SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El Doctor Manuel Núñez respondió al Doctor Miguel D. Mena, quien criticó que se eligiera al primero para hablar sobre Pedro Henríquez Ureña en una actividad organizada por la Biblioteca Nacional.
En una carta enviada a la Redacción de Acento.com.do, el Doctor Núñez también se queja por la fotografía utilizada en la información sobre la carta de D. Mena al director de la Biblioteca Nacional, Diómedes Núñez Polanco.
A continuación la carta y luego una breve nota de la Redacción de Acento.co.do:
Santo Domingo, D. N.
27 de junio, 2015
Gustavo Olivo,
Acento.com.do
Muy distinguido amigo:
Sé, por el manejo que se hace en el despacho donde aparece una carta del señor Miguel D. Mena oponiéndose a una conferencia que debía dictar en la Biblioteca Nacional, que, probablemente, no sea santo de la devoción de ese periódico. El contraste fotográfico de la información presentada ilustra un procedimiento que empleaban los regímenes totalitarios, que es, el de presentar a una persona exaltada, tomada fuera del encuadre y otra serena, que simbolizaba la razón. Es una forma maniquea de representar la información, que me coloca en una posición pocos menos que caricaturesca. Es, por otra parte, un ejemplo extraordinario para ser empleado en las escuelas de periodismo de cómo destruir la imagen de A y exaltar la imagen de B. Perdóname, Gustavo, esta digresión de profesor . No juzgo, desde luego, la elección de la foto.
"En resumidas cuentas, el señor de Mena invoca la democracia de la cual era, ciertamente, partidario Henríquez Ureña, para suprimirla, para privarme ex profeso de sus beneficios"
En lo que respeta a la solicitud que le hace el escritor Miguel D. Mena al director de la Biblioteca Nacional para que desestime una conferencia que debería ser dictada por mí, me parece que resulta un verdadero despropósito. ¿Cómo puede invocarse los valores de la democracia para privar a una persona de su derecho a expresarse? ¿Por qué debería hallarme yo despojado de los derechos que él les reconoce a los otros en su carta? ¿Quién se ha creído este señor que es? Afortunadamente, no nos hallamos en una república propiedad de Miguel de Mena, en la cual yo no tendría derecho ni siquiera al aire que respiro. ¡Qué bueno que figuras tan esperpénticas no tengan el poder!
En resumidas cuentas, el señor de Mena invoca la democracia de la cual era, ciertamente, partidario Henríquez Ureña, para suprimirla, para privarme ex profeso de sus beneficios.
Durante la etapa de Clave Digital, el señor De Mena hizo un comentario en una gacetilla de corte brutalmente racista; proclamó que mis antepasados se habían comido a un alemán. A mí la verdad me pareció tan nauseabundo lo que escribió ese señor que, en esa ocasión, decidí callar.
Era un seguidor asiduo del extraordinario periodismo que ustedes desarrollaron. Un periodismo vigoroso, defensor de los intereses del pueblo dominicano, revelador del coraje y de la valentía, que, llegó en su etapa de gloria, a constituirse en lo que debe ser el auténtico periodismo: un contrapoder para que funcione la democracia. Por eso, apreciado Gustavo, me parece que asociarse a la privación de un derecho, no es digno de las credenciales que habían ganado ustedes, muy merecidamente, en la sociedad dominicana.
Buena es la ocasión para hacer sobre este aspecto algunas revelaciones. La edición de las obras completas de Pedro Henríquez Ureña se llegó a planificar en un almuerzo convocado por el entonces Ministro de Cultura, don José Rafael Lantigua, en el Restaurante El Vesubio. La comisión fue integrada por el historiador Frank Moya Pons, Soledad Álvarez, Andrés L. Mateo, Diógenes Céspedes y quien suscribe, Manuel Núñez. Hubo luego otras reuniones. Posteriormente, al Ministro le pareció que era preferible designar al señor Miguel D. Mena; el equipo fue despachado con cajas destempladas. Sus razones habrá tenido y hay, desde luego, que respetarlas. No creo, en ningún caso, que él considerase que este personaje fuera intelectualmente superior a los otros cinco.
Fue así como D. Miguel de Mena recibió el contrato de las obras completas de Pedro Henríquez Ureña. Por la organización y la edición de las obras se le pagaron varios millones de pesos, incluyendo viajes y viáticos para conseguir algunos materiales, poquísimos desde luego, que dieran novedad a esta nueva edición de las obras completas, que habían sido ya publicadas en más de un 90%. .
