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Andrés Merejo: Las veces que he visitado esa región, específicamente, la ciudad de Barcelona, el panorama social y político era otro. ¿Al pueblo de  Cataluña le esperan tiempos transidos, de angustia e incertidumbre?

Víctor Gómez Pin: A quien espera un tiempo (transido en el sentido que usted presenta en su libro en relación a la República Dominicana) es más bien a España que a Cataluña. El problema catalán es ante todo un problema español: el problema de esa España que nunca supo encontrar el equilibrio entre la afirmación de sí y el reconocimiento de la alteridad. No me estoy refiriendo a un problema moral, no es una cuestión de buenos y malos: en Cataluña desde hace muchos años ha sobreabundado la suficiencia  respecto a la España rural que en los años  60 enviaba a sus hijos a Cataluña. El franquismo se servía de estos inmigrantes internos para anular la identidad catalana, y los autóctonos los tachaban de invasores (cómplices del franquismo). Sin embargo (ciertamente no en todos los casos), a menudo esta era la coartada bien-pensante  para justificar el sentimiento de superioridad  que, en general, en aquellos años, los habitantes de las comunidades industrializadas de toda Europa tenían por los habitantes de las zonas rurales.

A la suficiencia catalana los ciudadanos del resto de España respondían a menudo con la retórica unitaria  inculcada por el gobierno y que muy a menudo  en realidad escondía despecho. En ocasiones, la suficiencia por parte de ciertos ciudadanos de Cataluña rozaba el desprecio  y en tal caso la reacción de despecho por parte de quien se sentía español tocaba el resentimiento. De esta dialéctica sombría desgraciadamente no es seguro que hayamos salido.

A.M.:Dentro de mi concepción filosófica, pienso que vivimos en unos tiempos cibernéticos y transidos, en  los cualesla República Dominicana, Argentina, Panamá, Guatemala, entre otros países,viventransidos;en cambio aHaití,  Etiopia,  Libia… son  Países donde sus condiciones sociales de existencia son hipertransidas,  en cambio Nueva York, París, California… son ciudades que se agitan en lo transido tránsito.

La tendencia de loTransido , hipertransido o transido tránsito, fluctúa en el orden de la especificidad social donde vive el sujeto, el cual  experimenta, en determinada coyuntura, la intensidad  de lo abatido, afligido , angustiado  , intranquilo, mareado ,de escaso aliento,  sensación de vértigo, ante los efectos  sociales, económicos,  políticos, climáticos,tecnológicos, producidos por el mundo y el cibermundo. 

V.G.P.: Gregorio Martín, una de las almas del Instituto de Robótica de la Universidad Politécnica de Valencia, hacía en una entrevista esta estremecedora declaración: “Muchos de nosotros moriremos acariciando una máquina y siendo acariciados por ella”. Ciertamente  el catedrático de computación hacía referencia  a la soledad a la que se vería arrastrada la gente mayor en un plazo casi inmediato, dado que no podrán esperar que sus familiares “abandonen su vida para cuidarlos”. Sin embargo no es difícil suponer que  el espectro de personas acariciadas por un robot se extienda a todos aquellos que simplemente… se hallen falta de caricias. Esos robots que, en Japón, serían ya los más  “abnegados  cuidadores” para los físicamente exhaustos vendrían  a ser respuesta (no meramente consuelo) para nuestra exigencia sexual y afectiva. Ello ciertamente como resultado de los progresos de la inteligencia artificial…ese desiderátum que persiguió a un  filósofo  que fue precisamente  el padre de la misma, y que nunca deseó a su máquina sino a los seres humanos de su mismo sexo, por lo que fue castigado a la castración química en el “civilizado” Reino Unido de los años cincuenta.

Y sin embargo, el deseo de acariciar a una máquina, el llegar a proyectar la libido sobre una máquina, podría precisamente ser una muestra radical de deferencia por el ser  humano, pues una máquina  es obviamente el producto del hombre.

Yo constato por doquier un incremento del desarraigo, la inquietud, la desconfianza ante el otro, el refugio en sí mismo y en general el repudio de la alteridad. La llamada era digital ha puesto al alcance la información, pero yo tiendo a creer que poca cosa más ha hecho. El hombre es palabra en ser vivo, palabra encarnada, por eso el lazo entre unos y otros  a través del lenguaje conviene que pase por la presencia de los cuerpos. La moderna tecnología no nos facilita más que un vínculo asténico.

A ello se añade que globalmente la situación económico-política está en plena regresión, países como Irak, Afganistán y sobre todo Libia han sido literalmente convertidos en desecho, todo ello bajo pretexto de liberarlos de tiranías que eran mucho menos lesivas que el caos actual.

Por otra parte, el incremento durante los últimos años  en Europa y USA del chovinismo, la xenofobia, el resentimiento es algo que nos devuelve a los años treinta con una gravante: no existe contrapunto, no hay un proyecto liberador creíble (que entonces sí existía). Y un aspecto complementario:

En un momento en el que tanto  la homología genética entre el ser humano y otras especies animales como   la existencia de complejos maquinales que dan base a la idea de inteligencia artificial se buscan razones para poner en entredicho la  subversión que supuso la aparición  de la especie humana en el marco de la historia evolutiva y la irreductibilidad del lenguaje humano (por ende, del pensamiento vinculado al mismo),  es casi una cuestión de dignidad el mantenimiento de posiciones humanistas.

