SANTO DOMINGO.- Por lo general, la censura viene por imposición de ciertos sectores de la sociedad: el gobierno, la iglesia y la burguesía. Estos grupos sociales han racionalizado un nivel de ideología correspondiente a intereses diversos según sean los aspectos de la vida que ellos representan y su nivel de control sobre toda la estructura de la sociedad.
Se puede recordar cuando “Dios te salve María” (1985) recibió la condena del Vaticano y cuando grupos religiosos amenazaron con explosiones de bombas a los espectadores que acudían a las salas del cine. El director Jean-Luc Godard hacía una interpretación moderna del misterio de la virgen María y el nacimiento de Cristo, poniendo a una joven que queda embarazada de su novio y donde su médico certifica que todavía sigue virgen.
Sobre embarazos misteriosos también se tiene que ver la visión de Norman Jewison en “Agnes of God” (1985) y la de Ken Russell en “Los demonios” (1971), donde una deforme monja se obsesiona con un sacerdote hasta el punto de decir que él la ha poseído. Pero antes de Jewison y Russell, el polaco Jerzy Kawalerowicz presentó su versión de la historia de una monja poseída en “Sor Juana de los ángeles” (1961), en la que cuenta la historia de un amor apasionado y reprimido entre la Madre Superiora y un sacerdote.
En “La religiosa”, una intensa adaptación de la obra de Diderot, Jacques Rivette realiza una crónica de la angustia de una mujer (Anna Karina) prisionera tras las rejas de un convento, que rechaza aceptar su voto y reconocer su fe en Cristo. Derek Jarman hace un aporte interesante cuando en “Sebastián” (1976) realiza un recuento de los últimos días del mártir San Sebastían. Tras ser exiliado en un remoto lugar por su fe religiosa, desarrolla una ambigüa relación con su oficial comandante, que eventualmente conlleva a su ejecución. Cinta prohibida por su homoerotismo y su atrevida visión de la figura de Sebastián.
La dualidad y el pecado son expuestos en “Bajo el sol de Satanás” (1987) en la que el director Maurice Pialat realiza una confrontación teológica de un sacerdote (Gérard Depardieu) quien enfrenta los poderes del mal, tratando de salvar el alma de una mujer que va camino hacia la perdición.
Por este mismo camino se encuentra “Corazón ardiente” (Act of the Heart) (1970) donde también se manifiesta la pasión entre un sacerdote y una mujer como elemento de discordia moral. También apuntamos a la magnífica obra de María Luisa Bemberg en “Camila” (1984) con Imanol Arias y Zusu Pecoraro como la cálida mujer que se dispone a dar todo su amor a pesar de la represión social y eclesiástica de la época.
En “Ave María” (1980) de Jacques Richard, el fanatismo religioso es manifestado a través del método antiguo de la flagelación como castigo por el pecado. Este tema al igual que su afiche publicitario trajo graves consecuencias. El afiche presentaba a la actriz Isabelle Pasco en la misma posición de Cristo en la cruz, añadiendo una cierta provocación en la exhibición de los pechos desnudos de Isabelle.
Sátiras y otras irreverencias
Sobre las sátiras religiosas tenemos la corrosiva y provocativa “Jesús de Montreal” (1989) de Denys Arcand quien relata la fase de producción de un grupo de teatro sobre la pasión de Cristo en los escenarios de la colina de Montreal. La iconoclasta y original producción desató la ira de los grupos conservadores y pronto la vida real imitó los eventos de las tablas de una forma salvaje e imprevista.
Dentro de esta tesitura también se incluye la cinta épica del grupo de los Monthy Python, “La vida de Brian” (1979), sobre las desventuras de Brian, quien nació la misma noche que Jesús y es confundido con el Mesías, encontrando todo tipo de problemas con los romanos. También sobre este tenor satírico, se recuerda que en los Estados Unidos tuvieron que variar ligeramente el título de la comedia que involucraba la figura del Papa titulada “The Pope Must Die” por “The Pope Must Diet” (1991), como una forma de aligerar ciertos ataques de grupos religiosos.
Hasta el director manchego Pedro Almodóvar dentro de su exquisita filmografía le dedicó algunos pasajes a las irreverencias religiosas cuando plasma en “Entre tinieblas” (1984) la vida de un convento y sus “redentoras humilladas”, unas religiosas que llevan por nombre “Sor Pecado”, “Sor Estiercol”, “Sor Víbora”, y donde la historia está plagada de sexo, drogas y con un repentino humor negro que matiza su discurso como una ácida crítica a la religión católica.
Pero si de irreverencias se trata podemos señalar que Peter O’Toole se creyó ser el propio Jesucristo en “La clase gobernante” (1971), de Peter Medak, en la que él es un aristócrata británico quien obtiene este convencimiento en un delirio de demencia. Nada en absoluto es sagrado en esta atrevida farsa sobre el sentido social de la locura. Hace unos años, Martin Scorsese presentó “La última tentación de Cristo” (1988), su versión cinematográfica de la obra de Nikos Kazantzakis. Igualmente agrupaciones fundamentalistas trataron de evitar su exhibición comprando la cinta original para quemarla. Luego hicieron lo posible por boicotear la película. Incluso, en República Dominicana, todavía es una película prohibida para ser exhibida en salas de cine o cualquier presentación pública. El filme más bien es una proyección a modo de reflexión sobre la tentación de la carne hacia la figura de Jesús donde él mantiene relación con María Magdalena.
