SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Eugenio Perdomo Ramírez es uno de los mártires dominicanos sacrificado y olvidado, y por fin el Museo de la Resistencia ha organizado un acto para rescatar del olvido la vida, obra y sacrificio de don Eugenio, quien a su vez fue padre de otro sacrificado por la libertad y la dignidad de la patria: Virgilio Eugenio Perdomo Pérez.
El jueves 7 de abril, a las 7 de la noche, iniciará un programa de actividades de recordación de la vida y obra de don Eugenio Perdomo Ramirez.
Giannella Perdomo Pérez, hija de don Eugenio, nos dice con toda razón que su historial es desconocido como antitrujillista, al igual que tantos otros luchadores por la libertad del pueblo dominicano. Dado ese olvida, dice Giannella, “se me ocurre adjuntarle copia de la carta que años atrás escribiera don Moisés Franco, destacado hombre de Santiago de los Caballeros, por sus acciones, entre otras, contra el régimen dictatorial, desde los inicios del mismo”.
Recuerda que su padre, miembro del Movimiento Clandestino 14 de Junio, “fue detenido en nuestro hogar, en Santiago de los Caballeros, el 25 de enero del año 1960 y ejecutado -por estrangulamiento- días posteriores. Previo a su ejecución, fue atado de pies y manos a la silla eléctrica de la tristemente recordada "La 40″. A la fecha, ignoramos el destino final de su cadáver”.
Muchas calles de Santo Domingo llevan nombres de connotados trujillistas, y todavía en calles de municipios y pueblos no han sido limpiados de los nombres que le asignó la dictadura reconociendo a personeros sin méritos, y esto se mantiene como una afrenta a la memoria de los luchadores por la libertad.
“Además de la misiva de don Moisés, le adjunto el comentario que por su fallecimiento, hiciera el periódico El Nacional, en fecha 4 de septiembre del 1972. Ignoro si estos trozos de historia podrán publicarse -no soy la llamada a cantar los laureles de mi padre- y sí es grato compartirlo con ustedes”.
¨EUGENIO PERDOMO¨
¨Fue un amigo noble y fiel;
¨Fue un amigo generoso y sincero;
¨Siempre amable y siempre bueno;
¨Aunque oriundo de La Romana, se hizo santiaguero de corazón;
¨Santiago lo quería como algo suyo… de algo de adentro…
¨En el año 1946 visitó Eugenio Perdomo la casa de familia de Moisés Franco (de quien era amigo desde el año 1935, que llegó a Santiago) en compañía de Rafael Llenas.
¨Visitar la casa de Moisés Franco –desde 1945 hasta 1952- era una osadía; era, se podía decir, casi una proeza.
¨Moisés Franco, en todo ese lapso de tiempo, estaba en las garras del monstruo.
¨Aquella casa no era visitada por nadie. Ni siquiera por los mismos familiares.
¨Parecía que aquella casa era un asiento del genio del mal o una producción de veneno o que allí estaba estampado el emblema del infierno…
¨La barbarie se desbordaba…
¨Estaba en abominable actividad el drama de un pueblo sometido a oprobiosa esclavitud…
¨Sin embargo, y en ocasión de celebrarse el cumpleaños de una de las niñas de la casa, Eugenio Perdomo, como se dice antes, estuvo allí a sabiendas de la situación, de la posición y de la condición de Moisés Franco y su propia familia.
¨Eugenio Perdomo permaneció toda una tarde en la casa de Moisés Franco sin notarse ningún síntoma de intranquilidad o de miedo.
¨Eugenio Perdomo, Rafael Llenas y Moisés Franco conversaron… conversaron mucho. Los tres estaban negados a someterse a la coyunda o de abdicar a su decoro…
¨El ambiente era de perfidia, de cinismo y de maldad…
¨La impreparación cívica y la cínica preparación convirtieron al país en un gran antro de ignominias…
¨Los petanes y los patanes espadones formaron un equipo oprobioso… para instalar un régimen de arbitrariedad sin ley. Los devotos del miedo…
¨Los de miopía moral…
¨Los sindicados en la desvergüenza…
¨Los huidizos con cerebros engrosados…
¨Los religiosos de la infamia… todos estaban borrachos de servilismo. Hacían apoteosis al relajo y al crimen…
¨Todo se debió a la vileza de muchos y a la cobardía de todos.
¨Pero a Eugenio Perdomo no pudieron doblegarlo en política como no pudieron doblegarlo en lo moral. Tenía él una dignidad sin quiebra y una voluntad sin doblez. Éramos raros en medio de un ganado humano en el fango y en el cieno, gozoso de las zambullidas: era una pléyade de truhanes…
¨El cuajado de todos los delitos… El antidios impuso el miedo, y el miedo fuel el soberano en todos los corazones y de los codiciosos de la infamia. Así fue como se barbarizó al país: cruel y deshumanizado con su banda de lacayos, sicarios y secuaces que servían de sepultureros…
¨Eugenio Perdomo, Rafael Llenas y Moisés Franco hablaron, hablaron mucho;
Hablaron de su dolor, de sus impaciencias y de sus anhelos:
¨Hablaron del siniestro denigrante que fue levantado como una maldición funesta por la venalidad popular…
¨Tantos fueron los que se dieron tanto por tan poco…
¨Ellos dieron fé de su grado de servilismo al enarbolar a la basura… negándose a oir las angustias nacionales.
