Ellas son el instrumento perfecto del cuerpo humano. Manos que acarician. Manos que trabajan. Manos que abrigan. Manos que protegen.
Las manos definen la procedencia y el oficio de las personas. No son iguales las callosas de un obrero, que las bien cuidadas de un ejecutivo de oficina.
Las manos pueden sostener el escalpelo del cirujano, que hace delicadas precisas y delicadas escisiones en los órganos biológicos a sanar, pero también descargan con fuerza el afilado machete de carnicero sobre la carne del animal sacrificado.
Las manos de la madre abnegada protegen y abrigan al crío, las del boxeador golpean para ganar una corona.