Yo trabaje en la edición anterior realizada durante la administración del poeta Tony Raful. Con la llegada del nuevo Gobierno en el 2012 salieron los primeros siete volúmenes, y se le liquidaron los cuantiosos honorarios y la impresión de esas decenas de miles de libros costó como era de suponer una millonada. Posteriormente, una vez publicados los libros se llegó a la conclusión de que las obras entregadas por el señor de De Mena a las prensas se hallaban plagadas de errores y distorsiones, que constituían el mayor escarnio a la memoria de D. Pedro Henríquez Ureña.
No se había hecho el cuidado de edición, aun cuando se había pagado en constantes y sonantes pesos, y el nombre de Henríquez Ureña quedaba bastante desmadrado con estos libros. Entonces el Ministerio de Cultura mandó a recoger la edición para triturarla completamente. Miles de libros, se perdió una millonada. Yo, desde luego, conservo los ejemplares de ese adefesio. Los hombres de hoy podrán celebrarle esos despilfarros a don Miguel de Mena en contra del país; la historia, por supuesto, no lo absolverá. Es triste, Gustavo, ver a un gran hombre manipulado por un fariseo.
En otra parte de su carta, el señor De Mena, mete sin que venga a cuento a Vincho Castillo. Se cree muy listo. Lo hace para apandillar al periódico y a sus directivos con intriguillas de baja estofa. Creo, Gustavo, que no debes dejar que Miguel D. Mena te elija a los enemigos. Desde los primeros Gobierno del Presidente Leonel Fernández el señor Miguel De Mena se desempeña como agregado cultural de la Embajada dominicana en Berlín ( Alemania), en gobiernos que fueron defendidos y apoyados por el vinchismo, y en los cuales fueron figuras fundamentales hasta hace muy pocos meses. Si tantos horrores le provocan estas personas, ¿dónde puso los escrúpulos en todo ese tiempo? Porque el cargo que disfrutaba y aun ostenta en Berlín, de algún modo, se lo debía a los combates que libraban los Castillo para mantener al Bloque Progresista en el poder. Fíjate, Gustavo, todo lo que ha llovido desde entonces. No sé si con estas comparaciones podrías hallarle un punto de coherencia a los charlatanes.
No voy a hacer el retrato del personaje, que ya lo hizo de manera insuperable don Andrés L. Mateo en una polémica que quedará para la historia, que se encuentra en las hemerotecas digitales. Esta correspondencia se halla, estrictamente, motivada en el derecho a la defensa de mi honor y en contra de los que abiertamente proclaman que desearían ponerme una mordaza.
Con la expresión de mi reconocimiento y amistad,
Manuel Núñez
Nota de la Redacción de Acento.com.do:
Estimado Manuel, siempre he valorado de ti que eres uno de nuestros intelectuales que se emplean a fondo en su labor. Produces y defiendes de manera frontal tus ideas. Lo que no se puede decir de muchos de nuestros intelectuales.
Respeto tus opiniones sobre el tratamiento que observaste en la noticia a que haces referencia. Viste cosas inexistentes en la selección de la fotografía. Se eligió una imagen tuya, de las que están en nuestros archivos fotográficos, sin mayor interés que el de ilustrar la historia.
Sabes que en Acento.com.do nunca se te ha censurado ni agredido. Te brindé este espacio como a muchos otros intelectuales amigos.
Aquí, como en otros medios donde he trabajado, participaste de entrevistas y debates (como el interesante intercambio que sostuviste con el Doctor Néstor E. Rodríguez), además de ver publicadas tus declaraciones sobre diversos temas de interés público.
Dejaste de enviarnos artículos por tu propia decisión, y no porque se te censurara ni objetara. Esta misma semana nuestro articulista Damián Arias Matos, escribió de forma muy elogiosa sobre tu tesis expuesta en tu ensayo El ocaso de la nación dominicana. (Por cierto, que años atrás te defendí cuando se objetó que se te entregara un premio por esa obra. Otros alegaban que se trataba de un libro viejo. Pero en tu favor siempre argumenté que era un nuevo ensayo, corregido y notablemente aumentado y enriquecido con abundante documentación).
Si tú no fueras, como dices, “santo de la devoción” de este medio, habríamos objetado el artículo de Damián Arias.
No perseguimos a nadie por diferir de nuestros puntos de vista. Expresamos los nuestros y no cedemos en ese derecho, pero respetando a quienes disienten, siempre que no se incurra en las mentiras o en las imputaciones difamatorias o expresiones injuriosas.
La diversidad que brinda muestra sección de opinión (que incluye desde cristianos confesionales hasta ateos y anticlericales; desde derechistas hasta izquierdistas radicales; desde homofóbicos hasta activistas pro derechos LGTB) así lo confirma.
Con el afecto de siempre,
Gustavo Olivo Peña
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