Colaboración de la profesora y licenciada Rita Díaz, del Colegio Bilingüe New Horizons, Santiago

Como docente son muchas las ocasiones en que he tenido que lidiar con la expresión: ¡a mí no me gusta leer! dicha por estudiantes de distintos niveles. ¿Es acaso esto cierto?  El proceso de lectura inicia a muy temprana edad- desde mucho antes de estar en edad escolar- y nos acompaña por la vida hasta que las destrezas del pensamiento  pierden su facultad. Nos pasamos toda la vida leyendo e interpretando el mundo: el semáforo, las caras de los que nos rodean, los periódicos…. No obstante, seguimos con la disyuntiva de la poca motivación que tienen nuestros jóvenes estudiantes al referirse a los libros. La falta de actitud positiva para afrontar la lectura se traduce, en muchas ocasiones, en fracaso escolar. Son muchos los factores que van condicionando al aprendiz para que se forme una idea negativa sobre el leer. Entre estos tenemos:

  1. Dejar la lectura como una responsabilidad exclusivamente a la escuela. Muchos padres entienden que es la escuela quien debe incentivar u obligar al niño/joven a leer y que su labor es llevarlos a esos recintos o instituciones para que cumplan su “deber”.  Es el primer error que se comete, pues el niño lee en su casa antes de ir a la escuela, esta lo único que hace es formalizar y complejizar esos saberes. Además, los padres van formando y moldeando el comportamiento de sus hijos, y como conocen sus gustos lo pueden llevar a la lectura por diversión, que es la primera etapa.
  2. Presentar la lectura literaria o académica como una obligación. Los docentes, en su afán de  cumplir con un programa escolar, dictaminan el tipo de libro que deben leer sus estudiantes, a veces, con criterios poco claros.  El estudiante,  cuando asume el deber, lo hace para “salir del maestro” y no perder la calificación.
  3. El poco vínculo que existe entre la lectura y la realidad. Muchas veces el estudiante no es consciente de la necesidad de leer. Cómo se forma un médico, un arquitecto, un abogado, un libre pensador… si no adquiere el hábito de lectura a temprana edad. Pero este aprendiz no logra solo cogerle amor a la lectura, debemos enseñárselo.
  4. Los maestros no modelan el amor por la lectura. Cómo podemos pedirles a los estudiantes que lean si a nosotros mismos no nos ven leyendo.  Nos mantenemos en un círculo vicioso: docentes que leen poco, formando a estudiantes que leen poco.

Es imperioso, sobre todo en esta época de rápido acceso a la información y la globalización de la actividad intelectual,  tomar el control como padres y maestros responsables y dejar que nuestros estudiantes se inserten en el mundo de la lectura.

La maestra Rita Díaz,  del área de español del colegio Bilingüe New Horizons Santiago, y especialista en Lingüística, sugiere a los padres:

  1. Hacer de la lectura una meta familiar. Como se inscribe un hijo para que estudie pintura, idiomas, ballet, etc. que la lectura de textos, libros de literatura o de interés público (revistas-periódicos-blogs especializados…) sean parte de la organización del tiempo familiar.
  2. Dialogar con los hijos sobre los tipos de libros  que les gusta. Motivarlos a hablar de ello tiene gran utilidad pues permite que organicen sus ideas para expresarse, les da autonomía en su aprendizaje, aparte de que es un momento donde el hijo es escuchado por su padre, lo que refuerza su personalidad.
  3. No castigarlos haciéndolos leer o por no haber leído la asignación propuesta. La lectura es disfrute, no se debe asociar jamás con  sanciones.

A los maestros, se debe hacer también alguna salvedad:

  1. Busque la forma de leer con los estudiantes, modele la lectura, interactúe con ellos.
  2. No castigue al estudiante por no haber leído, al contrario, haga de la lectura un momento interesante que lo haga lamentar no haber leído en ese momento y querer incluirse en la próxima.
  3. Trabaje las inteligencias múltiples en las asignaciones. No siempre se lee  para llenar una prueba.. Lea para conocer y descubrir distintos mundos posibles.
  4. De vez en cuando, deje que ellos elijan lo que quieren leer y si no se deciden comente los temas que les interesan y sugiérales algunos libros.

Finalmente, es necesario que veamos la lectura como un medio para interpretar nuestro  mundo, esencial para nuestro crecimiento  humano y a la que podemos sacarle mucho provecho. No es cierto que hay personas a quienes no les guste leer, lo que tenemos es un mal enfoque de lo que leer significa en nuestras vidas.