Al abordar el texto del libro : Métodos y técnicas de conservación de las obras de arte”, de la restauradora y docente de la Universidad APEC,  Lic. Simona Cappelli, puesto en circulación recientemente por la institución académica , no pude sustraerme a unas series de interrogantes que me asaltaron en un primer instante  durante su lectura,  en la que pretendíamos  situar el período mismo de la metamorfosis del simple objeto de uso cotidiano, a bien cultural.  Del instante en que aun no existía un deseo auténtico de conservación del ente por su valor histórico o su valoración estética.

Cuadro de Silvano Lora, antes y después de restauración.

El espacio temporal fue bastante largo, la humanidad tuvo que esperar hasta finales del siglo XVIII, coincidiendo con un movimiento filosófico y cultural como el de la Ilustración,  para que se produjera una evolución del pensamiento de la época, que permitiera, en cierta medida, poder valorar los objetos antiguos.  Es a partir del nacimiento de la Historia del Arte, como disciplina científica,  el desarrollo de la arqueología y el coleccionismo, que comienzan a surgir los planteamientos de protección del patrimonio histórico, el cual se viene a consolidar a lo largo del siglo XIX, con nuevos argumentos sobre el valor de los objetos de la antigüedad.  Es precisamente en este siglo, donde aparecen las primeras teorías de restauración y las primeras regulaciones para la salvaguardia patrimonial, claramente ligadas al entorno arquitectónico,  lo que necesariamente derivan al terreno de los objetos antiguos,  para finalmente,  consolidarse con los avances teóricos  y prácticos de la restauración a lo largo de todo el pasado siglo XX. 

En su pedagógico libro, la profesora Cappelli externa una serie de juicios sobre el ejercicio en nuestro país de la labor de restauración y conservación, lo que sin dudas,  a partir de su publicación moverá a discusiones, ya que estos cuestionan el grado de profesionalismo con que se han abordado, citamos: “escasez o ausencia de documentación técnica relativa a las intervenciones de restauración y de las obras de arte en general”;  o, “ las restauraciones que se realizan en el país se hacen de forma arbitraria y basadas en criterios empíricos sin fundamentos, sin documentación, sin conocimientos técnicos: se restaura según el gusto del restaurador o del cliente, con resultados excelentes a nivel estético, pero devastadores a nivel químico y físico”.

Mural del pintor haitiano Roland Dorcély, antes y después del terremoto.

Sus palabras nos sitúan en realidades actuales que sufrimos los dominicanos, por la carencia de ese grado de profesionalismo reclamado por la autora en su libro. Estamos constatando la forma inapropiada con que se han abordado los trabajos de adecuación y restauro de una de las zonas  mas emblemáticas de  Santo Domingo, la Ciudad Colonial.  Intervenciones impropias en fachadas de edificaciones, destrucción de un edificio del siglo XVI, que albergaba las instalaciones del Hotel Francés,  y recientemente,  la cuestionada propuesta del proyecto “Centro de Eventos Ruinas de San Francisco y Entorno”, propuesta,  que decanta por destruir lo existente de un monumento con un valor intrínseco histórico y  cultural, que trasciende lo patrimonial dominicano.

La obra de la profesora Capelli nos enseña, con la acertada precisión de un estudio médico forense, el desarrollo del proceso de intervención de tres obras de naturalezas pictóricas y arquitectónica: una pintura sobre tela del consagrado artista dominicano  Silvano Lora (de su período efímero), seis columnas coloniales del Colegio de Gorjón, actual sede del Centro Cultural de España, en la Ciudad Colonial de Santo Domingo y una pintura mural del artista haitiano Roland Dorcély, en el Hotel Villa Créole, Petionville, Haití.  La elección de estas tres intervenciones con sus naturalezas y características bien diferenciadas son, según lo expresa la autora: “para evidenciar la diversidad de los principios restaurativos que evidencian las distintas técnicas, degradaciones y tutelas.”

Distante de la teoría de Viollet-le-Du (arquitecto, arqueólogo y escritor francés), cuyas ideas de restauración plantean una intervención radical de la obra, ya que para él la restauración no es conservar, reparar o rehacer: “ es restituirla a un estado completo que quizás no haya existido nunca”. Simona, discípula de la corriente mas contemporánea de la restauración italiana, por el contrario,  refleja en su concepción teórica y ética ser partidaria de la intervención del restaurador en la obra,  teniendo como premisa  la de intentar  curar de sus patologías  para conservarla integra en su originalidad.”

Portada libro Simona Cappelli

En el desarrollo del trabajo de intervención  sobre las obras objetos de restauro, por parte de la profesora Cappelli, se deja claramente registrado la naturaleza critica y científica del proceso,  evidenciando la importancia histórica y el valor documental de las obras, así como la descripción pormenorizada de  la restauración como forma de garantizar un entendimiento claro de las técnicas y materiales usados,  a fin de asegurar en posteriores estudios o injerencias, el accionar del especialista en la obra sujeta a restauro.

Creemos,  como acota  la autora, que la mejor restauración es aquella que no se realiza y que lo más indicado sería una fiscalización continúa y preventiva del bien artístico,   que permita una correcta conservación  de todo objeto de valor histórico cultural  sometido a rigores de degradación y deterioro, ya que los objetos antiguos no son homogéneos y cada uno de ellos tienen sus particularidades que obligan a ser intervenidos en función de estas diferencias. 

Estamos convencidos de que el libro  de la conservadora y restauradora Simona Cappelli, publicado por la Universidad Acción, Pro Educación y Cultura ( UNAPEC ), será referente necesario  del ejercicio correcto de una profesión que demanda especialistas cualificados en nuestro medio, así como discurso de atención,  para la adecuada conservación del Patrimonio Monumental de nuestro país, sometido a la degradación del ambiente, la carencia de supervisión especializada y permanente, así como las innegables intervenciones desatinadas en algunos trabajos de restauración ya consumados.