Las vanguardias rusas
Elena Litvinenko de Vásquez (*)
Las primeras décadas del s. XX fueron un período de convulsión política y cultural para Rusia: dos revoluciones, tres guerras, salto del arte tradicional al Cuadrado negro de Malevitch en apenas 20 años.
Fue una verdadera revolución cultural. Poetas, artistas, teatristas con una postura claramente radical, con ganas de transformación, ruptura y desafío apostaron por un lenguaje totalmente innovador con el que abrieron el camino para un mundo nuevo. La vida cultural rusa se llenó de efervescentes manifiestos, escandalosas exposiciones, apasionadas declaraciones teóricas. Surgieron numerosos movimientos de vanguardia, algunos derivados del occidente, otros propios de Rusia: el neoprimitivismo, el cubofuturismo, la pintura analítica, la abstracción lírica y sus variantes geométricas rayonismo, suprematismo, constructivismo.
La historia de las vanguardias rusas empieza con la exposición Sota de diamantes celebrada en diciembre de 1910 y convertida luego en una sociedad artística que existió hasta 1918. El irreverente nombre del grupo hacía alusión no sólo a los juegos de cartas sino a los bordados en los uniformes de los presidiarios. Sus integrantes Iliá Mashkov, Aristarj Lentúlov, Mijail Lariónov, Piotr Konchalovsky, Robert Falk, Natalia Goncharova, Kasimir Malevitch entre otros, rechazaban los valores académicos y realistas. Su inspiración fueron las obras de Cezanne, el fauvismo, el cubismo, el arte popular ruso.
En 1911, Larionov, Goncharova y Malevich rompieron con el grupo, acusándole de estar demasiado dominado por el «orientalismo barato de la Escuela de París» y la «decadencia de Munich», y fundaron su propia asociación, La Cola de Burro, para promover un arte basado en la inspiración folclórica. Este grupo existió tan sólo hasta 1913, pero su importancia fue grande, ya que sirvió de último escalón en la transición hacia el arte moderno.
Los componentes de la vanguardia rusa son complejos, como sus modelos y tendencias, especialmente al inicio.
Primero en aparecer fue el Neoprimitivismo. Consistió en una simplificación deliberada de la imagen, haciendo su forma parecida a una creación del arte popular o infantil. Uno de los artistas que inspiró esta tendencia fue el autodidacta georgiano Niko Pirosmani (1862-1918), pintor ocasional de letreros y carteles sobre hule negro que murió a causa de desnutrición y fue reconocido después de su muerte. Los principales representantes de esta tendencia fueron Iliá Mashkov (1881-1944), Aristarj Lentúlov (1882-1943), Piotr Konchalovsky (1876-1956), Alexei Yavlensky (1889-1941), Mijail Lariónov (1881-1964) y Natalia Goncharova (1981-1962). La densa aplicación del color transformaba sus obras en elementos autosuficientes donde el motivo tomado de la realidad se convertía en un pretexto para la resolución de problemas pictóricos.
Casi al mismo tiempo nace el futurismo ruso. Los poetas Velimir Jlébnikov, los hermanos Burliuk, y Vladimir Mayakovsky fundaron en 1910 el primer grupo literario. En 1912 fue publicado su manifiesto La Bofetada al gusto público y en 1915 se presentaron ya dos grandes exposiciones de artes plásticas. Los futuristas rusos en su mayoría fueron socialistas y en 1913 abuchearon a Tommaso Marinetti en su visita a Moscú, acusándolo de ser demasiado burgués. Luego se comprometieron con la cultura emergente del proletariado revolucionario. En el Manifiesto de los futuristas rusos de 1918 se proclamaba: "Exigimos: La separación del arte y del Estado. La abolición del patronazgo, de los privilegios y del control en el terreno del arte. Basta de diplomas, títulos, encargos y grados oficiales". Y se terminaba diciendo: "¡Viva la tercera revolución! ¡La revolución del espíritu!” Sus principales figuras fueron Liubov Popova (1889-1924), Olga Rozánova (1886-1918), Alexandra Exter (1882-1949) y la ya mencionada Natalia Goncharova.
Pronto se presentó una nueva versión, el cubofuturismo. El término fue creado por Kasimir Malevitch (1878-1935) para describir las obras suyas y de Goncharova de temas campesinos tratados al modo de las obras tubulares de Leger. Combinó la geometrización de las formas propia del cubismo con el dinamismo, velocidad y exaltación de la vida urbana moderna típicas del futurismo. Usó colores brillantes, objetos fragmentados, incluyendo letras y palabras, fondos planos, figuras tubulares de grandes proporciones.
