Miami, (EFEUSA).- En medio del bullicio urbano de North Miami Beach se encuentra una de las construcciones más antiguas del hemisferio occidental, un fragmento de la Europa medieval en suelo estadounidense que transporta a sus visitantes a casi 900 años atrás, El Monsasterio español de Sacramenia.
Con tan solo atravesar las más de dos mil libras de un portón de hierro forjado a mano, nos trasladamos al siglo XII en el municipio de Sacramenia en Segovia (España), a la historia de una edificación que ha sufrido fuego, desamortización y expoliación.
La construcción del Monasterio y los Claustros de San Bernardo de Claraval comenzó en 1133, casi 350 años antes de que Cristóbal Colón zarpara al Nuevo Mundo. En principio, la obra se elaboró en románico, uno de los estilos arquitectónicos más populares en Europa entre 1000 y 1200 AD y el cual se aprecia en los arcos redondeados en los pasillos del monasterio, los cuales guardan gran semejanza con los acueductos romanos.
No obstante, según Gregory Mansfield, ministro de la congregación adyacente a la Iglesia Episcopal del recinto, con las "Cruzadas" (1095 y 1291), algunos monjes que viajaban a Francia comenzaron a enamorarse del estilo gótico predominante en aquel país.
"Cuando regresaban, le pedían a los arquitectos que implementaran ese estilo, cuyo rasgo más característico es el arco apuntado", dice Mansfield. "Pero ellos no estaban familiarizados con el mismo, así que los monjes los mandaron a estudiar a Francia y al regresar, terminaron los claustros (que hasta entonces tenían estilo románico), en estilo gótico", agrega.
Ocho años más tarde, en 1141 AD, el rey Alfonso VII de León dejó inaugurada la ecléctica edificación bajo el nombre de "Monasterio de Nuestra Señora Reina de los Ángeles", título que cambió tras la canonización del monje Bernardo de Claraval, en cuyo honor se renombró el lugar que albergó a monjes cirsences durante los próximos 700 años.
En medio de la Revolución europea y la agitación social de 1830, los claustros de la iglesia (galerías con columnas que rodea un jardín o patio interior) se vendieron y pasaron a ser establos, sirviendo, por los 95 años siguientes, como alojamiento de ganado.
No fue hasta 1925 cuando el magnate de la prensa William Randolph Hearst (sobre el que se inspiró Orson Wells para el personaje de "Ciudadano Kane") visitó el lugar y decidió comprar el claustro, la sala capitular y el refectorio del conjunto por $500,000 dólares; según Lloyd Stenette, Padre de la iglesia episcopal actual, Hearst planeaba reedificarlos como cercado para su piscina en una finca de California.
Fue así como se desmantelaron más de 800 años de historia, piedra por piedra. Cada pieza del monasterio fue numerada, empacada en heno y enviada a Estados Unidos en 11,000 cajas, sin embargo, un brote de fiebre aftosa afectaba a España y a su arribo a Nueva York, por miedo a que el heno portara la enfermedad, el Departamento de Agricultura abrió las cajas e incineró el contenido.
Con la "Gran Depresión" (Estados Unidos; 1929), los problemas financieros de Hearst se intensificaron por lo que se vió forzado a vender su preciada "colección".
Las piedras, que habían requerido el esfuerzo de 23 hombres y tres meses de trabajo para ser limpiadas y realmacenadas, quedaron guardadas en cajas al azar en un depósito de Brooklyn por 26 años, hasta que en 1952, William Edgemon y Raymond Moss, unos inversionistas de Miami, decidieron comprarlas y convertirlas en una atracción turística en North Miami Beach.
En 1964, a un costo de $1.5 millones (más de 13 millones de dólares en la actualidad), terminaron de reconstruir las salas, completando el conjunto con piezas de diferentes edificaciones, como la docena de escudos de armas colocados en los pasillos del claustro y que en realidad pertenecen a la Casa de Alburquerque del monasterio de San Francisco de Cuéllar (también en la provincia de Segovia).
