José Rafael Sosa/Servicio Especial

SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Tras caer el telón inexistente telón en la sala Ravelo del desesperante, exquisito y contradictor texto dramático del cubano Alberto Pedro Torriente, “Weekend en Bahía”, Raeldo López nos sorprende al mostrar unas garras actorales que no había sacado nunca antes en su vida.

No lo habíamos visto en el desempeño demandante de transición emocional en tantas direcciones contrapuestas, exponiendo al máximo su capacidad de expresión.

Raeldo López no se come a nadie y mucho menos a su compañera de actuación, Hony Estrella, con la que conforma un proceso actoral de una unidad y química tan comprometido y complejo, que dejan de ser actores individuales para entregar una experiencia escénica que

debe remover consciencias sobre la incapacidad masculina de entender los procesos de las mujeres.

López tiene su mejor actuación en su carrera y que no se vanaglorie de ello, porque en realidad se le está llamando a una definición existencial, ofreciéndole un camino de esfuerzo sostenido, trabajo constante y el final, tan solo el breve aplauso de un público al que habrá transportado a muchas vidas.

El desnudo de la pareja, factor del que se ha querido sacar una ventaja mercadológica al filtrarla a los medios, por muy hermosa y atractiva que resulte la Hony, se extiende más de lo escénicamente necesario y casi cae en un atractivo extra teatral.

La producción de Juancito Rodríguez volvió a escena con Raeldo López (Esteban) y Hony Estrella (Mayra), quienes entregan una actuación transformacional que en muchos momentos los convierte en un solo cuerpo al ritmo del parlamento, la corporalidad tintada de danza moderna y la vinculación de sus histrionismos como pocas veces hemos visto una pareja en desempeño integral de sus créditos actorales.

Raeldo (Esteban) logra una actuación que debe llamarlo urgentemente a escena y a dejar los trabajos de comunicación como “voz en off” de comerciales. Este

artista se transforma a niveles sorprendentes, dando drama y comedia en dosis cuidadosamente estructuradas. Él y la Estrella se hacen dueños del escenario en una pieza dotada de una intensidad dramática tal que de no ser por los giros del humor negro, resultaría densa al extremo.

Hony nos ha sorprendido muchas veces, sobre todo en teatro, con un desempeño que da cuenta de que no está en este ambiente tan solo por la imagen y la perfección de su cuerpo. Es una actriz entrenada y responsable. Es buena y tiene fe en sí misma. La intención del autor cubano de revelar la incomunicación de lenguajes femenino y masculino, queda como lección por aprender. Las variaciones de estados de ánimo, subidas y bajadas emotivas, se desarrollan cual carrito desbocado en montaña rusa y a todo vapor.

La experiencia de “Weekend en Bahía” hay que agradecerla a un Juancito Rodríguez que comenzó como actor secundario en obras infantiles y que ha crecido profesionalmente hasta ser gestor de teatro cualificado.

Cada uno de sus montajes tienen acierto y criterio y justifican plenamente meses de ensayo, jornadas de búsqueda de patrocinio y la satisfacción y fascinación de un público que, al final, no tiene otra forma de

reciprocar que no sea el aplauso generoso y decidido.

La directora, Indiana Brito, sabe ubicar con sentido los elementos a su cargo, los recursos humanos y técnicos a disposición, sacando de ellos el mejor partido.
Brito establece una marca de dirección teatral que deja una perspectiva de madurez, a pesar de la edad reflejada en su adolescente rostro.

La escenografía, basada en caja negra con apuntes dibujados en blanco, es un minimalismo efectivo de Fidel López.