SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El Doctor Miguel D. Mena replicó las afirmaciones del Doctor Manuel Núñez en respuesta a la carta del primero dirigida al director de la Biblioteca Nacional, Diómedes Núñez Polanco, por haber elegido al segundo para una conferencia sobre Pedro Henríquez Ureña.
El Doctor Miguel D. Mena desmiente que cobrara “millones” de pesos por su labor en la edición de las obras completas de Don Pedro Henríquez Ureña, como afirmara el Doctor Manuel Núñez en carta enviada a Acento.com.do.
A continuación la réplica del Doctor Miguel D. Mena:
Sres. Gustavo Olivo Peña y Fausto Rosario Adames,
Acento.com.do
En días pasados le escribí al Dr. Diómedes Núñez Polanco, Director de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, cuestionándole que fuese justamente Manuel Núñez la persona escogida para hablar en día tan especial como el del nacimiento de Pedro Henríquez Ureña.
Mis razones fueron las siguientes: en las dos ocasiones que el mencionado intelectual ha estudiado la obra del Maestro dominicano –en su libro “Manuel A. Peña Batlle en la Era de Trujillo” y en su edición del tomo V de la malograda edición de las “Obras Completas” de PHU-, ha instrumentalizado el pensamiento del humanista dominicano de una manera bastante lamentable, como si él en toda su producción sólo fuese un obsesionado por la hispanofilia. Ya en la primera página de su introducción al referido tomo encontramos esta perla: “"Las culturas nativas y las importadas -la española y la africana- formaron un sincretismo para darnos una nueva realidad, el nacimiento de la hispanidad americana".
En el 2001 el Dr. Núñez publicó un artículo denominándome “lumpen intelectual”. Obvié contestarle in extenso su sarta de insultos y calumnias. Me conformé entonces con una referencia que sobre a sus textos hizo Mario Vargas Llosa en su columna “Piedra de toque”, en un memorable artículo titulado “Mundo ancho y ajeno”, publicado en 1997 (http://elpais.com/diario/1997/03/09/opinion/857862003_850215.html).
Así como yo era un “lumpen intelectual”, luego los periodistas Juan Bolívar Díaz, Fausto Rosario Adames y otros que no comulgan con su credo serían “traidores”, y hasta el mismo Vargas Llosa tenía “una nacionalidad de aeropuertos, porque vive viajando por el mundo sin lealtad a ningún Estado”, aparte de ser la demostración de que "se puede ser perfectamente un gran escritor y un idiota moral” (http://www.elcaribe.com.do/2013/11/06/manuel-nunez-dice-vargas-llosa-fabulador).
¿Cómo puede una institución como la Biblioteca Nacional PHU cederle el podio en fecha tan especial a un intelectual ofensivo, difamador, que fundamenta sus juicios en calumnias?
En la carta que el académico Dr. Núñez le envía a Acento.com.do falta a la verdad. Como no tiene argumentos sólidos, se los inventa.
Núñez se pregunta “¿Por qué debería hallarme yo despojado de los derechos que él (Miguel D. Mena. Nota de la Redacción) les reconoce a los otros en su carta?”, y yo le respondo: porque eres la antítesis de lo que fue Pedro Henríquez Ureña. Porque en vez de la mesura y la verdad, tu discurso es excluyente, racista.
Núñez se pregunta por qué el entonces Ministro José Rafael Lantigua apoyó mi proyecto de edición y publicación de las Obras Completas de Pedro Henríquez Ureña, y yo le respondo: porque, modestia aparte, mi propuesta sí ofrecía hacer lo que no pudo Juan Jacobo de Lara en los años 80, ni lo que se hizo bajo la dirección del Ministro Tony Raful.
Núñez escribe que “Desde los primeros gobiernos del Presidente Leonel Fernández el señor Miguel De Mena se desempeña como agregado cultural de la Embajada Dominicana en Berlín (Alemania)”, lo cual es igualmente falso: en el primer gobierno del Presidente Fernández solo trabajé por tres meses en la DIAPE
Núñez miente y me difama con esta afirmación: “Por la organización y la edición de las obras se le pagaron varios millones de pesos, incluyendo viajes y viáticos para conseguir algunos materiales, poquísimos desde luego, que dieran novedad a esta nueva edición de las obras completas, que habían sido ya publicadas en más de un 90%.”
Reto a Núñez y a cualquier ciudadano o funcionario dominicano a mostrar una sola factura o cheque de esos “varios millones”.