Del cubofuturismo se separaron dos nuevos movimientos: el rayonismo y el suprematismo. El primero nació en 1913, creado por la pareja M. Larionov y N. Goncharova. Proponía ser una síntesis del cubismo, futurismo y orfismo y consistía en presentaciones casi abstractas de la realidad en formas agudas, entrecruzadas y sistemáticamente cortadas, rayos ordenados en rítmicas secuencias. Basándose en el descubrimiento de la radiactividad y los rayos ultravioletas, pretendía plasmar la percepción de los rayos emanados por un objeto y la propagación rápida y simultánea de la luz. Los rayos de longitud e intensidad diferentes sugieren un universo irreal, regido por las leyes cromáticas y dinámicas. Luz, color, tiempo y movimiento son los protagonistas de los cuadros rayonistas.
El suprematismo fue creado por K. Malevitch. Consistió en representaciones puramente geométricas (triángulo, cuadrado, círculo, rectángulo) de colores primarios sobre fondos neutros de tonalidades claras, principalmente blanco. La pintura suprematista se desvinculaba de la naturaleza, creando una realidad totalmente original y abstracta. Las formas puras y simples mostraban su supremacía sobre todo fin materialista, práctico o ideológico. En su primera fase se caracterizó por las composiciones asimétricas, diagonales y dinámicas, de líneas y formas trapezoidales de distintos tamaños y colores. Luego se limitó a formas geométricas únicas y absolutas ocupando gran parte de la superficie del cuadro, como el famoso Cuadrado negro.
El arte analítico es contemporáneo de las tendencias anteriores. En 1914 su creador Pavel Filónov (1883-1941) publicó el manifiesto que exponía sus principios teóricos. La esencia de este método era romper con el mundo visible, dividirlo en elementos individuales y luego sintetizarlo en forma de imágenes complejas, llenas de significado simbólico, hacer visible lo invisible, plasmar la geometría interior. Después de la revolución del 1917, Filónov cooperó activamente con el nuevo régimen, confiando que los cambios sociales le ayudarían a extender sus ideas. Pero fue ignorado por el estado que prohibió su exposición retrospectiva en 1929. Pasó sus últimos años en completa pobreza y murió de hambre. Su nombre fue rescatado recientemente y casi sesenta años más tarde, en 1988 fue celebrada su primera exposición.
En 1914 a raíz de la primera guerra mundial, regresaron a Rusia sus dos grandes figuras de proyección internacional: Vasily Kandinsky y Marc Chagall. Y aunque después de sus fallidos intentos de colaborar con el nuevo gobierno revolucionario se vieron obligados a emigrar, su presencia dejó una huella importantísima en el rumbo de las vanguardias.
Kandinsky (1866-1944) luego de su breve participación en “Sota de diamantes”, se alejó del grupo y se fue por el camino del arte no figurativo. En 1910 publicó “Sobre lo espiritual en el arte”, el tratado teórico de la abstracción. Afirmaba que las ideas, las formas, los sonidos, los colores conectan con el mundo espiritual a través de la sensibilidad del artista. Las composiciones e improvisaciones son el reflejo del alma de su creador.
Marc Chagall (1877-1985), sin alejarse de la figuración, creó su propio universo iconográfico, poblado por los recuerdos de infancia, evocaciones folclóricas y nostálgicas. El vuelo desenfrenado de su fantasía lo convierte en uno de los precursores del surrealismo.
Otro artista que regresó del extranjero en estas mismas fechas fue Vladimir Tatlin. Influenciado por los trabajos de Picasso, impulsó un nuevo movimiento de vanguardia: el constructivismo. El nombre hacía referencia a la construcción de esculturas abstractas partiendo de una gran variedad de materiales industriales, como metal, alambre, vidrio y trozos de plástico. Defendía el utilitarismo y el funcionalismo e introdujo el movimiento en la escultura. Con el tiempo se extendió a otras artes, como la arquitectura, la pintura y el diseño.
En sus inicios la revolución bolchevique acogió todas las vanguardias, prefiriendo el suprematismo y el constructivismo y los aplicó a la propaganda política. La nueva imagen de la URSS se hizo conocer en el mundo entero a través de los carteles y afiches. Entre las figuras más representativas estaban Naum Gabo, Antón Pevsner, Alexander Ródchenko, El Lissitzky, Gustav Klucis, Liubov Popova.
El manifiesto del movimiento se publicó en 1920 y a partir de entonces se perfilaron dos tendencias. Una de carácter utilitario encabezada por Tatlin y Ródchenko, que se puso al servicio de la revolución. Renunció “el arte por el arte” y llamó a crear obras útiles a la nueva sociedad en el área de diseño industrial, comunicación visual y las artes aplicadas. La otra defendió la libertad creativa y el carácter subjetivo y se manifestó en la pintura y escultura. Es representada por Malevitch, Gabo y Pevsner.
