El escritor Miguel Solano se quejó de las decisiones de los miembros del jurado de los renglones Novela y Cuento, que fueron declarados desiertos para los premios nacionales de literatura del año 2018, y llamó al ministro de Cultura, Eduardo Selman, a revisar la decisión.

De acuerdo con Miguel Solano, los miembros de los jurados para ambos renglones aplicaron venganza personal contra los escritores que presentaron obras. Dijo que el ministro de Cultura debía designar nuevos jurados, que incluya a escritores extranjeros y a uno dominicano, para que las malas relaciones entre los escritores locales no dañen la buena literatura.

Novela de Nan Chevalier que participo en Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura

A continuación, el texto enviado por Miguel Solano a Acento:

“Hay que desconocer la decisión de los jurados en cuentos y novelas”

Por Miguel Solano

Pocas veces, los concursos nacionales de novelas y cuentos habían tenido obras de tan alta calificación como las que participaron este año. En novela, por ejemplo, Caléndula de Kianny N. Antigua, Esquivos rostros de mujer de Roberto Marcallé Abreu, Payaso al caer la tarde de Nan Chevalier y Jesús de la tierra de Edwin Disla. Y en cuento, Sutiles de Fernández Pequeño y La eternidad que empieza de Rafael García Romero. Pero, el ministerio de cultura, ignorando que como dijera Pedro Henríquez Ureña, aquí la literatura es guerra, y el que no está con su loriga, con su espada, con su armadura, está perdido, cometió el imperdonable error de nombrar solo, como jurados, a escritores nacionales.

En nuestro mundillo literario todos nos conocemos y basta con que se suscite en una peña, una pequeña discusión para que alguien decida guardártela, como fuente de odio, y cobrártela en la primera oportunidad.

Lo que Manuel Mora Serrano, como jurado del premio de novela, le hizo a Roberto Marcallé Abreu, estuvo muy bien, desde el punto de vista de la venganza. Se le hizo a Marcallé Abreu lo que él le había venido haciendo a los escritores dominicanos. Ya Mora Serrano no se irá a la tumba con la deuda pendiente y Marcallé Abreu, sabe ahora, que lo que se hace en la tierra, en la tierra se paga: los jurados declararon el premio desierto, porque las obras carecían de profundidad en la estructura, fondo y forma.

Novela de Marcallé Abreu

¿Pero puede el mismo Marcallé, Premio Nacional de Literatura, el narrador más considerado por el exigente crítico literario Giovanni di Pietro, escribir una novela carente de profundidad en la estructura, fondo y forma? Quizás. ¿Pueden igualmente Kianny N. Antigua, Nan Chevalier y Edwin Disla, siendo la primera, además de catedrática en literatura en los Estados Unidos, una de nuestras escritoras de más ascenso a nivel internacional; el segundo, escritor laureado, especialista en lenguas modernas y literatura, director dos veces del departamento de letras de la UASD; y el tercero, autor de seis novelas, entre ellas Manolo, considerada una de las obras capitales del siglo XXI en la República Dominicana, con la cual ganó el Premio nacional de Novela en el 2007? Pudiera ser. Mas no se trató de eso; se trató de una venganza. Para nosotros, la venganza fue el motivo fundamental del veredicto final del jurado de novela.

El Ministerio de Cultura tiene el sagrado compromiso de defender las letras nacionales. Y no puede permitir que el odio y la rencilla entre nuestros escritores se imponga como política oficial. Novela como Jesús de la tierra, de Edwin Disla, merece un mejor destino. Es una obra completa, en todos los sentidos del género y está llamada a jugar un papel singular en las letras de la lengua española. ¿Puede permitírsele al odio hacer tanto daño?

Novela de la escritora Kianny N. Antigua participante en el Premio Nacional de Literatura

Eduardo Selman, como Ministro de Cultura, no debe permitir que las letras nacionales hayan sido y sean tan perversamente humilladas. Las decisiones de los jurados de novelas y cuentos hay que declararlos inamisible.  El jurado de cuentos, Emilia Pereyra, Rodolfo Báez y René Rodríguez Soriano, el único logro que tiene es haber embarrado, con sucio estiércol, un nombre tan higiénicamente trabajado como el de Emilia Pereyra.

Eduardo Selman tiene que nombrar un nuevo jurado, es lo justo, es el divino llamado del sentido común. Ese nuevo jurado debe estar integrado por un académico de la lengua inglesa que conozca bien la lengua española, un académico latinoamericano y un dominicano.

Si el Ministerio de Cultura aun no les ha pagado a los jurados, que le pague con cheques sin fondos: ¡que con eso tendrán bastante!