En mi proyecto, presentado en el 2006 y que se hizo efectivo en el 2010, los gastos de mi propuesta ascenderían a 22,300 dólares, lo que llevado a pesos en el 2010 (37: 1) equivalieron a 825,000. Con esa cantidad de dinero entregué catorce tomos, a razón de 58 mil pesos. A esos 825,000 pesos se les hizo el obligatorio descuento del 10 por ciento que el mismo Estado se cobra. Con esa cantidad de dinero me pasé dos semanas en el Colegio de México, diez días en la Biblioteca Pública de Nueva York, y pagué una asistente para que me recopilara textos en bibliotecas cubanas, aparte de tener colaboradores que no recibieron pago en Madrid, Buenos Aires y Santiago de Chile.
Núñez dice que de mi edición ya se había sido publicado “un 90 por ciento”. ¡Mentira capital! Solamente pensando que Juan Jacobo de Lara publicó 10 tomos y yo 14, se ve la diferencia. ¡Mi edición rescata más de 40 por ciento de textos totalmente desconocidos de Pedro Henríquez Ureña! Y además, yo hice una edición crítica, comparando todas las versiones publicadas por el dominicano, de manera que se pudieran percibir los cambios en sus propuestas conceptuales.
Núñez afirma haber trabajado “en la edición anterior realizada durante la administración del poeta Tony Raful”, que por cierto, ¡fue un todo fiasco!
¿Cuánto le pagaron a Núñez por fotocopiar los textos ya recogidos por Juan Jacobo de Lara? En el “trabajo de Núñez” ciertamente hay un extenso prólogo, pero en su “compilación” no hay un SOLO NUEVO TEXTO DE PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA.
Núñez afirma que “Con la llegada del nuevo Gobierno en el 2012 salieron los primeros siete volúmenes, y se le liquidaron los cuantiosos honorarios”. Nuevamente abulta sumas y nuevamente se equivoca, porque todo el pago de la investigación se hizo durante la gestión de José Rafael Lantigua.
En relación a las fallas de la primera edición, eso escapaba a mi ámbito. Si bien yo transcribí, edité, investigué, diseñé, elegí la tipografía, busqué las portadas e ilustraciones, los toques finales para imprenta no eran de mi entera responsabilidad. Sobre el porqué no se han publicado los siete tomos restantes, que le pregunten a Cultura (Ministerio de Cultura), porque mi trabajo lo entregué al entonces Ministro Lantigua.
Núñez escribe que “Desde los primeros gobiernos del Presidente Leonel Fernández el señor Miguel De Mena se desempeña como agregado cultural de la Embajada Dominicana en Berlín (Alemania)”, lo cual es igualmente falso: en el primer gobierno del Presidente Fernández solo trabajé por tres meses en la DIAPE. Desde el 2004 es que ocupo el puesto de Consejero en la Embajada.
Sobre mis capacidades sólo diré que hice un Doctorado –con honores- en la Universidad Libre de Berlín con una tesis que luego el Archivo General de la Nación publicó como libro, que hablo alemán e inglés, y que he trabajado en diferentes organizaciones de trabajo social –con emigrados, refugiados y hasta jóvenes con tendencias neonazis en Berlín. Es decir: no estoy en este puesto por estar caravaneando, sino por mis capacidades.
También he sabido limpiar pisos y pintar paredes durante cinco años, y tampoco me ofendería volver a la cubeta y a la brocha gorda, porque trabajo es trabajo.
La última afirmación de Núñez creo entonces haberla respondido: “Porque el cargo que disfrutaba y aún ostenta en Berlín, de algún modo, se lo debía a los combates que libraban los Castillo para mantener al Bloque Progresista en el poder”.
A los Castillo no les debo nada, salvo los dolores de cabeza que le generaron a mi madre los dos programas de televisión que Marino Vinicio Castillo me dedicara a finales de los 90, en el primero diciendo que yo era un seudónimo, y en el segundo, retractándose pero afirmando que yo era un becado de un poderoso grupo de Santiago.
A quienes sí les debo todo es a los maestros que tuve durante mi infancia, que me enseñaron la humildad cuando se sabía y la bondad cuando se compartía. Pienso en don Emilio Rodríguez Demorizi, en don Vetilio Alfau Durán, en Pedro Mir y en Juan Isidro Jimenes Grullón, que me abrieron sus puertas. También pienso en don Juan Bosch, quien en una dedicatoria en el ejemplar que me regalara de “Cuentos escritos en el exilio”, curiosamente este 27 de junio se cumplieron años, me deseaba que encontrase el camino de ser útil a mi pueblo, “como es su deseo”.
Sé que en esta vida me he equivocado cantidad de veces, pero nunca he sido deshonesto. He tratado de ser coherente con lo que pienso y lo que hago.
Ya antes de mudarme a Berlín había dejado la política activa. Antes y después, sólo he sido un profesional de la Sociología. Nadie me puede sacar papelito alguno donde yo limpie sacos o trafique con ideas en beneficio propio. Vivo y seguramente acabaré en lo más pobre del barrio de San Carlos. El único enriquecimiento en el que creo, es en el espiritual.
Muy atentamente,
Miguel D. Mena
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