Escrito leído en el Coloquio,  "Pedro Peix: su legado narrativo y aportes técnicos a la literatura dominicana", que se efectuara en la Feria del Libro 2016; programa en la que participaron también los ilustres intelectuales dominicanos Andrés L. Mateo y Tony Raful, fungiendo como moderadora Patricia Peix de Moya, hermana del esclarecido escritor.      

Manifiesto que no se si estoy aquí en este evento, simplemente por la amistad que me unía a Pedro Peix , o por ser un escribidor de artes visuales que –a lo mejor– pudiera aportar algún elemento diferente, a lo magistralmente expuesto o puedan exteriorizar los connotados escritores que me acompañan en este coloquio. Tomando en cuenta que ellos son también, al igual que Pedro, cultivadores de géneros literarios que tienen como punto común el dominio de la lengua para sus realizaciones, mientras que yo solo trato de bracear en medio de los caprichosos elementos de las artes visuales.

Collage, de Pedro Peix
Collage, de Pedro Peix

He conocido a muchos literatos dominicanos con los cuales he podido intercambiar impresiones, auscultar su modo de pensar y actuar, leer sus reflexiones y producciones, departir de diferentes temas libando una taza de café, o disfrutando de algunas copas; estas vivencias me han permitido diferenciar a aquellos intelectuales con dominio plural de disímiles aspectos de la cultura, de otros con una visión limitada, en algunos casos monotemática y circunscrita  a restringidos  aspectos del quehacer cultural. Peix era de los primeros, podía inmejorablemente abordar temas de cine, pintura, fotografía, música u otros aspectos de cultura universal, con la propiedad del intelectual integral que demostró a través de sus escritos, ya fueran artículos periodísticos, ensayos, novelas, cuentos, poesías o panfletos lanzados desde el “Palacio de la esquizofrenia”,   como comunicación alternativa que él denominó:  “Reflexiones, máximas sentencias, aforismos ó pasquines  donde se puede expresar el disenso y la subversión contra lo sagrado, las verdades inmanentes, los legados milenarios, las falsas virtudes, los sórdidos oficios, los valores corrompidos por las instituciones y las convenciones sociales que aún sobreviven en el siglo XXI”.

Uno de los puntos comunes en lo que descanso nuestra amistad, lo fue sin lugar a dudas la pasión por las artes visuales, centro de muchas tertulias y puntos de vistas encontrados, en las que en muchas ocasiones también participó el siempre recordado amigo Humberto Frías, critico de cine y gran intelectual, hace ya un tiempo fallecido.  Ese entusiasmo lo llevo a escribir  en su columna “ Entre días”, del periódico Listín Diario, una serie de artículos –de noviembre 1986,  a mayo del 1987– dedicados a diversos temas de las artes plásticas y sus realizadores, en donde magistralmente describe movimientos históricos de las artes contemporáneas articulados a las vivencias de sus creadores, y en donde la realidad histórica se entremezcla,  muchas veces,  con la ficción perspicaz del creativo escritor, para el logro de una secuencia encantadora con títulos tan seductores como: “George Grosz: Contra La Usura y la opulencia”, Jackson Pollock: La Subversión De la Obscuridad”, Gustav Klimt: Toda una Vida Para Seducir la Desnudez del Fuego”  ó “Chagall: una Barcaza de Nieve Lleva en Anclas la Primavera”,  escritos únicos,  que halan de la mano al lector para descubrir parte del vasto mundo de la creación visual.

Collage, de Pedro Peix
Collage, de Pedro Peix

Soy partidario de que esta interrelación vivencial influyó en gran medida parte de su producción literaria,  llevándolo a integrar en sus creaciones la complejidad de los signos icónicos para dar una mayor riqueza como significante al signo verbal.

