(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez Nina)

Cuando un cronista narra su propia jugada vital y su más íntima pelea, se la juega…y como dice un amigo académico, "expone y/o se expone". Esta vez el pleito no es con guantes en el cuadrilátero, sino con garras, ganas y grietas, porque eso es el vivir: risas, llantos, retos y rezos, no más, ni menos, vistas desde la mirada de un narrador deportivo.

Acostumbrado a ver y a narrar juegos de béisbol y peleas de boxeo, ahora le ha tocado a él, narrar su propia hazaña de gladiador sin guantes, con bates y sin caretas.

De Carlos Nina Gómez, recuerdo, cuando a inicios del año 1975, entrábamos a las clases de Letras del inolvidable, amigo poeta, Abel Fernández Mejía, con su voz ombligo fónica y juguetona, a la vez, sentado…aquel joven, entonces de afro moderado, que se pavoneaba con su cuadre sancarleño…de puro capitaleño "rankeao".

Ya venía el autor de estas memorias, con su mochila llena de experiencias sobre las lides políticas de izquierda, durante los doce (12) años del "balaguerato" y hasta la cárcel conocía…así como también conoció, amó y ama los versos del alcohólico y significativo poeta dominicano, Ramón Cifré Navarro.

Aquel "palomo" vivaz… miraba siempre a una rubia, que tal vez pudo llamarse Consuelo Prats-Ramírez o alguna alta mulata sanjuanera que pudo llamarse Rina de León, o tal vez, simplemente, pudo llamarse Juana o Jeny Montero, y a todas las rellenaba de saludos y piropos.

Por suerte, en estas memorias plasma su aire de bohemio y se vanagloria de haber sido manicero; limpiabotas; paleter y canillita, para, luego, estrojarnos en la cara que pudo sobrevivir, por encima de tantas falencias materiales, porque más allá de sus limitaciones, había y hay una fuente de bonanzas y espiritualidad que bordea su vivir. En el fondo, en estas memorias se perfilan las huellas de un gran emprendedor que, de la nada, emerge para servir de ejemplo, a una juventud que se niega a ser parte del ejército de "Los ni-ni" o de los "wa-wa-wa".

Bartolomé Mitre.

De esto, quizás… nadie lo recuerde. Eso es normal. Crecer también nos llena de olvidos. Por eso, hoy Carlos Nina Gómez, nos ha dejado sus "Memorias" (“La Respiración del Reloj". Editora Búho, S.T.L., Santo Domingo. R.D., 2021), para que nadie se jacte en decir: "no lo recuerdo".

Aquel entonces…éramos los dos un par de "bachilleres" pintando primaveras, sobre los bordes de la utopía. Y pensar que algunos de nuestros compañeros, se metieron y se dejaron meter a corruptos y a corruptores, y, una que otra, hoy se encanta la vida cuidando nietos y nietas, mientras se oculta las canas con algún tinte sofisticado o tal vez se enorgullece, frente a un espejo, de no haber sido aprendiz de "chapiadora".

En estas memorias faltan episodios, porque siempre se queda algo, como para construir la excusa de seguir narrando la vida, su vida, nuestro vivir.

Es por eso que el autor de estas memorias no explica aquí sus tantos momentos de aprendizaje de política, escuchando las perorata del entonces camarada Pitágoras Martínez, en la explanada de la Facultad de Humanidades, cerca del busto de Mitre, área que siempre estaba rodeada de futuros periodistas, hoy importantes personalidades, como Denis Mota, Rafael Peralta Romero, o tal vez Oscar Peña.

En estas Memorias está sumergida la niñez adolorida de quien, por años, supo pisar el suelo húmedo, con sus pies descalzos, en una época de agonía y espantos. Eran los tiempos duros de Trujillo…sin Trujillo…y un DNI que no conocía, ni respetaba edades para fichar y encarcelar o matar al más espabilado.

Aquí queda registrada una parte de un cronista bonachón, irónico y bohemio. De un lector empedernido que no solo sabe de boxeo y béisbol, sino de "frías" y calientes, "para ensalzar la vida, brother".

Desde aquellos tiempos… el autor de estas memorias ama el periodismo y sus resquicios comunicacionales, de ahí su orgullo de tantos viajes y aventuras…detrás de las noticias, entre cuadriláteros, swing, "strike" y bateos.

En estas memorias, el autor no quiere ocultar nada. De ahí su empeño en dejarnos saber algunos detalles sobre don Joaquín Nina Mateo, alias "La Basa", su padre, de quién revela "fue un papá malo", irresponsable, que no cumplió con el deber de padre"(p.283), y las golpizas que le propinaba con un chucho mojado.

Ya les dije…aquí, el sujeto autor, en sus memorias, nada quiere dejar, ni siquiera la historia de su primer empleo en la industria de "Calzados Cueli". Pretende contarnos su vida…aunque corra el riesgo de quedar desmemoriado.

Son unas 763 páginas que no han sido suficientes, para abarcar los sentidos de un vivir extenso e intenso, por parte de este irónico, sarcástico, humorístico y juguetón cronista deportivo, quien, hoy nos narra la jugada o la pelea de su existir, para que la disfrutemos por encima del COVID-19, desde nuestro encierro, en este tiempo enfermizo.