No cabe reducir a mera presencia  en el orden natural la fuente misma de toda reducción; no cabe hacer del hombre un mero correlato del conocimiento, o sea  un objeto, no hay pues hablando con rigor  ciencia del hombre, pues si la hubiera el hombre sería susceptible de esa reducción que conlleva  la palabra ciencia. Por otro lado siendo cierto que estamos  en condiciones de cambiar aspectos fundamentales de nuestras características anatómicas y genéticas, quien realiza tal operación es siempre  el technites, el animal que tiene como nota  específica la techné y que en consecuencia sigue siendo causa última de lo que la técnica pueda alcanzar respecto a su ser empírico.

AM.: ¿En estas reflexiones entran  las teorías de las catástrofes, del filósofo matemático francés René Thom o la teoría del caosdel científico IlyaPrigogine?

René Thom era muy escéptico sobre la posibilidad de aplicaciones  de la teoría de las catástrofes. Creía sobre todo que su teoría (que le valió la Medalla Fields de Matemáticas) constituía la respuesta matemática a una exigencia de inteligibilidad en relación a las singularidades topológicas  que constituyen la condición de posibilidad de que en el mundo haya formas: condición de posibilidad de que no esté todo confundido. Se trataba de una construcción matemático- filosófica que respondía a motivaciones puramente teoréticas.

Diferente es el caso de Prigogine pues sus reflexiones tienen consecuencias en la termodinámica y otros campos de la física.

A.M.: Su texto “Filosofía, Interrogaciones que a todos conciernen”, abre un abanico filosófico, en cuanto lenguaje, pensamiento, vida, donde la tarea del filósofo es pensar, de un modo tal que no es ajeno a la ciencia, la tecnología, la cultura y a la sociedad. En este entramado semántico, su discurso en ese texto, dice que “el filósofo ha de determinar cuál es su objetivo, qué tipo de interrogaciones le caracterizan en el seno de aquellos cuya función es plantearse interrogaciones”, y si este, se encuentra luego en condiciones de abordarlas.  ¿El filósofo en estos tiempos, cuando se plantea construir su propio mundo filosófico, ha de recorrer, en sentido aristotélico, el universo de la Filosofía desde una visión interdisciplinaria y transdisciplinaria?

V.G.P.:Encarnando la ciencia  emblemáticamente la  exigencia de  inteligibilidad,  si ésta fuera el último motor del espíritu, la filosofía obviamente sobraría. Dicho de otro modo: sólo si se rebaja la concepción de la ciencia haciendo de ella una actividad determinada por la consecución de imperativos prácticos, la filosofía podría reivindicar como tarea propia la búsqueda de inteligibilidad. Mas asumiendo que, desde los orígenes griegos,  la ciencia misma es ante todo aspiración a hacer inteligible  nuestro  entorno físico  y con ello también una parte de nuestro propio ser,  ¿qué le queda a la filosofía? 

Avanzaré que la  sospecha misma  que tiene el entendimiento humano de que tras las cosas tal como se  muestran  a nuestros sentidos se esconde lo verdaderamente determinante, conducirá inevitablemente a preguntarse  por el ser mismo de quien se atreve a decir lo que las cosas son en realidad.  Entonces, se abrirá camino la idea  de que el hombre, siendo en ciertos aspectos un animal como otros, no es, sin embargo, reductible a la mera condición natural, no es un objeto cuya estructura y comportamiento quepa entender al igual que –potencialmente- cabe entender el comportamiento de los astros o de los electrones; se abre camino esta idea  y se la discute.  Se discute porque  tal idea surgió en Grecia precisamente de una observación racional de la naturaleza y no  en un acto de dejación de la razón. Filosofía sería el nombre mismo de esta disposición singular del espíritu humano que aúna la  exigencia radical de lucidez  que caracteriza a la ciencia y la  búsqueda de lo incondicionado, la búsqueda de aquello mismo en lo que la ciencia se sustenta. 

Y respecto concretamente a la interdisciplinaridad: el filósofo debe llenar sus alforjas con toda la información posible  procedente de otras disciplinas, pero no debe en modo alguno confundir su tarea con ninguna de las mismas. El filósofo no es un especialista de múltiples cosas (siendo ya difícil ser especialista en una es imposible serlo en varias); el filósofo busca en las otras disciplinas aquello que es útil para sus propios objetivos, se sirve de las otras disciplinas a las que, como ya he sugerido, confiere  significación.  

A.M.: Leyendo el texto “Entre Lobos y Autómatas. La causa del hombre”, me doy cuenta que hay una visión filosófica y cibernética de lo virtual, del ciborg que apuntan a una articulación con el lenguaje, el sujeto, el pensar la filosofía, la ciencia y la vida en estos tiempos.

¿Cuál es su postura al respecto?