Otro de los filmes que tuvo problemas y acusaciones por parte de religiosos fue el filme de Kevin Smith, “Dogma” (1999), una parábola cómica sobre ángeles caídos que presenta una batalla final de la eterna guerra entre el Bien y el Mal durante los últimos días del siglo.
Dos autores vedados
Dentro de todo este largo pasillo de irreverencias y de pensar reflexivo y crítico sobre la cuestión religiosa y la característica de la fe cristiana, podemos encontrar a dos directores que ofrecieron sus miradas particulares. Pier Paolo Pasolini en Italia y Luis Buñuel en España y México aportaron lo que hoy se considera las más profundas convicciones autorales sobre el tema.
Italia no ha tenido un autor cinematográfico más polémico que Pier Paolo Pasolini. Este autor fue un sólido intelectual, novelista, poeta, ensayista, filólogo, crítico, director teatral, historiador, guionista, y para más, marxista militante, que produjo muchas discusiones con su obras.
La génesis de sus contradicciones con la clase dominante de Italia, de la Iglesia y sus burgueses ortodoxos se puede encontrar en esa visión paródica sobre el tema religioso de la crucifixión en el capítulo de “Rogopag”, un trabajo conjunto con otros directores, titulado “La Ricotta” (1963). Este episodio le valió la condena absoluta de la Iglesia católica y fue arrestado bajo los cargos de injuria contra la propia Iglesia. El capítulo de marras presentaba a un actor que interpretaba a uno de los ladrones crucificados junto a Jesucristo quien muere por indigestión al momento de decir su parlamento frente a un grupo de periodistas y personalidades de la burguesía italiana.
Aunque dos años más tarde, Pasolini elabora su propia visión sobre los más importantes principios del evangelio. Su obra “El evangelio según San Mateo” (1964), una cinta que causó gran impresión por la originalidad de su estilo y las propuestas épico-religiosas, a parte de su dedicatoria especial a la memoria del Para Juan XXIII, fue percibida por algunos como un “impúdico sacrilegio”. Sin recurrir a la presentación de lo sobrenatural o lo sagrado, Pasolini quiso señalar lo tangible, lo que se ve en cualquier escena cotidiana.
No obstante, el informe de la Office Catholique Internationale du Cinema (O.C.I.C.) se refirió a la obra como de una densidad humana, conmovedora con relación al mensaje social del Evangelio y en particular el amor por los pobres.
A pesar de los ataques, Pasolini siguió realizando sus propias interpretaciones religiosas cuando en “Pajarracos y pajarillos” (1966) mostró a un padre y su hijo quienes recorren las carreteras en rechazo a las convicciones sociales, acompañados de un pájaro intelectual e izquierdista con capacidad para hablar, y que va revelando parábolas sobre el marxismo y la iglesia. Ya en “Decameron” (1971) existe un cuento específico que se refiere a la ambigüedad moral de una mojas de un convento, en que la presencia de un joven jardinero, desata un lascivo deseo por disfrutar del experimento sexual.
Luis Buñuel fue otro autor que tenía una visión particular sobre la base del cristianismo y sus prédicas. La obsesión religiosa de Buñuel es fundamental al momento de trazar todas sus actitudes frente a la visión que tenía del hombre y la vida. Sus películas se crearon entorno a un mundo aparentemente irreal e ilógico.
Los problemas de la moral planteado por este autor rozaban los conceptos teológicos, lo que algunos críticos lo han definido como uno de los más religiosos, a pesar de su estigma de hereje anticlerical.
Tres películas son fundamentales dentro de su filmografía las que resumen sus ideas entorno a la religión: “Nazarín” (1959), “Viridiana” (1961) y “Simón del desierto” (1965). Según la novela del mismo título de Benito Pérez Galdós, “Nararín” es la propia convicción de que el martirio inútil puede fracasar frente a la resistencia del convencionalismo social. Propuesta que recae sobre el personaje de un sacerdote que busca mantener con sinceridad sus ideas, pero su tortura moral y el rechazo dentro de su misma clase, lo enfrenta a un nuevo camino: el de la rebeldía como único fin de mejorar al mundo.
Con “Viridiana” Buñuel es aún más corrosivo. Este filme cuenta la historia de una novicia, que por sentir temor de enfrentar la realidad del mundo, se encierra en una institución de ayuda para mendigos. Buñuel vuelve a tocar el tema del cristianismo absoluto, pero con una vertiente de duda sobre las acciones de la propia Viridiana quien cae en las tentaciones de su propio tío. La película fue prohibida en España, aunque posteriormente fue rescatada de la hoguera y hoy es una aclamada y referencial obra sobre el tema.
Ya en “Simón del desierto”, cinta que se inspira en San Simón Estilista, un anacoreta cuya fama de santidad recorría por todo el Oriente y quien decidió vivir encima de una columna para evitar el contacto con las personas, Buñuel le da a esta verídica historia un poco de protesta surrealista como la presencia de una mujer (Silvia Pinal) quien encarna diferentes personajes para atraer a Simón hacia el campo de la debilidad religiosa. Sin caer en paralelismos sobre la vida de Cristo, el filme observa un punto inquietante sobre la vida de los que se entregan a la vida espiritual y reflexiva.