¿Cuántos de nosotros hemos escuchado alguna vez “al mar” a través de una caracola? Pues para el escritor Luis Martin Gómez, ésta nos trae un mensaje tan profundo como sus aguas, en la historia Mamá, a aquella caracola le está naciendo un mar, la cual está narrada con vívidos detalles cual si fuera un poema.
En ella nos habla de una niña quien no conocía esta masa líquida y salada “pero se lo imaginaba”, ya que su madre le había hablado de “esa agua azul atrapada en un hueco”, cubierta por “su piel hecha de espuma”. Ella disfrutaba poner la concha cerca de su oído y así soñar despierta con los peces y corales, las aves revoloteando y la arena. Lo que no entendía era como podía caber todo eso allí “dentro esa espiral”, mientras se preguntaba: “¿Sería que la caracola tuvo tanta sed que se lo bebió entero?”
Nuestro autor nos sorprende al mencionar a Barahona, que una vez estuvo cubierta por ese mar que “quizás era un pedazo de cielo desprendido”, vestido de “hilos de plata” a la luz de la luna y que se confundía en una “danza” con las montañas. En esta especie de oda, Luis Martín Gómez despierta el alma y los sentidos de sus lectores a través de hermosas metáforas, como la “del cielo, otro mar que nació al revés” o la de “ese caminito naranja construido al atardecer del sol”.
Ese mundo era ideal, hasta que unos hombres con “máquinas de fuego” “rasuraron bosques y pintaron los caminos con asfalto y llenaron los ríos de cólera”. Mientras, sus aguas se evaporaron, los peces “murieron de nostalgia” y los corales fueron cambiados por casas.
La niña de la historia, de nombre María, había hallado esa caracola al pie de un tamarindo, y a través de ella escuchó sus olas, aunque no sabía lo que eran, porque “cuando ella nació, el mar ya había muerto”. Entonces la pequeña dio rienda suelta a su imaginación: veía peces nadando en su habitación, conchas bajo su cama y algas gigantes en su jardín. “A la caracola le nacía un mar”. María pudo “probar” su agua salada y, en una mezcla de emociones, vio como todo se cubría con sus aguas.
Tuvieron que buscar a la Defensa Civil, a los bomberos y hasta a la policía para detener la inundación y volver la tierra a su anterior sequía. Todos prometieron hacer algo: El gobernador reconstruir las casas a cambio de los votos de los afectados, el sacerdote orar para evitar otro “castigo” como ese, y el policía llevar a la caracola “subversiva” al Museo de Historia Natural. Por su parte, el científico prometió que nunca iba a pasar algo así. Solo el artista se alegraba de tener otro motivo para pintar.
Pero estas promesas no fueron cumplidas, no pudieron con la imaginación de María, que soñó de nuevo con el mar que brotó con más fuerza sobre los árboles y montes como un lago inmenso y salado.
La historia de Luis Martín Gómez tiene tanto que decir como el mar mismo. Cual poesía, evoca sentimientos de alegría, nostalgia y amor por la naturaleza, presentando en sus imágenes situaciones reales de nuestro entorno e invitándonos a salir de la comodidad y accionar.
Escuchemos su “música” y demos rienda suelta a nuestra imaginación, porque con ella cualquier cosa es posible, hasta que de una caracola nazca todo un mar, lo suficientemente grande, como para cambiarnos el mundo.