"Esta joya arquitectónica es el resultado del trabajo de cristianos, judíos y musulmanes". Los canteros y arquitectos provenían de las tres religiones abrahámicas", apunta Mansfield y explica que a pesar de las "leyes de Jim Crow" aún vigentes en la década de 1950 y que propugnaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas bajo el lema "separados pero iguales", por estos predios, blancos y negros trajinaron al unísono.
"Los canteros negros oriundos de las Bahamas trabajaron mano a mano con los blancos para lograr reconstruir estas paredes", dice Mansfield con profunda certeza, pues en los archivos del monasterio cuentan con antiguas fotografías y basta documentación que avalan dicha cooperación interracial, la que él califica como "un ejemplo de lo que puede lograrse cuando las personas trabajan juntas".
Sin embargo, "el rompecabezas más grande de la historia", calificativo con el que la revista Times denominó el esfuerzo de la reconstrucción, resultó en el fracaso financiero de Edgemon y Moss, ya que con el levantamiento de la autopista U.S.1 en sustitución de la Dixie Highway (en ese momento la mejor ruta para atravesar Miami y llegar a los Cayos), "de repente se vieron atrapados con una atracción turística en una ruta sin turistas", explica Mansfield.
"No anticiparon el plan interestatal del presidente Eisenhower, perdieron hasta la camisa en el acuerdo y terminaron vendiendo los claustros a la Iglesia Episcopal por mucho menos del costo original", agrega el párroco.
Según Tania Witten, organizadora de eventos del monasterio desde 1999, en la actualidad reciben aproximadamente 300 turistas por semana y el monasterio se ha transformado en un lugar solicitado para oficiar bodas, quinceaños e incluso videos musicales como el del sencillo "Por ser tu mujer", de la cantautora la mexicana Natalia Jiménez, filmado en 2011.
"Llega gente de todos lados, se enteran por plataformas como Yelp, Tripadvisor, guías turísticos…", dice Witten. Y es que las redes sociales se han convertido en la mejor forma de atraer vistitantes a este "gran tesoro que poca gente conoce", como declaró el padre Alberto Cutié, quien tras un escándalo mediático contrajo nupcias en la capilla del monasterio en 2009.
Según las cifras del padre Mansfield, anualmente le dan la bienvenida a alrededor de 50 mil visitantes en la 16711 West Dixie Highway, y, tan solo el año pasado, abrieron las puertas a 2000 niños de diferentes centros educativos de Miami.
"No creo que pudiéramos manejar más de ahí", dice Mansfield. "Los que trabajamos en el monasterio somos simplemente mayordomos de esta pieza de la historia medieval con la responsabilidad de conservarla para aquellos que nos precedan y compartirlo para que la gente pueda disfrutarlo ahora".
Por otra parte, la congregación de San Bernardo de Claraval es una comunidad religiosa activa y creciente en la Diócesis Episcopal del Sureste de la Florida y como un fiel reflejo de de Miami, está compuesta equitativamente de negros, blancos e hispanos. Las nacionalidades representadas aquí incluyen polacas, iraníes, francesas y haitianas.
Por más de 880 el antiguo monasterio español ha sido un lugar sagrado y un respiro de las preocupaciones del mundo. Turistas, arquitectos y peregrinos acuden tanto a explorar la historia, como a pasear por los jardines o a meditar en las capillas. Algunos,como la mexicana Marisela Díaz "llegan de casualidad" y otros como Joan, "perdieron la cuenta" de los años que llevan asistiendo a los servicios de los miércoles y domingos.
La atmósfera "medieval" del monasterio se percibe en cualquierrincón; los vitrales en los pasillos que rodean el jardín con casi mil plantas, las estatuas y fuentes en el patio de 15 acres; el elaborado trabajo de los techos, las columnas y los arcos. Las mesas de piedra sacramentales, el campanario o la fuente bautismal, en fin, el misticismo del lugar se filtra por cada rajadura en la piedra y desde cada pequeña alcoba.
Mansfield cree que aparte de su belleza, El Monasterio español de Sacramenia tiene bastas lecciones para enseñarnos. "Siempre decimos, 'si estas paredes pudieran hablar, qué historias nos contarían'".EFE