(Ilustraciones del doctor Odalís G. Pérez)
El fundamento creativo, es algo innato, propio del sujeto. Dentro de la dinámica de interacción y/o de intercambio con los otros, los hablantes, de manera consciente e inconsciente, transforman su entorno, y, junto con su entorno, transforman su lengua, la modifican, crean, actualizan y desplazan palabras.
Nosotros, los sujetos en movimiento, somos los hacedores y destructores de la lengua. Desde la lengua, el sujeto instaura su universo de poder, para bien o para mal del sujeto mismo y de su entorno vivencial.
En este libro, el sujeto-autor, demuestra tener plena conciencia de la importancia de ese fenómeno transformador del sujeto, desde el uso cotidiano de su lengua materna.
El hecho de recoger en esta obra, términos o vocablos propios de la lengua común, nos pone en evidencia su aproximación a un trabajo de campo que implica investigar sobre nuestra lengua y su uso, desde los espacios más limitados del sujeto, a partir de su condición socio-económica y cultural. En esa área, propia de la semiótica y de la socio-lingüística, Rosario Candelier hace referencia a una muestra de "voces antiguas" de nuestro léxico dominicano que se han quedado formando parte del uso de nuestros hablantes. Veamos:
"Tutumpote" ("poderoso", "magnate"); "curcutear ("indagar"); "maipiola" ("Celestina"); Además, algunos conceptos muy usados en áreas urbanas, como los siguientes: "chopa" ("sirvienta"); "chepa" ("casualidad"); "pariguayo" ("tonto"). Y Otras muestras de conceptos que están dadas por combinaciones lexico-sintácticas, como "viejevo" ("rejuvenecido"); "conchoprimo" ("hombre de la montoneros"); "galloloquismo" ("tendencia al disparate"); "medalaganario" ("voluntarioso"; "corredero" ("huida desenfrenada").
Estos conceptos prefijan la condición del hablante como creador de su propio armazón comunicativo, como una forma de saberse sostener activo, en una acción de convivencia y vitalidad comunicativa. Esos no son "términos" al azar, sino que son resultados de una realidad de intereaccion entre el sujeto hablante y su contexto vivencial, porque la comunicación es y siempre ha sido, razón fundante en la existencia del sujeto.
Mal haría yo con presentarme ahora como "juez y dueño" de la crítica dominicana, ante esta obra, o actuar de manera personalista, para pretender, en vano, ocultar su valor, dentro del contexto bibliográfico nacional e internacional, por su referente indagativo sobre nuestra lengua, porque eso desdice de nuestro accionar cultural, como sujeto ético, dentro del universo académico dominicano. No es mi misión aquí, la de "sentenciar", ni prejuzgar al escritor, como tal, sino dar un juicio racional y/o crítico sobre su obra.
Veo en esta obra aportes que, repetitivos o no, se suman a la búsqueda de lo que somos, como sujetos actuantes, desde la lengua en uso, fijando una perspectiva que ha de ser continuada en, y fuera de los espacios áulicos, como necesidad investigativa, para seguir incursionando sobre la construcción de nuestra identidad lingüística y cultural.
Cuando en esta obra aparecen recogidos léxicos de nuestra habla popular campesina, como algunos superlativos o diminutivos, como aquellos que indican distancia, tamaño o condición, como "cerquitica"; "arribita"; "grandote"; "caminaíta"; "chiquininga"; "mujerón"; o cuando nos encontramos con expresiones como "acotillao" (de "acostillado", "aprovechado"; "oportunista"); "aperillar" ("clamar","anhelar", "buscar"); "brechero"("fisgón", "mirón", "acechador"); " aguaje"(""asomo"; "intento"; "provocación"; "ostentación"); "noche" ("fiesta", "pasarrato"; "entretenimiento"), es el sentir de una comunidad de hablantes que se registra aquí, como manifestación de vida o muerte.
Estas expresiones son el producto de la capacidad creativa o inventiva del sujeto, ante una determinada realidad socio-político o cultural, manifestada desde un aquí y ahora convertido en resultado lingüístico y simbólico del Ser, en su sentir o en su sufrir o anhelar constante, al momento de apropiarse de su lengua, para autodescubrirse como realidad tangible e intangible de su tiempo.
En mi calidad de lector, entro en una dialogía abierta y franca con el contexto, y, poco, muy poco me importa el autor, en esta travesía analítico-textual. Es por eso que, respeto el concepto de lengua que aquí queda manifestado, pero no puedo dejar de expresar lo leído y sentido que la obra me dice y me deja, a partir de mi lectura, la cual es una mirada de las tantas a que convoca un texto dentro de su discursividad expresiva.
Este es un texto que habla y dice de nosotros, como hablantes, y, es capaz de delatar los significantes y significados de cualquier silencio malicioso del lector. ¿Por qué y para qué callarlo u ocultarlo? Es que por encima de mi lectura, la obra está ahí, traspasando mis inquietudes y sobreponiéndose al autor, por sus aportes, a pesar de su enfoque estructural y segmentado en torno a la lengua.
Se trata de un texto que amerita ser discutido en un panel que, formalmente propongo ser organizado por el decanato de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, desde la Escuela de Letras y el doctorado en Humanidades y Estudios Sociales y Culturales del Caribe (en su primera y segunda cohortes, el primer doctorado de la UASD, con una planilla docente endógena, propia); por el Ministerio de Cultura, desde la Biblioteca Nacional "Pedro Henríquez Ureña" y por la Academia Dominicana de la Lengua.
Para ese panel que formalmente estoy planteando, propongo la participación de los doctores Odalís G. Pérez; Manuel Matos Moquete, Carlisle González; el Dr. Alex Ferreras Cuevas, el periodista y escritor Rafael Peralta Romero, al Dr. Bartolo García Molina y a la Dra. Yrene Pérez Guerra. La propuesta está tirada y debe germinar, con y sin Coronavirus, virtual o presencial. La realidad sanitaria del país, nos dirá la modalidad a escoger.
A sabiendas de los saberes que desde allí pueden surgir, el autor no puede estar dentro de los panelistas, sino que debe ser parte activa del público y yo me autoproclamo como "moderador" de ese evento, el cual puede marcar un hito dentro de las discusiones académicas de nuestro país, para bien de la investigación y del desarrollo cultural y linguístico de nuestra nación.
El hecho de que esa obra nos induzca a organizar un evento de esa naturaleza, es una razón válida para resaltar su valor, como recurso bibliográfico significativo, dentro de los estudios linguísticos nacionales, lo cual sitúa dentro de los pueblos que van asumiendo conciencia de su lengua materna, como fundamento identitario de nuestra nación.