RÁMPANO

“Y por otro lado, las enfermedades como la fiebre amarilla, el RÁMPANO o el paludismo. . .”

El estudio de esta voz permitirá exponer algunas ideas personales. La inserción de este tipo de consideraciones en estos escritos es algo que se ha convertido en costumbre.

La voz rámpano es muy dominicana. Esto es, la creación de la voz fue obra de los hablantes de español dominicano. El significado que le fue asignado a la voz se ajusta muy bien a algo desconocido para una voz semejante.

El problema adquirió tal proporción que en el habla la voz rámpano pasó a expresar, “Problema grave que no se consigue solucionar”.

En la cita que encabeza esta sección el redactor de la frase trata a rámpano como una enfermedad. Nunca antes se había leído un uso como este. Eso no significa que no fuese una enfermedad; se la conocía más bien por la cicatriz que dejaba la úlcera. Hay que aclarar que cuando el autor de estos comentarios entró en contacto con esta voz el rámpano ya no era la úlcera resistente a los remedios de otra época; quizás por esto solo se conocía la señal que dejaba.

El lexicógrafo que primero se ocupó de esta voz fue Patín Maceo, “Úlcera fragedénica de los países tropicales, y que ordinariamente se produce de la rodilla al pie”. Dominicanismos (1940:174). El término fragedénico es obsoleto en la lengua común y en medicina significa “Que corroe”. Diccionario general etimológico de la lengua española (1881-II-656).

A lo citado D. Emilio Rodríguez Demorizi añade, “Llaga en las piernas, azote de las tropas españolas durante la guerra de la Restauración”. Del vocabulario dominicano (1983:221). Como era de esperarse de D. Emilio, introdujo una nota sobre historia dominicana en la descripción de la voz.

Una de las características de este tipo de úlcera la destaca el Diccionario de cultura y folklore dominicano (2005:331), al agregar “…es difícil de curar”.

La descripción más detallada del rámpano la trae el mataburro cibaeño, Aiguna palabra dominicana (2015:316), “Úlcera de la piel, a consecuencia de una herida complicada, o un tropezón severo, casi siempre en los pies y las piernas, y que tarda mucho en curarse”.

Más arriba se aludió al hecho de llamar con el nombre rámpano la señal o cicatriz que deja(ba) la úlcera maligna que corroía los tejidos próximos y la carne. Hay que pensar que este era un problema importante de salud porque se complicaba cuando todavía no se conocía el antibiótico e incluso antes de la penicilina. En los pueblos pequeños o en los campos se trataba con pomadas o polvo de sulfatiazol.

El problema adquirió tal proporción que en el habla la voz rámpano pasó a expresar, “Problema grave que no se consigue solucionar”.

En el aspecto social llegó a considerarse una enfermedad típica de los moradores de los campos. De allí, si la persona presentaba cicatrices en las piernas, sobre todo las mujeres, se las consideraba campesinas o de origen campesino. Adquirió así un cariz despectivo o de clasificación social.

MAMEY

“. . . en esta exposición acoge en su círculo cromático el rojo intenso, amarillo oro, MAMEY. . .”

En la actualidad los dominicanos casi no usan el vocablo mamey para referirse a la fruta. En lugar de eso llaman zapote a la fruta de este tipo. Tanto mamey como zapote son vocablos que entraron en la lengua castellana desde las orillas americanas. Este origen hace del vocablo materia de interés para los hispanoamericanos.

Desde el principio hay que dejar bien entendido que el tratamiento que se hace de los nombres de estas frutas es puramente lingüístico y no se trata desde la perspectiva botánica.

Se conoció la fruta con el nombre de mamei o mameyo, Se la conoce con el nombre en latín Mammea Americana.

Desde que los españoles llegaron al Nuevo Mundo se maravillaron de la abundancia de árboles frutales, así como de la exquisitez de algunas de estas que eran ponderadas con exaltación.

El P. Las Casas escribe, “La fruta que los indios llamaban mameyes; esta fruta es de olor y sabor fruta de reyes. . .” Le concede tal importancia a la fruta que entra en una detallada descripción de esta.

Se conoció la fruta con el nombre de mamei o mameyo, Se la conoce con el nombre en latín Mammea Americana. De acuerdo con D. Roque Barcia, el nombre proviene “del latín mamma, teta, por semejanza de forma entre los frutos de este árbol y un pezón”. Diccionario general etimológico de la lengua española (1881-III-608). Esta es una negación del origen indígena del nombre de la fruta.

“En la parte occidental de Cuba se le dice “Mamey de Santo Domingo”, para distinguir del “Mamey colorado”, al que los indios llamaron Sapote, como aún se le conoce en muchas partes…” Lexicografía antillana (1914:362).

Las descripciones de la fruta pueden variar un poco, sobre todo con respecto a los colores. La pulpa puede ser considerada amarilla rojiza. No faltará quien defina el color de la masa de la fruta como “color ladrillo”. En esto del color de la masa del fruto hay que observar cuidado porque hay una gran variedad de mameyes y el color de la parte comestible del fruto varía.

En República Dominicana se conoce el color mamey. Si a un hablante de español dominicano lo colocan en la situación de definir el color es probable que dude. No obstante, si se colocan uno al lado de otro, el amarillo, el anaranjado y el mamey ese hablante no vacilará al elegir o señalar cada uno de ellos.

El nombre mamey participa en una locución verbal conocida, “acabarse el mamey”, que destaca que “llega a su fin la situación o el objeto del que se hacía uso y usufructo”. Existe además la frase coloquial “ser un mamey” que se usa para dar a entender que “algo es fácil de conseguir o lograr”. Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:298-9). El hablante de español dominicano usa la palabra mamey para, “persona de trato fácil”. El terreno poblado de mameyes se conoce con el nombre de mameyal o mameyar. Diccionario del español dominicano (2013:437).