REGUÍO

“. . . además, regular el caudal de agua para los sistemas de REGUÍO del Río Camú. . .”

Este vocablo del título no consta en la nómina del diccionario oficial de la lengua española. No es raro que esto ocurra. Es un dominicanismo. Lo que sí es insólito es que no aparezca en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Donde sí se encuentra es en el Diccionario del español dominicano (2013:595). Las diligencias pertinentes fueron hechas para que se reconociera la voz en cuestión en ese diccionario. En ese lexicón se encuentra como perteneciente al habla rural y su definición se hace por medio de un sinónimo, riego.

Llama la atención el hecho de que no constara ya en el año 2010 en el Diccionario de americanismos antes mencionado, pues ya Henríquez Ureña y Patín Veloz lo habían recogido de la misma forma en que se insertó en el año 2013. Es una voz que se ha catalogado de rural, pero es nuestra.

Es probable que la voz reguío sea documentada con las citas correspondientes en la próxima edición del Diccionario del español dominicano.

En las líneas siguientes se lanzará una posible explicación con respecto a la formación de la palabra. La voz reguío fue influenciada en su forma para diferenciarla de la voz riesgo, que en el habla rural y descuidada se pronuncia sin la ese /s/ y suena igual que riego. Otra explicación posible es que en el ámbito rural aparece otra voz que tiene relación con la aquí estudiada, regola, que se usa para “canal de riego”. Obsérvese que tanto en regola como en reguío la primera vocal es la letra /e/. No hay diptongo en ellas. La palabra regola está documentada en la literatura dominicana.

Regar es un verbo que por su etimología no debiera diptongar la vocal radical en las formas del presente; el diptongo le viene por influencia analógica, así lo expresa el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-IV-843).

La zonas rurales recibieron más tarde que las de los litorales las influencias de los cambios de la lengua. En el “interior” se guardaron por más tiempo los arcaísmos. En portugués existe aún rego para el “surco natural o artificial que conduce agua”. En gallego rego es “arroyo, surco, canalillo, zanja”.

Aquí es oportuno preguntarse de dónde salió la terminación. Esta terminación es común en español; se encuentra en una gran cantidad de palabras conocidas hasta en las zonas rurales.

Antes de censurar estos dominicanismos debe tenerse en cuenta que existen palabras aceptadas y auténticas, con la formación sobre re- para palabras de la misma familia; así formadas existe, regadera, regadero, regadío, regador, regante. No es justo que descalifiquemos este dominicanismo sin antes analizarlo.

Es probable que la voz reguío sea documentada con las citas correspondientes en la próxima edición del Diccionario del español dominicano, pues los recursos modernos permitirán detectarla en los periódicos.

VUELTO – DEVUELTA

“. . . el consumidor perderá el VUELTO porque el comerciante no tenía. . .”

Las dos voces del epígrafe pertenecen al español dominicano. Se comparten con otros países, pero en algunos de esos países estas poseen significaciones diferentes a la dominicana.

La palabra vuelto figura en el diccionario oficial de le lengua española. Allí consta como americanismo del “Dinero que, al cobrar, y para ajustar una cuenta, se reintegra a quien hace pago con moneda, billete de banco o efecto bancario cuyo valor excede del importe debido”.

Con la voz devuelta el hablante de español dominicano expresa a su manera la acción de devolver lo que no le pertenece cuando se le paga en exceso de lo debido

No puede ocultarse que los redactores de esta acepción dieron una vuelta a las palabras para producir una definición que terminó larga en demasía.  Justo es reconocer que otros diccionarios no son más afortunados en la redacción de esta acepción que el de las Academias.

La palabra vuelto figura en el Diccionario de americanismos de las Academias de este modo, “Cambio, dinero que se devuelve a quien hace un pago con moneda o billetes superior al importe debido”. Junto a esta definición aparece la lista de diecinueve países en los cuales se usa esa palabra de esta forma. Si se suman los habitantes de esos países, el resultado es una cantidad tres veces superior a la de los hispanohablantes peninsulares. Cualquier comentario con respecto a esto obvia.

La devuelta, a su vez, es una voz conocida en República Dominicana para designar la misma operación llamada también con el nombre vuelta, que es de uso además en el occidente de Colombia. En Chile usan esa voz para “Devolución o restitución de algo a alguien”.

Con la voz devuelta el hablante de español dominicano expresa a su manera la acción de devolver lo que no le pertenece cuando se le paga en exceso de lo debido. Esto demuestra una vez más la inventiva bien encaminada del hablante dominicano de español, pues añade la preposición “de”, convertida en prefijo, antepuesta a la voz del español general.

DE OFICIO

“Esas vacunas procedentes de “autocracias” tienen que ser DE OFICIO un desastre…”

Es patente que el uso que se hace de la locución adverbial “de oficio” se encuentra utilizada en la frase reproducida de un modo extraño al uso general.

En el lenguaje jurídico “de oficio” se refiere a una diligencia que se practica judicialmente sin instancia de parte. En el lenguaje administrativo con esta locución adverbial se alude a las actuaciones judiciales motu proprio, es decir, aquellas que se disponen y cumplen sin requerimiento de parte.

Este tipo de atribución llegó al español dominicano desde la lengua francesa.

El Diccionario panhispánico del español jurídico ofrece en su definición de “de oficio” el rasgo que el hablante dominicano ha aprehendido de modo independiente, “Dicho de una actuación administrativa o judicial: Realizada a iniciativa del órgano administrativo o judicial, actuando en ejercicio de sus funciones, sin solicitud ni requerimiento previo de un tercero”.

Esa parte subrayada es la que el hablante de español dominicano ha retenido. Este “de oficio” se utiliza en el lenguaje dominicano para referirse a las funciones que desempeña un funcionario del Estado sin necesidad de elección o solicitud previa, es decir, que se asigna en tanto inherente al desempeño de sus funciones en el tren administrativo. En la mayoría de los casos se utiliza para la participación del funcionario en un consejo administrativo o directivo que no está directamente bajo su mando.

Este tipo de atribución llegó al español dominicano desde la lengua francesa donde ciertos cargos públicos conllevaban responsabilidades inherentes a las obligaciones del cargo principal.

El hablante de español dominicano entiende que esa función que desempeña el funcionario, que resulta de otra principal, le llega de manera involuntaria. El hablante reduce toda la elaboración anterior a una sola palabra, “automático”, más bien al adverbio, “automáticamente”.

Se presume que de ese modo es como ha usado el redactor de la cita la locución adverbial “de oficio” en la frase. Vale decir, por proceder de una autocracia, las vacunas son un desastre “por el hecho mismo” de su origen.