Esta novela juvenil, de la autoría del poeta y narrador Ramón Gil, es una historia singular llena de aventura y emoción, pero también de enseñanzas.
Cuatro hermanos, dos niños y dos niñas, junto a una joven prima son conducidos por su abuelo Pancho a la experiencia de sus vidas: “vencer a su primera montaña”.
Se levantaron temprano un domingo y se prepararon para ir a “cazar nubes”. La más pequeña, Rachel, de unos cinco años, era la más entusiasta exploradora que anhelaba capturar una en un frasco, para su abuela Chela.
Cada uno, incluyendo a Natalie, Rainieris y Ronaldo junto a la mayor Sandra María, quien era experta en contar historias, anduvo a su ritmo en el ascenso hacia la cumbre. Todos pudieron observar los hermosos paisajes en el camino y experimentar los cambios de temperatura y de ánimo.
Durante su peregrinar hubo varios hallazgos: un perro amarillo que se les unió en el viaje, soldados que les advirtieron de posibles peligros, ríos, árboles que parecían llamas de fuego y hasta guerrilleros que les aconsejaron acerca de una fruta.
Además de esto, en sus varias paradas para descansar pudieron observar los estragos de la mano del hombre en el medio ambiente, enfrentaron a una serpiente y hasta una tormenta durante el descenso. Pero los sabios y oportunos consejos del abuelo, sus diestros cuidados, así como los momentos de reflexión hicieron de estas experiencias las mejores maestras.
El trayecto tuvo sus altas y bajas y alguna que otra queja, pero cuando avanzaron lo suficiente para divisar las primeras nubes se agruparon en parejas para escoger y “cazar” las suyas con mucho cuidado para no convertirlas en agua.
Con su narrativa rica en imágenes, el autor hace sentir al lector parte de la historia, describiendo vívidamente los ambientes y empleando en ocasiones un lenguaje poético, como en la escena de la cima: “Los pinos aparecieron de repente frente a ellos y fue como si la vegetación se transformara de golpe”, teniendo bajo sus pies, por alfombra, “hojas y ramitas finísimas”.
Sin sacrificar su nivel literario, el vocabulario que el escritor emplea en la obra es comprensible para el joven lector. Además, incluye algunos elementos de fantasía entretejidos en la trama que añaden emoción y misterio, como es la aparición de una sirena y una ciguapa.
Ya en el tope de la montaña, los protagonistas pudieron mirar “sobre los pinos y después sobre las nubes que cubrían parte de la montaña” hasta ese punto marrón que marcaba el inicio de su travesía. Y justo antes de iniciar el descenso, la prima que contaba historias sugirió que pensaran en algo que quisieran “recordar” para siempre. Cada uno lo hizo según su perspectiva, pero todos “estaban felices y satisfechos”.
Ramón Gil ha logrado desarrollar una historia bien estructurada, fluida, de fácil lectura, que mantiene la atención y el interés de principio a fin. En ella no solo nos cuenta una aventura digna de recordar, sino que muestra valores como la perseverancia, tolerancia, el amor y respeto por la familia y la naturaleza y, sobre todo, que se vale soñar, ya que por difícil que sea la subida para alcanzar “nuestra nube”, la vista desde allí vale todo el esfuerzo, y es mucho mejor si se hace en compañía.
*Los cazadores de nubes, de Ramón Gil, es parte de la Serie Naranja (a partir de los 8 años), de Editorial SM.