(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)
Al Dr. Raymundo Amaro Guzmán, se le reconoce en el país, como el padre de la administración pública. Es muy merecido ese reconocimiento, por sus significativos aportes al desarrollo institucional de las funciones administrativas públicas o estatales en nuestro país.
En gran medida, eso que hoy se conoce como "Carrera Administrativa" y, en gran parte, lo que hoy se llama Carrera Especial Diplomática de la República Dominicana, es resultado de los impulsos sostenidos por Amaro Guzmán, en su calidad de especialista e investigador del área de los procesos administrativos públicos o estatales.
Lo que muchos olvidan es su persistente labor de gestor cultural, en defensa de una sociedad lectora. Su empeño a favor del libro y la lectura ha quedado como una "huella indeleble", en los anales de nuestra nación. Hasta ahora, nadie como él, ha podido conllevar esa iniciativa, sin declinar, hasta la muerte, como lo hizo el Dr. Raymundo Amaro Guzmán.
Es de justicia reconocer sus méritos en ese sentido, aunque algunos ojos llenos de ingratitud no quieran mirar sus insustituibles aportes al desarrollo cultural de la nación dominicana. Amaro Guzmán fue un filántropo del siglo XIX, así de simple y sin mucha alharaca.
Repito: En su tiempo, mientras unos estaban y robando el dinero del fisco nacional, o persiguiendo y asesinando a contrarios políticos, este hombre visionario, estaba apostando al desarrollo del libro y la lectura, sustentado en su ideal de utopías.
Otro aporte que le debemos al Dr. Raymundo Amaro Guzmán, es el de vincular al país con los más importantes organismos internacionales que, hasta este momento, se han destacado como centros para el desarrollo del libro y lectura, a nivel mundial, y, de manera específica, en Latinoamérica y el Caribe.
A él le debemos esa visión de vincularnos en el plano internacional, con la UNESCO y con el Proyecto Interamericano de la Literatura Infantil (PILI), como una forma de situar al país en el centro de las discusiones culturales y literarias que le permitieran beneficiarse o auxiliarse de los aportes y/o colaboraciones de esos organismos internacionales, de manera gratuita.
El Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación, deben poner en agenda un tardío, pero oportuno reconocimiento a este dominicano que creyó en el valor y en los aportes del libro y la lectura, cuando la persecución, el asesinato y los actos deleznable, eran el relicario de cada día. Honor a quien honor merece.
Para que se tenga una concepción más objetiva sobre la pragmática de hombre público, de este servidor dominicano, me permito citar estos dos párrafos de la introducción que él escribió al libro titulado ""Fomento del Libro en República Dominicana" (Publicaciones ONAP, Santo Domingo,R.D., 1982). Veamos:
"Santo Domingo, por su tradición histórica de país "Cuna de América", donde donde se erigen las primeras universidades del Nuevo Mundo y desde el cual se proyecta la civilización hacia el "Continente de la Esperanza", no podía convertirse de repente en una Nación indiferente al desarrollo cultural" (p. IX)IX)
"Tal rechazo, es la actitud decidida y responsable del Gobierno de Concentración Nacional, que ha apoydo con vehemencia el Programa de Fomento del Libro y la Lectura en la República Dominicana, y ha iniciado la institucionalización de los mecanismos legales adecuados para la protección autoral universal" (p. IX).
Como se puede advertir en estas citas, el Doctor Amaro Guzmán, también se preocupó por la defensa del derecho de autor en este país. Un área que, hoy en día, amerita del apoyo estatal, como parte del circuito creativo que entra a formar parte de la industria cultural nacional.
Eso nos confirma que el doctor Raymundo Amaro Guzmán, proyectó su mirada más allá del libro y la lectura. Se fijó también en el respeto a la autoría del libro o de las creaciones literarias y a la industria cultural en este país, como una certera advertencia al Estado dominicano, lo cual se ajusta muy bien a las políticas culturales y de derecho de autor que han de primar en nuestro país, sobretodo hoy, en estos tiempos globales, inmersos en la virtualidad.
Cuando en este país se procure resaltar a un hombre ético y que haya entregado su vida pública y privada a una esperanza en torno al desarrollo del libro y la lectura, hay que recurrir al doctor Raymundo Amaro Guzmán, un académico entregado al fortalecimiento de la democracia, la cultura y al desarrollo institucional de la nación dominicana.