Madrid, Madrid (EFE/Carmen Sigüenza).- A lo largo de la Historia artistas y escritores han buscado en las drogas experiencias personales o inspiración para sus obras, pero también hay otras dependencias involuntarias. Ahora doce escritores dejan su testimonio literario sobre sus adicciones al sexo, la coca, el alcohol o los orfidales.
"Opio", "Cocaína", "Morfina", "Marihuana", "MDM", "Talidomida", "Lorazepam", "Alcohol", "Tabaco", "Tripi", "Base", "Sexo" son los doce capítulos escritos por otros tantos escritores españoles y latinoamericanos en esta antología de cuentos, que bajo el título de "Drogadictos", publicará Demipage el 20 de marzo.
Así, entre la realidad y la ficción, porque no se sabe si les ha ocurrido a ellos o a otros, como es el caso de Lara Moreno, cuando habla de cómo una niña en una familia muy relajada toma opio para calmar el dolor de una quemadura, el libro dedica un capitulo a cada autor.
El escritor mexicano Carlos Velázquez, que ya habló de su amor a la cocaína en "El karma de vivir al norte", ahora viaja a Lima para buscar la mejor coca y darse un banquete de 13 gramos en cuatro días.
"Tenía la nariz taponada por tanto golpe de polvo seco. Pero eso jamás detiene a un cocainómano; nada lo detiene cuando está en pleno romance con la cocaína. Ni su madre, ni sus hijos ni su pareja", escribe Velázquez
Sara Mesa reclama más morfina para evitar el sufrimiento de un paciente que ya ha superado su cupo, y el "mono" del enfermo se convierte también en el suyo. Juan Bonilla mete la droga MDMA en un ático en Barcelona que supuso un viaje de iniciación imposible de repetir.
El argentino Mario Bellatín narra en primera persona las consecuencias de la ingesta de talidomida por parte su madre durante el embarazo.
Y el escritor José Ovejero cierra el libro con una gran confesión pública, que le sirve de "desahogo", y no es otra que la adicción que tuvo al sexo. Algo por lo que pasó y no había contado hasta la fecha.
"Termino aquí. Desalentado. Más triste de como empecé a escribir esta historia. Es difícil mirar el propio pasado sin que las propias miserias tiñan el resto. No, quizá no sirva de nada compartirlo con los demás. No cambia absolutamente nada. Así que esto es todo. Repito: esto es todo. No voy a volver hablar de esto nunca. Mi vida, a partir de ahora, es cosa mía…" concluye Ovejero.
Pero en estas páginas también están Juan Gracia Armendariz, que habla de la marihuana; Javier Irazoki que lo hace del tabaco y el colombiano Andrés Felipe Solano del alcohol.
Además Marta Sanz toma orfidal para su relato "Lorazepam" y contar las consecuencias de tomar este ansiolítico."Yo escucho 'Orfidal' y veo orquídeas negras y blancas, orquidal, orquitis, testículos abultados, proteínas pura…", escribe.
El escritor peruano Richard Parra ficciona sobre la pasta base, conocida como la droga de los más pobres. Y finalmente el viaje del Tripi sirve de literatura para el escritor Manuel Astur.
El libro cuenta con unas ilustraciones que son verdaderas pinturas sobre el tema hechas por Jean-Francois Martín, colaborador habitual de New York Times, Le Monde, The Guardian o the Washington Post
"No se trata aquí de hacer un repaso de las conexiones entre el proceso creativo y el uso de productos psicoactivos. Que cada cual desencadene su creatividad o su locura como bien entienda", escriben los editores, David Villanueva y Manuel Guedan en el libro.
"Quizá podríamos decir que en esta reunión de magníficos escritores que os proponemos, cada uno representa literariamente las drogas o las consecuencias de su uso a través de sus palabras", explican los editores en un prólogo con el título "Las doce drogas del calendario". EFE