Comentario por Roberto E. Guzmán

En República Dominicana tan pronto se menciona el apellido Santana y alguien se refiere a la historia no cabe duda de que se ocupa del general Pedro Santana.

Rafael Michel Peguero publicó en el año 2015 una obra para enaltecer la memoria de Pedro Santana. Esa es una tarea que va contra la corriente de la mayoría de los dominicanos. Desde hace largo tiempo la figura de Pedro Santana ha sido condenada por varios errores históricos que cometió en su obrar.

Michel no hace en su obra una defensa a ultranza del personaje del Prado del este. De una manera astuta pasa de modo rápido sobre los anatemas que se han lanzado durante años contra Santana y se detiene a destacar las proezas que emprendió en vida este personaje de la historia dominicana.

No es aventurado decir que Pedro Santana es quizás el personaje más contradictorio de la historia dominicana. Las actuaciones de este general de la independencia dominicana han conseguido que se impriman muchas obras dedicadas a su memoria.

Si se tiene en cuenta lo mencionado en el párrafo anterior hay que avanzar que el estudio de Michel sobre este personaje de la historia dominicana se presta para discusiones.

Tal parece que el autor de la obra obvió leer o siquiera mencionar los juicios que acerca del personaje expresó el padre de la historiografía dominicana, a quien se ha atribuido la severidad de la censura sobre el proceder de Santana. Tal vez lo ha hecho para no entrar en polémica con un historiador de la envergadura de José Gabriel García

Hay que aclarar desde el principio que no hay que estar de acuerdo con el autor para adentrarse en la lectura de la obra. De la manera que se expresó más arriba, los argumentos que utiliza el autor de la obra para inclinarse a favor del personaje histórico no son manejados sin miramientos.

Algo que hay que destacar es que la obra no denigra otras figuras de la historia dominicana para enaltecer la de Santana. Claro, esto no significa que no haga mención de los errores o apoyos que otros prohombres de la historia dominicana prestaron al comportamiento de Santana cuando estuvo al mando del o los gobiernos dominicanos.

Los dominicanos son muy dados a ocuparse del pasado o de la historia política dominicana. En consonancia con ese proceder Michel Peguero se lanza al estudio de la historia dominicana para entresacar lo que concierne a Santana en esos turbulentos años.

Mediante la lectura de la obra se percata el lector cuidadoso de que el autor no es un profesional de la historia. Eso no llega a desmeritar su trabajo. Algo que se echa de menos es la formalidad en el modo en que se citan las fuentes que utiliza para reforzar sus juicios. La manera en que lo hace deja mucho que desear. No se amolda a lo que se estila en este tipo de obras.

Ahora bien, quien conoce bien la historia dominicana y desea refrescar algunos datos acerca de la historia de la independencia dominicana encontrará placer al leer las páginas de este libro.

Ya se escribió más arriba, uno de los méritos del libro es que no se aventura a distorsionar la historia para acomodarla a la defensa de Pedro Santana. Los hechos que expone son repasados de acuerdo con las fuentes más veraces.

Es una pena que el Sr. Michel no se haya metido en el lío de desentrañar el porqué durante tantos años el personaje Pedro Santana ha sido tan vilipendiado. Sobre todo el autor no se aventura a penetrar en quien es el responsable de que este prohombre de la historia dominicana haya hecho verter tanta tinta.

Debe resaltarse que Michel maneja muy bien algunos de los datos conocidos para enaltecer o exculpar al Marqués de Las Carreras. Con mesura y sin estridencias coloca a Santana colaborando con Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella (o viceversa) en algunos proyectos que no han gozado de la aprobación de las generaciones ulteriores de dominicanos. Estas situaciones bien manejadas reflejan que las gestiones o los procederes de Santana en esos momentos no eran execrables, que es como se juzgan en la actualidad. Esta presentación de los hechos es beneficiosa para el hatero del este por las interpretaciones que de ellas pueden hacerse.

No puede pasarse por alto que cuando se trata de episodios odiosos en los que Santana fue el autor principal, Michel Peguero los menciona sin penetrar en los detalles o las consecuencias. Hay que admitir que no obvia el fusilamiento de María Trinidad Sánchez y la ejecución de Francisco del Rosario Sánchez en su calidad de mártir de El Cercado, que son hechos censurables.

Es un juicio muy certero del autor del libro al relatar estos episodios odiosos de la historia dominicana, pues no emite un criterio tendiente a exonerar de culpa a quien fue Marqués de Las Carreras.

No pasa inadvertido para el lector acucioso que el escritor asocia el nombre de Santana con el de Duarte, evitando de ese modo dejar fuera del panteón nacional la figura  cimera de Juan Pablo Duarte. Esto lo hace de la misma manera que se mentó antes al poner a Sánchez asociado con Santana, así como a Mella en calidad de enviado de Santana en enojosas gestiones en España.

El libro de Michel Peguero no trae hechos o juicios nuevos acerca de Santana, aunque la presentación que hace no deja de manifestar alguna novedad en la valoración del personaje.

Algo que no puede pasarse por alto es que algunos capítulos del libro no mantienen relación con los precedentes o con los subsiguientes; así como el contenido de algunos de ellos no se compadece con lo tratado inmediatamente antes o después. Esto puede ser el resultado de los once años que le tomó al autor de la obra la investigación y redacción de esta.

Llama la atención que en la bibliografía no hay mención de las obras que en defensa de Santana se han publicado con anterioridad a esta. Esto denota falta de cuidado en la elaboración o, poca atención en la enumeración de las fuentes bibliográficas.

Cuando Michel asocia a otros personajes con Santana tiene la delicadeza de no exagerar la nota, algo que debe destacarse, porque en el pasado otros escritores que se han ocupado del tema han perdido credibilidad al conducir sus evaluaciones de esa manera.

Para cerrar este comentario acerca de este volumen, tal parece que el autor de la obra obvió leer o siquiera mencionar los juicios que acerca del personaje expresó el padre de la historiografía dominicana, a quien se ha atribuido la severidad de la censura sobre el proceder de Santana. Tal vez lo ha hecho para no entrar en polémica con un historiador de la envergadura de José Gabriel García.

Si a Ud. le interesa la historia dominicana; o, desea saber más acerca de este personaje de la historia dominicana, Santana, lea la obra y piense en el mérito que esta reúne, pues es salida de una pluma que no es certificada en estos menesteres, pero que ha hecho un esfuerzo que no es exagerado en la parcialización.