   Como diseñador de la casi totalidad de las portadas de sus libros:  La Noche de los buzones blancos, El paraíso de la memoria, El Brigadier, El Fantasma de la calle El Conde, La Narrativa Yugulada, Los despojos del Cóndor y Pormenores de una Servidumbre, puedo recapitular perfectamente sobre el inicio de este coqueteo de Peix con la imagen. En una de sus tantas visitas realizada a mi estudio, cuando trabajaba en la portada de su libro “Pormenores de una Servidumbre”, recuerdo que revisó una serie de negativos de una secuencia fotográfica que había yo realizado de una modelo,  y de forma averiguadora me inquirió: –si podía utilizarlas para la diagramación interior del libro?.  Con mi respuesta positiva, ulteriormente añadió los negativos en blanco y negro en disposición acomodada por él,  en especificas páginas del libro diagramado, construyendo una lectura visual con dos niveles de percepción.  De forma libre, la imagen rara vez puede constituirse en un ente que pueda imponer su mensaje sin recurrir a una estructura verbal.  Como escritor, Pedro avizoró esa imbricación entre el lenguaje verbal y el icónico, lo que posibilitaría la búsqueda de nuevas líneas expresivas para su posterior producción, logrando su más alta manifestación en la novela: “El Clan de los Bólidos Pesados”. Una obra compleja y experimental en su composición narrativa visual, en donde la mezcla de collages fotográficos, énfasis en los elementos tipográficos y de diseño gráfico realizados por su creador, concatenados al texto literario, mueven a una lectura polisémica de la obra.

“El Clan de los Bólidos Pesados” motivó una de sus llamadas para reunirnos en mi estudio. Cuando llegó,  subió por la escalera con gran hermetismo, trayendo en sus manos un gran portafolio en el que tenia el texto –aún mecanografiado– de lo que sería este libro. Observé la larga cabellera que se había dejando crecer, y que me trajo a la mente una imagen de un personaje de la película “Los duelista”. Luego de su amistoso saludo y dispararme su acostumbrada pregunta: -Qué estas leyendo?,  a la que respondí de manera jodedora, conociendo sus posiciones sobre el poder y la religión;  -Estoy leyendo La Biblia, algo que lo dejó dubitativo por un momento.

Collage, de Pedro Peix
Collage, de Pedro Peix

Me visitaba para conocer mis opiniones sobre un gran número de collages y fotografías que había realizado para ilustrar la obra que publicaría. Los diseños mostrados eran descarnados e irreverentes, exhibiendo composiciones en collages, fotografías de desnudos femeninos tomadas por él con una cámara Polaroid,  que pudieron convertirlo en sujeto de demanda legal. Pedro escucho con atención mis opiniones, en la que insistí sobre el tratamiento que debía realizar sobre algunas imágenes para evitar muestras aventuradas, y aun mejor, eliminándolas.  El libro se editó posteriormente con todos los diseños: portada, contraportada, collages,  fotografías y énfasis tipográficos utilizados en las composiciones interiores, concebidos por el escritor.

Esa búsqueda de nuevas formas creativas para su textos literarios,  que lo lleva a  introducir collages y fotomontajes narrativos sirven, como el mismo opinara: “… de puente de plata a la estructura, no solo para sobrellevar el transito de multitudes sino para amortiguar la turbulencia de los discursos, y desnudar el propio artificio verbal de la ficción. “

Es en esa iconografía descriptiva donde se estampa la dimensión futurista, la visión novedosa en la narrativa dominicana y parte de los secretos de su novela, conjugados en una combinación enigmática concebida, según lo expresado por Peix  “…para la subversión y la irreverencia blasfema de tantas imágenes y paradigmas muertos”.

Materializaba así, en su libro,  sus viejas cavilaciones departidas conmigo, sobre el dadaísmo, el collage, los fotomontaje y las obras creativas de Schwitters,  Heartfield o Picabia; ya que según enunciara “…la propia vida es un collage, un cúmulo disperso, caótico e imprevisto de vivencias y emociones que se van aglomerando a lo largo de los años con sus oscuros y pesados sedimentos de recuerdos y miserias”.