¨Al margen de ese fétido oleaje de podredumbre, estaban Perdomo, Llenas y Franco…
¨El país era un botín repartido entre la chusma armada, de esa chusma que llevaba el veneno en la conciencia y la maldad en los instintos…
¨Malechores enlodadores de honras, asaltadores de patrimonios, suprimidores de vidas…
¨Imperaba la fuerza del látigo,
¨La orgía en la tortura,
¨El engendro de los vicios.
¨El reino del terror…
¨El cavernario mandón y morboso sadista estaba encaramado en una pirámide de atrocidades ante el sincero asombro de los que, aquí, hacíamos jornada de dignidad.
¨En Eugenio Perdomo había pudor cívico, valor cívico y postura cívica;
¨Fue él una lección al servicio del ideal de la Patria, y desde el pórtico del deber señaló a compañeros rumbos de coraje y de dignidad.
¨El 25 de enero del año 1960 se consumó el secuestro insólito de Eugenio Perdomo y de Domingo Russo, y el 29 de aquel mismo año fueron atrozmente asesinados ese par de hombres que dejaron constancia de su dignidad, indóciles a la sumisión abyecta y rebeldes al servilismo cómplice. Incorruptibles e irreductibles, para defender la causa de Dios, de la Patria y de la Libertad.
¨Eugenio Perdomo y Domingo Ruso fueron hombres que constituyeron monumentos vivientes de la vergüenza.
¨En Santo Domingo no había libertad ni siquiera para el silencio. Estar en silencio un hombre o una mujer de honor, ya era un delito. Pero no el silencio que condena… el silencio abyecto, el silencio cómplice. No… es el silencio que se oye… el silencio que suena como clarín en los confines…
¨Domingo Russo y Eugenio Perdomo eran opositores de rango, opositores de méritos, de varonía, de veracidad, de calidad.
¨Con la fuerza moral que dá el dolor, ellos impusieron la moral de sus convicciones y la moral de sus sentimientos. Ellos combatían la marcha de la infamia y del oprobio… y sólo por el honroso delito de ser opositores, fueron asesinados después de haber sido martirizados en las propias mazmorras del déspota sanguinario y cruel.
¨Jamás se apartarán de nuestra memoria aquellas dos figuras hechas de decoro y de rectitud, de valor y de dolor. Sacrificados fueron en holocausto de la causa sagrada de la Libertad.
¨Cuando se nos dio la noticia de esos asesinatos carcelarios, nos resistimos a creerlo. Era aquello tan monstruoso… La duda de que lo irremediable haya podido ser, como es, cierto, fue para nosotros de grandes penas e indignaciones grandes.
Moisés Franco Franco
1º Feb. 1963¨
EL NACIONAL de ¡AHORA! 4 de Septiembre de 1972 PAGINA 10
OPINION EDITORIAL
Don Moisés Franco y Franco fue enterrado esta mañana en Santiago de los Caballeros.
Hidalgo de prosapia y popular por abolengo de hombría de bien, su presencia fue siempre deseada por doquiera en su ciudad y su compañía un estímulo y un llamado al decoro dominicano.
Con su muerte pierde el país a un criollo enhiesto, corajudo, emprendedor, talentoso, sacrificado, ejemplar.
Los rigores de la tiranía de Trujillo, que se cebaron en él y en su familia noble, jamás disminuyeron su impulso genuino a combatirla a riesgo y aventura de su persona; por eso los jóvenes iban siempre hacia él como hacia un manadero de esperanza y de fe.
Su actitud fue lección, lección que hoy quiere prolongar este periódico publicando el retrato que él hizo de don Eugenio Perdomo, asesinado en las ergástulas de la dictadura.
Esa semblanza fue enviada por don Moisés el primero de febrero de 1963 a doña Quisqueya Pérez viuda Perdomo, la dama que hace décadas padeció el crimen contra su esposo y que en estos momentos ve redoblado su dolor con la caída de su valiente hijo Virgilio en el combate desigual que se produjo el doce de enero último en la autopista de Las Américas.
EL NACIONAL agradece a doña Quisqueya que hoy temprano mostrara la largueza de sus sentimientos al superar sus quebrantos para atender a la petición que se le hiciera de que facilitara los originales que se reproducen, pero confía, como ella, que este escrito de don Moisés sirva de enseñanza y robustezca la voluntad de todos, de que se borren para siempre la esclavitud y la injusticia en esta tierra.
La amistad en la dictadura de Trujillo: artículo de Giannella Perdomo