V.G.P.: Pasmados ante la “inteligencia de la máquina” llegáramos  a hacer de ella objeto del imperativo de no instrumentalización que tratándose del ser humano constituye el fundamento de la ética, que alguien viniera a decir: no cabe instrumentalizarla, menos aún cabe destruirla. Hay ya algún paso en ese sentido, aunque todavía incomparable respecto a lo ya vigente en el aspecto simétrico de la animalidad.

La idea de que el hombre es superable como ser inteligente, se complementa con la idea de que el hombre ni siquiera es un momento singular en la historia evolutiva. Y así,  además de la tendencia a homologar hombre y máquina inteligente,  la relativización del peso del ser humano  adopta sobre todo forma de dilución de lo específicamente humano en lo genéricamente animal, incluso en la mera condición de ser vivo. En el registro de la ética este asunto es de una punzante actualidad.

El imperativo de no instrumentalizar al ser dotado de razón  (es decir, de pensamiento abstracto y lenguaje simbólico) que constituía el soporte de la ética kantiana, se formula ahora como imperativo de no instrumentalizar al ser meramente susceptible de sufrir. La potencialidad que tendríamos los humanos de identificarnos a tal padecer, la compasión, es la condición de posibilidad de que tal ética se instaure, mas sólo su traducción en legislación cotidiana garantizaría su efectiva realización. Y aquí una elemental pregunta: ¿no es esta actitud de puro y kantiano desinterés  una prueba de la radical y absoluta (no mediatizada siquiera por la conveniencia de gozar de una naturaleza sana y equilibrada) singularidad de nuestra especie?  Sugiero con esta pregunta, que las posiciones contrarias a la singularidad de nuestra especie de los anti-humanistas, son precisamente la mayor prueba de tal singularidad.

A.M.: En el proceso de su formación filosófica, usted tuvo encuentros y desencuentros puntuales con varios intelectuales (Fernando Savater, E.M. Cioran, Derrida, Lacan, entre otros), los que han sido estudiados por filósofos, literatos, sociólogos y psicólogos, entre otros profesionales de nuestra sociedad.

V.G.P.:Derrida fue, como Fernando Savater, profesor en la Facultad de Filosofía de San Sebastián. El primero impartió allí su curso sobre “El Conflicto de las facultades” de Kant en el que reivindicaba la tesis de que el Departamento de Filosofía es administrativamente un departamento entre otros y sin embargo “toda la universidad”, es decir: ese lugar de intersección que impide que  las diferentes disciplinas  constituyan compartimentos estancos, confiriéndoles así lo que Aristóteles denominaba “Unidad focal de significación”. Derrida aceptó incorporarse un año como profesor invitado en  San Sebastián porque era consciente del peso simbólico que tenía el animar un proyecto filosófico en un país que entonces atravesaba un período difícil y marcado por la violencia. El texto de su curso titulado La filosofía como institución se publicó en español antes que en francés,  con un prólogo  mío en el que recordaba las singulares circunstancias del curso.

De Cioran poco puedo decir pues le conocí superficialmente visitándolo en su domicilio parisino acompañado de Fernando Savater que hizo la tesis sobre él.

Y respecto a Lacan mi trato con él fue debido a que durante 10 años fue mi psicoanalista, pero yo no soy psicoanalista, y por ello no me considero un discípulo de este pensador. Si puedo decir que era un hombre de extraordinaria lucidez y que concebía la experiencia analítica como una radical confrontación del sujeto consigo mismo, es decir: confrontación  a  ese mundo de larvas que en todos nosotros anida, y que pugna por salir…pese a la resistencia de nuestra conciencia. 

A.M.: Para concluir, nos puede hablar del Congreso Internacional de Ontología, que se celebra en San Sebastián, incluye en su Comité de Honor varios Premio Nobel, quienes ya han participado en dicho evento.

V.G.P.:Desde Su fundación en 1993, el objetivo del Congreso internacional de ontología  ha sido conferir nuevo aliento a los viejos problemas de la filosofía griega contemplándolos a la luz del pensamiento contemporáneo, no sólo humanístico  sino científico. De ahí que en su comité científico internacional figure junto a filósofos eminentes científicos  y que por sus diferentes ediciones hayan pasado ya 6 premios Nobel, sin contar el presidente de honor de la próxima edición (que bajo el título Fisica y Ontología se celebrara´en 2018) y que es François Englert, Nobel por el bosón de Higgs.  Los congresos se han celebrado bajo el patrocinio de la UNESCO   yla próxima edición seguirá al Congreso Mundial de Filosofía de Pekín con el que estamos muy relacionados.

Una tarea implícita del congreso es defender la filosofía apoyándonos en personas de otras disciplinas que la consideran un ingrediente indispensable en la formación integral de los ciudadanos. Así por ejemplo, el eminente físico Pedro Echenique será  nombrado Doctor Honoris Causa por la UASD el martes 7 de noviembre. Pues bien: Pedro Echenique fue Presidente de Honor del Congreso de Ontología y ha sido un firme sostén allí donde la filosofía lucha por ser reconocida.