El libro conformado por siete historias de la escritora y educadora Jenny Montero tiene un hilo conductor: los astros del espacio sideral. Sin embargo, éste es mucho más de lo que su título sugiere. Cuenta con una narrativa de gran inventiva e imaginaría, tan dinámica, que pudiera ser la premisa para una película animada.

La autora emplea un vocabulario rico que incluye términos especializados relativos a la astronomía. Los envuelve en imágenes que cautivan la atención del lector, quien no necesita conocer cada palabra para comprender las tramas que se desarrollan y conectarse con los personajes inanimados que cobran vida y tienen personalidad propia.

Estos siete cuentos, más que instructivos, son para el deleite, aunque de paso se aprenda o refresque algún dato del Sistema Solar.

Inicia con Clodomiro, quien era un rey muy curioso que amaba estudiar el cielo y las estrellas. Siempre estaba haciendo preguntas como: Por qué llueve, por qué el Sol tiene manchas o por qué la Luna a veces usa velo”. Tanta interrogante hacía que viviera distraído, mientras que su hermano Federico se ocupaba de averiguar todo lo concerniente al reino. Por tanto, la reina madre decidió intercambiar rangos entre sus hijos y todo pudo encajar al fin.

Continúa con “El planeta más valiente” que trata acerca del reto que había hecho el personaje llamado “Mister Black Hole” a los planetas de nuestro sistema. En su intento por vencerlos, se tragó a Caronte, “la lunita” de Plutón. Pero Marte, el planeta guerrero, salió en defensa de sus compañeros. Como recompensa, la Tierra le regaló un “sonoro beso” y, desde ese día, el segundo en órbita mantiene su característico color rojo.

Nos sigue contando de Gubay, un cometa espacial que cuando atravesó la atmósfera terrestre, explotó en miles de lucecitas que competían con las “brillantes chichiguas de papel que los niños y niñas volaban contentos”, desde abajo.

En La luna se está mirando, el satélite de la Tierra se dejó llevar de “los elogios” que recibía y, aunque realizaba “todos sus oficios”, como reflejar la luz del Sol y “acompañar a los enamorados”, dejó salir “su lado oscuro” y eligió su trono en el cenit, sin más cambios o fases. Menos mal que se dio cuenta del desastre que causó “Don Huracán y su familia de vaguadas”, y decidió volver a su trabajo, “estrenando una gran sonrisa”.

La quinta historia es acerca de la estrella llamada Sol que, aunque fuera reina, era considerada “enana”. Poseía una corona “que podía cambiar de color”. Esta soberana no dejaba “ni a sol ni a sombra a la Tierra”. Le había obsequiado un Girasol y una nota musical con su nombre. Se había inventado una danza circular, que todos sus “súbditos”, unos lejanos y otros ricos en anillos y satélites, “conocían y ejecutaban con armonía impecable”.

En “Estrellas de ocasión”, la también maestra en Estudios Hispánicos nos presenta una hermosa alegoría relativa al fenómeno de las estrellas fugaces, y nos provoca a pedir un deseo.

Finalmente, nos ofrece un relato muy particular e hilarante que habla de una investigación en torno a la “identidad” de Plutón, quien llega a aceptar su condición apartada, pero logra comunicarse con el astro Rey, vía WhatsApp, para agradecerle y “enviar sus respetos al resto del Sistema Solar”.

Estas historias estimulan la imaginación de los jóvenes lectores. Recrean conceptos y fenómenos del universo a través metáforas, personificaciones y diálogos animados, manteniendo coherencia y ritmo en ascenso, respetando la estructura del cuento y fluyendo con libertad hacia desenlaces fuera de serie.

Jenny Montero nos ofrece una narrativa inteligente y artística, siendo un ejemplo de bien escribir “como y para lectores”, conectando con creatividad la imaginación y la verosimilitud, aspectos fundamentales para una literatura infantil y juvenil de calidad excepcional.

Jenny Montero.

  • Premio Anual de Ensayo Pedro Henríquez Ureña 1986, por “La cuentística dominicana”.
  • Premio Anual de Literatura Infantil Aurora Tavárez Belliard 2005, por “Érase unas criaturas del monte”.