SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Todo proyecto de cine dominicano es positivo, por muchas que sean sus tareas pendientes y sus deudas indudables.

La comedia Profe por Accidente es una oferta atractiva y comercialmente poderosa a partir del jueves, pese a que  no es obra de arte perfecta y nos deje deseando más concepto, anhelando las alas voladoras de un cine nacional matizado por la identidad nacional la imaginación sin fronteras y el potencial de poder gustar en cualquier cine del planeta en que sea proyectada. La película va a gustar mucho, a todo público popular.

Hilarante y divertida, está dotada de un humor generador de la generosa carcajada, pero con la debilidad de un criterio muy basado en el parlamento, herencia que  cultivando casi sin querer  debiendo a la procedencia infaltable y  televisiva  de los protagonistas,

No obstante, la comedia tiene sus honores; también ofrece elementos atractivos, frescos y novedosos como la actuación de los niños y niñas de la Academia Amauri Sánchez y el plato fuerte de la actuación de Fausto Mata, secundada a cierta distancia por la de Roberto Ángel, a quien deseamos actoralmente más libre.

La  comedia tiene clarísimo el potencial para gustar a la gente, apoyada en guión sencillo,  en el género –la comedia- , una realización técnicamente cuidada y digna,  en un casting realizado con conciencia  y al  un avance profesional para la naciente industria sus elementos técnicos.

A las películas  ya no le bastan con que sean dominicanas para acogerlas y añoñarlas. Ya  se les  puede exigir mucho más, sobre todo en materia de su concepto. Los guiones pueden ser mucho mejores.

La  comedia tiene clarísimo el potencial para gustar a la gente, apoyada en guión sencillo

Anoche, en su premiere, realizada en el Teatro Nacional, la gente rió a carcajadas de buena gana, creando una relación de risas continuas que apuntan a que la producción se ha hecho para gente que va al cine a escapar de lo cotidiano, mediante una comedia que permita el milagro de la desconexión social por hora y media.

Entre los dos protagonistas e incluso entre los personajes secundarios, los diálogos son picarescos, cruzados y vivaces. La química  de la pareja co-protagónica untada de esa magia envolvente  tiene un profundo con olor a gusto popular y boletas vendidas.

Una actuación, la de Mata, está llamada a transformarse en el plato de miel que habrá de buscar ese público para el cual el cine es vía de evasión y, si hace reír, mucho mejor, sin atender consideraciones intelectuales que diseccionen a fondo los aspectos técnicos y artísticos.

Mata es  el fuerte atractivo con su esmirriada figura, sus ojos expresivos, su caminar insatisfecho de la vida, lo vuelven a colocar en el entorno del éxito como cuando protagonizó Sanky Panky

Mata, muy marcado por la televisión que le ha impreso en la piel evitables clichés y moriquetas ya conocidas y procedentes de otras producciones de cine y televisión. Su fuerte está en el parlamento cómico, picado, cortante, sugerente

Cada director es dueño de sus películas y su guión, pero de haber sido nuestro, no hubiéramos puestos a profesores en ejercicio a tomar mientras juegan billar, por las implicaciones de mensaje no ético de cara a su oficio en las aulas.

Vuelve a sentirse necesario que los guionistas tengan un criterio amplio, multivalente y pro-activo de las mujeres, olvidando que son mucho más que seres a la caza de un hombre para validarse como personas y despojarlas de estereotipos (o gordas o esbeltas a la perfección) para usar modelos biotípicos normales, sin separar las blancas delgadas de las negras gordas. O seres simples, a la defensiva existencial, interesadas tan solo en la seguridad económica que un hombre puede aportarles.

Esa es la parte más fácilmente rectificable de algunas producciones que insisten en no darse cuenta de la que imagen de la mujer ya no es la misma y que hay que ponerse a la altura de los tiempos.