El constructivismo se caracterizó por las composiciones simples, geométricas de figuras lineales y planas ordenadas en ritmos rectangulares. La gama de colores se limitó al blanco, negro, rojo, azul y amarillo. Los textos combinaban diferentes tipografías en la misma frase y se distribuían en formas irregulares: en cruz, en diagonal, en dirección inversa. Uno de los aportes más originales del constructivismo fue el fotomontaje que sustituyó la ilustración dibujada. Las imágenes se formaban con recortes de diferentes fotografías, retocándolas luego a mano para disimular los bordes y los empalmes.
Vladimir Tatlin (1885-1953) fue arquitecto, pintor y escultor; su obra “El Monumento a la Tercera Internacional” se considera el punto inicial del constructivismo. La gigantesca maqueta de unos 400 m de altura en forma de torre espiral inclinada de metal, dentro de la cual están insertadas tres estructuras más de vidrio en formas de cilindro, cubo y cono que darían vueltas lentas y regulares, nunca se pudo realizar ya que el gobierno declaró el arte abstracto como antirrevolucionario.
Alexander Ródchenko (1891-1956) fue uno de los artistas más versátiles del las décadas 1920-1930. Su faceta más conocida fue de diseñador gráfico, aunque también trabajó como fotógrafo, pintor, escultor, dibujante y diseñador industrial. Junto con su amigo, el poeta Vladimir Mayakovsky, fundó una sociedad creativa y realizó cientos de anuncios y carteles. Su técnica favorita fue el fotomontaje, siendo un gran innovador en esta área de la comunicación visual. A partir de 1919 realizó trabajos para portadas de revistas y libros con recortes de diversas revistas ilustradas o de sus propias fotografías. En 1923 participó en la fundación del movimiento LEF (Frente de artistas de Izquierda) tanto en el plano teórico como práctico, escribiendo artículos y diseñando portadas para la revista que publicaba el grupo. A partir de 1924 se dedicó más a la fotografía, campo en el que fue uno de los maestros más influyentes del siglo XX gracias a sus ángulos inusuales, perspectivas forzadas, composiciones diagonales.
Varvara Stepánova (1894-1958) fue la compañera de toda la vida de Ródchenko. La revolución fue una determinante en su trabajo al establecer el concepto del arte accesible a las masas populares y también como un medio para retratar la realidad social. Se destacó en el diseño de moda, pintura, escenografía, ilustración de libros, fotografía, fotomontaje, tipografía y diseño de cartel.
Otra pareja creativa fueron Gustav Klucis (1895-1938) y Valentina Kulágina (1902-1987). El fue pintor, escultor, diseñador gráfico y profesor de origen letón. Desde 1918 vivió en Moscú, siendo alumno de Malevitch. Durante los años 1920 se dedicó exclusivamente al fotomontaje, disputando con Ródchenko ser el pionero de esta técnica, y en la siguiente década trabajó para diferentes periódicos y revistas. Realizó composiciones de gran fuerza expresiva donde mezclaba elementos abstractos con las imágenes realistas de trabajadores.
Como muchos otros creadores de la vanguardia soviética que se entregaron plenamente a la revolución fue eliminado durante las purgas estalinistas.
Su esposa tuvo una vida mucho más larga y dedicó su arte a la mujer trabajadora y su papel en la construcción de la nueva sociedad socialista.
La personificación del ideal constructivista fue El Lissitzky (1890-1941), pintor, diseñador gráfico, fotógrafo y arquitecto. Desde 1919 se integró al constructivismo realizando sus pinturas abstractas o PROUN (acrónimo en ruso de Proyecto de confirmación de lo nuevo). En 1921 fue nombrado agregado cultural de Rusia en Alemania y se trasladó a Berlín, donde promocionó las vanguardias rusas a través de varias exposiciones en galerías de arte y donde asumió también el trabajo de dibujante y escritor para diferentes periódicos y revistas internacionales.
El constructivismo llegó a Europa gracias al Lissitzky e influenció a la escuela de la Bauhaus, al movimiento De Stijl, al desarrollo del arte minimalista y de la arquitectura moderna.
Su relación con Alemania se terminó en 1931, después de organizar la exposición de la Bauhaus en Moscú, donde se quedó hasta el año de su muerte en 1941.
Pasado el tiempo y asentada la revolución los movimientos de vanguardia fueron declarados non gratos. La mayoría de los artistas de vanguardia fueron arrastrados al olvido, desaparecieron en los campos del GULAG o tuvieron que emigrar al extranjero. El estalinismo había acabado con lo que se llamó “El gran experimento”, uno de los momentos creativos más explosivos y apasionantes en la historia del arte del siglo XX, para dar paso al tradicional y académico realismo socialista.
(*) Elena Litvinenko de Vásquez es historiadora de arte de origen ruso que vive en el país desde 1986. Es profesora de las universidades UASD y UNAPEC, da cursos y conferencias tanto en el país como en el extranjero, es autora de varios libros y artículos relacionados con los diferentes aspectos del arte.