje del ridículo representado en las capillas, el elogio mutuo, la tirantez y el grupismo. Eddy no critica desde el margen, es un personaje tan patético como el resto de la camada; desde el inicio desnuda las características del bando al que pertenece y como se sabe parte, no hace de juez,
El domingo por la mañana bien temprano, mientras me afeitaba, pensé en el finalismo de Zinia. Todos dizque teníamos obras inéditas. Éramos genios sin descubrir. En el fondo lo que había era un juego snob que no nos permitía concentrarnos. La literatura era una especie de masturbación encerrada en títulos que no existen y capítulos que jamás aparecerán.
Zinia es el modelo del intelectual al que los aspirantes desean elevarse. Es una mujer viajada y estudiada, escritora reconocida internacionalmente por sus investigaciones científicas pero sobre todo por su trabajo literario. La importancia de este personaje se establece desde el mero comienzo. El objetivo de Eddy es escribir una novela por una cuestión de honor ya que la mujer ha quedado finalista en un concurso internacional. La conformación de este personaje redondea la magnitud de la escritura de Maggiolo. Con Zinia, se le otorga el rasgo trascendental a lo femenino: para convertirse en el hombre deseado, los hombres deben imitar a Zinia.
Zinia es el reflejo de Aída, la ciudadana, la escritora caracterizada por la severidad de su pensamiento, por las formas incorruptibles estructuradas en su decir. Es la mujer que no va a fiestas ni responde a afiliaciones; artista que, preocupada por la estética, no abandona la forma para compartir sus pronunciamientos, “La biógrafa se muerde la lengua. Se queda con los ojos fijos en una bandera que continuamente es profanada”.
Eddy envidia el prestigio que otorga el premio y las maneras en que la mujer se conduce; responde procurando restarle importancia a la obra de la escritora y la compara con un inventario de figuras conocidas, una suerte de éter compuesto por hombres en su totalidad. Desfilan los nombres de Severo Sarduy, Goytisolo, Rodríguez Monegal, Carpentier, Vargas Llosa, Onetti, Cortázar, escritores que se encuentran también en Escalera. Sé que la importancia de estos nombres es conocida pero entiendo necesario sugerir los estudios de Zunilda Gertel, quien elabora un mapa genealógico que conecta la producción de la novela en sus procesos coloniales e hispanistas y el peso de las influencias masculinas en el canon latinoamericano. La novela hispanoamericana contemporánea es además un texto ejemplar, ya que diserta sobre las novelas y autores que pueden considerarse referencias obligadas en la cultura hispanoamericana; una muestra de ello es el extenso apartado dedicado al El Boom (5). Por último, la nominación de estos escritores se justifica ya que, como ha dicho Ramón Figueroa, ambas novelas son también diarios de escritura en donde teoriza sobre el ejercicio novelístico y los postulados que rigen en la narrativa del momento; ya se ha visto además cómo ambas novelas conceden un nivel superior a lo femenino en el proceso de jerarquización de género en la literatura y la sociedad. La confluencia entre realidad y ficción reflejada en Zinia, en contraste con la personalidad de Aída Cartagena Portalatín y el conglomerado de mujeres poderosas que se instituye en su obra, provee un espacio fértil para ensayar una teoría de los modos funcionales del mito como forma de cohesión en el lenguaje de la novela; sus acercamientos y distancias a la historia y la sociedad.
Notas
- Lukács, Georg. The Theory of The Novel. Trad. Anna Bostock. London: The Merlin Press Ltd, 1988.
- Sábato, Ernesto. El escritor y sus fantasmas. Buenos Aires: Grupo Editorial Planeta/Seix Barral, 2006.
- Veloz Maggiolo, Marcio. De abril en adelante. Santo Domingo: Ediciones de Taller, 1975.
- Juan Daniel Balcácer reúne, en forma de esquema onomástico, la verticalización del poder dictatorial en Dominicana. En este exhaustivo índice, el general Ulises Heureaux (Lilís) recibe una atención especial: “Elegido Presidente por primera vez para el bienio 1882-1884, que cumplió constitucionalmente, retornó al solio presidencial en 1887, pero a partir de ese año –merced a la represión y al terror políticos-, logró extender su mandato hasta el 1899, convirtiéndose en el primer gobernante dominicano que en el siglo XIX retuvo el poder durante doce años de manera continua (…) El general Lilís culminó sus días el 26 de julio de 1899 cuando cayó abatido a tiros en la ciudad de Moca.” Véase Balcácer, Juan Daniel. Trujillo: El tiranicidio de 1961. Santo Domingo: Taurus-Santillana, 2006.
5. Gertel, Zunilda. La novela hispanoamericana contemporánea. Buenos Aires: Editorial Columba, 1970.