José Rafael Sosa

DISTRITO FEDERAL. México es México. La azteca es una  de las naciones cuya cultura y artes han trascendido a los países de América Latina  para establecer su marca, para hacernos disfrutar sus rancheras, ilusionarnos con sus personajes del cine y la televisión, producir la bien  ganada admiración por sus artistas de la plástica, baste decir Orozco o Diego Rivera o para hundirse en la estética literaria de un Octavio Paz, como referencia inolvidable, por hacer breve la lista.

Y el ejemplo que ofrece el talento mexicano al presentar su versión, con supervisión de los productores norteamericanos , el musical Los Locos Addams, sirve para constatar  la consistencia azteca respecto de un género escénico de compleja adaptación, ya que demanda del dominio del mayor número de artes escénicas.

México, tiene trayectoria de formidable  estética: Actuaciones, canto,  efectos especiales, música, baile, vestuario, maquillaje y escenografía , en un todo  de perfección  que lo inunda el escenario y perfuma la percepción del auditorio .

Los locos Addams, versión México, habla de esa capacidad latina de emprender grandes jornadas de arte en escena, que nos igualen a la creatividad del mal llamado “primer mundo”, reflejo de un orden nacional  distorsionado y  necesitado de urgente y oportuna revisión. Los países y los pueblos por  sí mismos, primeros en ser o que son. El resto es discurso y buena intención.

Presentado en Teatro Insurgentes, famoso por las estrellas mexicanas e internacionales que a acogido en su entablado, el musical fue una muestra de expresividad escénica por parte de un cuerpo de talentos que encabezan el reconocido actor de teatro y cine Jesús Ochoa  (Homero) y la cantante soprano y actriz , la espectacular Susana Sabaleta (Morticia). El montaje fue producido por Tina Gallardo   y Claudio Carrera, con derechos adquiridos de Elephant Eye Theatrical.

El espectáculo transmite ritmo, una destacada estética visual y  auditiva, una acabada perspectiva tanto vocal (individual y de masa coral) como una coreografía afinada, compleja y armónicamente lograda, Muchos de los mejores instantes son los finales de la conjunto  danzante y cantante.

Interpretativamente, sin dudas que la Susana Sabaleta y Gloria Aura se llevan las palmas, haciendo recorrer hermosas tonalidades con sus registros limpios, sobre todo en sus tonos agudos. Sabaleta, de acuerdo al prestigio que tiene, pudo haber sido más aprovechada en sus facultades vocales.

Jesús Ochoa es un atrevido. Un hombre que, haciendo lauros aparte por su destacada carrera como primerísimo actor de teatro, televisión y cine, simplemente aceptó el desafío de una encargo tan demandante y , a pesar que de no canta, canta. Y su destreza en el baile es graciosa y acompasada, pero cargada de esa ingenua tonalidad del novato en  el género. Su fuerte es la actuación y así nos impactó desde el momento que vimos, en el Festival de Guadalajara 2013, Aquí entre nos (Patricia Martínez).

Sergio Trujillo, quien cargó con la deslumbrante coreografía, merece el mejor de los premios de arte que el DF pueda dar. El arte de armonizar música y cuerpos, en un todo rítmico y sugerente, es digno de cualquier reconocimiento posible.

Los elementos técnicos de iluminación, reproducción de sonido y escenografía completan la impecabilidad de esta respetable versión azteca, dando la sensación de estar frente a un equipo que ha cursado por muchas jornadas de exigencia artística del género artísticamente multi-expresivo.

Apoyados en el libreto de Marshall Brickma&Rick Elice y música y letra de Andrew Lippa y basados en los personajes creados por Charles Addams (adaptados para el público mexicano por el guionista y dramaturgo Jesús Guzmán), el elenco lo completan: Gloria Aura (Merlina), Miguel Angel Pérez (Pericles), Raquel Pankowsky (Abuela), Gerardo González (Lucas) y José Roberto  Pisano (Largo).

Los talentos que montan la Familia Beineke son Luja Duhart (Tomás), Tomas Castellanos (Mauricio) y Alice de Olmo, en un acertado casting que encontramos supera la experiencia previa, encontrada en You Tube, lo que desmonta la premisa de mercadeo de que fuera montada “por primera vez en México”.

La dirección  musical, plataforma que enriquece y sostiene las acciones, es del maestro Eduardo Soto Nava.

Mención aparte para vestuario y maquillaje, que elevan la imagen del espectáculo a la impresión que genera el montaje original  de Broadway. En el maquillaje hay que anotar que la producción optó por la vertiente de capacitar a cada uno de sus personajes principales a realizar auto-maquillaje, en el entendido de que la caracterización propia, les une más a su personaje.

El trabajo de conjunto refleja impecabilidad estética, armonía, fuerza expresiva desde el hondón de todos los recursos implicados, desde lo interpretativo hasta los impresionantes efectos especiales (los objetos inanimados que se animan) y el vuelo el cohete a la luna del Tío Lucas.

Las gracias a Jerry Zaks, quien estuvo en la dirección, garantizando una calidad de producción que ganó mucho más que el encendido y extendido aplauso del público.