Arranca el mes del teatro en plena pandemia, con toque de queda, restricciones y protocolos sanitarios. Se le considera hoy prácticamente un deporte extremo y muy peligroso y ciertamente lo es, porque el teatro libera los pueblos, libera las almas, nos alegra, transforma, cambia y mejora nuestra humanidad.

El primero de marzo inicia el mes del teatro en todo el mundo. Desde 1961 a nivel internacional el día 27 de este mes se celebra el “Día Mundial del Teatro” declarado por el Instituto Internacional del Teatro (ITI) de la UNESCO. En consonancia con dicha fecha, en nuestro país fue decretado en 1980, por el presidente Antonio Guzmán, este mismo día como el “Día Nacional de Teatro”. Desde entonces se acostumbra celebrar durante todo marzo actividades diversas que promuevan al teatro. Y como broche de oro, el día 27 se hace un fiestón con lectura del Mensaje Internacional del Día Mundial del Teatro y el mensaje nacional del Día del Teatro y hasta alguna presentación seguida de brindis y cena.

Bajaron el telón en guillotina

Pero llegó el 2020 y El gran teatro del mundo cerró sus puertas. Una pandemia global provocó la clausura de los escenarios en todo el planeta y nuestro país no fue la excepción. El pasado mes de marzo nuestro día especial pasó desapercibido. Tristemente “celebrado” en algunas partes del mundo a distancia y de manera virtual, acto inverosímil para un arte cuya esencia radica en la presencia física entre seres humanos en un mismo espacio-tiempo. La fiesta del teatro tuvo que pausar indefinidamente sus labores, la función no pudo continuar.

Nadie se esperaba este cambio brusco en la trama. No sabemos si este punto de giro dramático marcó fue un final o un inicio de acto. En pleno estado de emergencia, que va a cumplir un año, los teatros y sus trabajadores han resistido a duras penas esta tempestad shakesperiana. La comunidad mundial ha tenido que replantear las estrucutras y sistemas de producción teatral, volver a repensar el acontecimiento teatral y su importancia para la sociedad y todo detrás del telón y con las luces apagadas.

Y aquí en nuestro país, entre el desamparo gubernamental, la indiferencia social y sectorial, con una que otra empatía administrativa o de colegas, muchos trabajadores del teatro han pasado las de Caín y otros, los más, están pasando la de Abel. Pero todos y todas continuamos con la esperanza, tal vez absurda (o irresponsable) de seguir esperando a un Godot que nos saque de esta situación.

Lo que parió el Bobo

Sabemos que ni el El Avaro de Molière superaría a la administración pasada, que junto a la pandémica situación política electoral y sanitaria dejó un desastre en todo el estado y en cultura también pasaron su aPLanaDora.

Ya han pasado varios Entremeses y todavía hoy a pesar del aparente y prometido cambio, el sector teatral desconoce múltiples aspectos de la gestión y administración de “la cosa teatral”, tanto de la actual como de la pasada y de la futura. Confiamos en que este tranvía gubernamental acelerará un poco su marcha y no se quedará en el llamado deseo.

Cual Segismundo en confinamiento teatral obligatorio nos cuestionamos: ¡Ay míseros de nosotros! ¿Habrá festival de teatro este año? ¡Ay infelices! ¿Para cuándo la ley de teatro? Apurar cielos pretendemos ya que… ¿Cuál es el plan de gobierno para el sector teatro? Solo quisiera saber para apurar mis desvelos… ¿Cuándo un museo del teatro tendremos? Y para castigarme más… ¿Qué traerá este mes para el teatro y sus hacedoras y hacedores? En llegando a esta pasión,… ¿se hará para el día del teatro alguna celebración?

Estas y tantas otras interrogantes mantienen en vilo y en continua incertidumbre al sector teatral y me refiero a teatral incluyendo todas las artes escénicas: teatro, música y danza. Como Fuenteovejuna ¡todos a la una! esperamos que al menos este mes, las autoridades digan qué piensan hacer con el sector teatro más allá de las posibles actividades y eventos.

Prohibido suicidarse en primavera

A pesar de este panorama aparentemente desolador y desesperanzador, los teatreros nos negamos a abandonar el oficio. Apostamos en conjunto, aunque sin calcularlo, volver a los escenarios y celebrar nuestro mes realizando la actividad más vetada durante la pandemia: ¡Teatro! Y encima nos alocamos y convidamos a otros seres humanos a participar en vivo del más antiguo “deporte extremo” de la humanidad: ¡Ir al teatro! ¡Oh peligro!

El arte teatral permanece vivo y por lo visto este marzo teatral llega vacunado y con múltiples dosis. No sabemos hasta cuándo permitirá esta pandemia tener abiertas las salas pero mientras tanto los llamados teatros independientes llevan la delantera en el plan de inmunización dramática. El Teatro Guloya lidera la avanzada desde hace un par de semanas, junto al Nova Teatro. Le sigue paralelamente MicroteatroSD, Chao Teatro y el Comedy Club RD, un poco más atrás seguirá Casa de Teatro y otros espacios alternativos. Todos estos espacios tienen presentaciones para este mes de marzo 2021, por lo que recomiendo buscar en las redes sociales las distintas programaciones porque hay de donde escoger, para todos los gustos, edades y precios y con horarios flexibles para respetar el toque de queda.

Las energías creadoras acumuladas durante toda esta inestable y prolongada cuarentena están por dar sus frutos este mes de marzo con mucho mucho teatro. Con todas las incertidumbres y con las vicisitudes que sobrellevamos y que padeceremos al acarrear la tradicional falta de políticas culturales claras y de nuestro propio descuido como interesados, celebraremos el mes del teatro todos juntos y con gozo. Claro, manteniendo en todo momento el distanciamiento, la higiene de manos y su mascarilla obligatoria.

Ir o no ir al teatro ¡esa es la cuestión!

Además de ir a emburujarse en un supermercado o meterse apiñado en un avión o en una guagua, dese la oportunidad de practicar un deporte extremo no tan peligroso como han querido pintarlo en esta pandemia. Vaya al teatro, eso le relajará. Confíe, vaya preparado con su mascarilla, desinfectante de manos y hasta casco, visera y guantes si lo desea, que de ir al teatro el mayor riesgo será el de contagiarse de ideas y de arte, no de un patógeno virulento. Allí en los teatros se aplican y respetan todos los protocolos sanitarios requeridos por las autoridades y más, por lo que lo hace más seguro que las actividades “covidianas” a las que normalmente nos exponemos, créame.

¿Peligroso? No lo creo. Yo voy al teatro porque es seguro. Muy seguro. Voy al teatro porque me libera el alma, porque allí mi voz se alza a favor de la dignidad humana. Voy al teatro porque es un antídoto contra los males sociales. Voy por placer, por esparcimiento. Porque el teatro nos hace más empáticos. Voy al teatro porque es nuestro derecho a la cultura. Voy al teatro seguro de que el teatro me hace más humano.