La novela de James Dashner continúa su periplo narrativo con esta adaptación de su segundo libro, la que prosigue la historia de un grupo de jóvenes que se encuentra en un espacio laberíntico artificial donde el porqué de su destino y situación es un enigma.

Aunque los segundos episodios de trilogías tienden a ser incompletos, este tiende a ofrecer más información sobre el mundo que rodea a los protagonistas que sigue siendo totalmente desconocido, un laberinto metafórico que constituye su base fundamental para explicar algunas cuestiones filosóficas de la trama.

Thomas y el resto de los jóvenes continúa su carrera por la supervivencia buscando  pistas sobre la misteriosa y poderosa organización que los ha colocado en esta situación.

A diferencia de la primera parte donde los espacios abiertos reflejaban una posición narrativa con más ventaja para su apreciación, la segunda parte se muestra más claustrofóbica llevando su contexto de ciencia ficción hacia el terror.

Wes Ball (Beginners, 2010) trata de llevar el filme hacia una audiencia más adulta entregando un episodio más oscuro y aterrador.

Es por esto que su diseño de producción logra transmitir ese pánico necesario para cargar las escenas de acción y de mayor dinamismo.

“Maze Runner: Prueba de fuego” logra a medias su objetivo, sólo faltará si su conclusión pueda satisfacer las ansias de los acólitos de la novela.