Esta es una historia de ciguapas desde la visión de la polifacética y galardonada escritora Julia Álvarez, que nos cuenta lo que pasó en “una isla no muy distante”, donde estos seres “vivían bajo el agua en cuevas azules, entre caracoles y algas”.

Como apunta la leyenda, estas criaturas tenían sus pies al revés y al andar “despistaban a los humanos”. A su vez, salían al acostarse el sol, en silencio, para buscar comida.

Pero su secreto estuvo a punto de descubrirse cuando una de ellas, llamada Guapa, salió “antes de que la noche se hiciera totalmente oscura”. La jovencita, de “piel dorada, ojos brillantes y pelo negro”, se consideraba a sí misma “atrevida y valiente y curiosa”.

Había sido advertida del peligro de los “humanos”. Le habían dicho que éstos “obligaban a la gente a bañarse, lavar la ropa y las manos”. La inquieta protagonista había seguido hasta ese momento las reglas, hasta que un día no aguantó  y se acercó al patio de una casa, probándose un vestido que estaba colgado en un cordel pero, al ser vista por un niño, se ocultó  rápidamente.

Luego de que la reina de las ciguapas la regañara, hizo todo su esfuerzo por cumplir las órdenes. Aunque su espíritu aventurero pudo más.

La riqueza de las palabras empleadas por Álvarez en su obra, sus imágenes poéticas y la manera magistral, global y cercana de abordar este género de la tradición oral dominicana, constituyen un aporte sin igual a la cultura y literatura universales.

Con  los cinco sentidos, la autora nos invita a transportarnos junto a Guapa a esa tarde cuando “desde el fondo el agua” realizó un descubrimiento. En una amalgama entre la narrativa y la poesía, Julia Álvarez nos cuenta cómo el personaje observó la belleza de la isla, donde “el aire parecía salpicado de oro”, las aves cantaban sus “canciones favoritas”, mientras “las palmas mecían al compás de la tonada pegajosa de la brisa” y con sus palabras nos hace casi percibir “el dulce aroma de las flores”.

Ante tal escena, la pequeña no pudo contenerse y caminó hacia el bosque en búsqueda del aquel niño que antes conoció. Se sorprendió al encontrarlo cerca del río, junto a su familia, celebrando un picnic. Aprovechó el instante en que se fueron de paseo, para  acercarse y comer un pastelito que estaba en una canasta. Pero cuando lo hacía, se resbaló y cayó estrepitosamente.

La familia volvió a ver qué sucedía y al ver sus peculiares pies al revés, pensaron que había sufrido una lesión por la caída.  Los padres dijeron que había que llevarla al doctor, pero Guapa había escuchado historias acerca de los galenos, como que la podrían usar para hacer experimentos.  Mientras pensaba esto, escuchaba susurros, gruñidos y delicados silbidos de la tribu de ciguapas que estaban vigilando cerca.

Fueron a buscar ayuda para transportarla y la dejaron con el chico, quien le ofreció alimento, acomodó su cabeza con unas hojas y le preguntó: “¿qué otra cosa puedo hacer por ti?” La ya más tranquila ciguapita pidió agua y aprovechó que su nuevo amigo fuera por ella para escapar junto a sus compañeras. No sin antes tomar más pastelitos y dejarle un caracol de regalo.

Todas ellas, al disfrutar de este manjar, pudieron darse cuenta que algunos seres humanos podrían ser “buenos”. Por lo que partir de ese día, Guapa tuvo la libertad de acercarse con cautela al patio del chico. Allí doblaba la ropa que se había secado en el tendero y hallaba pastelitos que le dejaban en algún bolsillo. Por su parte, el jovencito siempre cargaba “su caracol de la suerte”, recuerdo de su amiga.

Esta historia, hermosamente ilustrada por Fabián Negrín, cautiva y fluye, mientras exalta los valores del respeto, la amistad, la lealtad, la solidaridad, así como el amor por aprender. La riqueza de las palabras empleadas por Álvarez en su obra, sus imágenes poéticas y la manera magistral, global y cercana de abordar este género de la tradición oral dominicana, constituyen un aporte sin igual a la cultura y literatura universales.

A su vez, nos enseña que no hay que dejarse llevar de las apariencias, ni creer todo lo que dicen. Nos llama a indagar por nosotros mismos las respuestas y no temer a lo desconocido ya que  al seguir sus huellas puede que encontremos algo extraordinario.

Publicado por Editorial Dragonfly Books, 2002