Esta foto es un homenaje a los casi 40 años caminando por el Conde arriba abajo. He visto caminar y luego morir a cientos de amigos, conocidos, extraños. Toda la fauna de la breve ciudad. Como Pedro Juan Gutiérrez, he amado este Casco Histórico. Nada que ver con sus azoteas habaneras pero mi calle también es un pedazo de realismo menos sucio, pero si universal caribeño. Definitivamente insular a orgullo.

Roque, Tony Garpeco, el Maestro Cestero que sigue con nosotros. Un señor igualito a Woody Allen que pasea con un periódico El Nacional en las manos (casi nadie lee periódicos impresos por las tardes). Siempre me ha parecido un ratón de biblioteca. Alguna vez se me ocurrió preguntarle su nombre y a qué se dedica en la vida . No lo hice. No sé. El misterio del clon de Woody Allen es más interesante y menos metiche.

A Glaem Parls, ya lo conocemos. . Su “oficina” en la Cafetera de los Republicanos. Mi amigo Manuel Moreta. Los señores que juegan ajedrez entre la Duarte y la Hostos No sé cómo se concentran con tanto ruido y gente cruzando de un lado a otro.

La ex Cafetería Paco y sus diversos arcoíris. Los venezolanos, la cachapas y los helados a 50 pesos dos bolas a elegir. ¿Pedicure? ¿Manicure? Con final feliz . Los Politur , tan relajados para el piropo fácil y tan estrictos con el limpiabotas que baja de la Duarte a buscarse la vida.

 

La historia del país y la ciudad repartida entre los edificios Diez, Baquero, Copello… El puesto de libros de Daniel con ediciones vigas cada vez más caras. Por cierto, me debe un libro de Rodriguez Demorizi.

La calle El Conde y toda la Zona Colonial ha sido mi barrio emocional. Lo adopté como lugar de encuentro. No sé si la Zona me adaptó a mí, ahora que lo pienso bien.

Allí he pasado momentos inolvidables y otros no tan agradables como la vez que el Parque Duarte fue sitiado por la agencia antinarcóticos. Oficiales vestidos de negro con sus canes oliendo el ruedo de los pantalones y las pertenencias de los habitués. Los tiempos cuando el Cardenal López Rodríguez y el ex Zar de la Televisión, Freddy Beras Goico, le declararon la guerra al Parque Duarte.

Otros más festivos como la noche de Manu Chao y Mano Negra en Plaza España. Un desborde de buena música, libertad, democracia y caos como suele pasar en todos los conciertos. Un concierto equivale

Allí, he   conocido a gente de todos los colores, maneras de pensar y excéntricos, como el recién fallecido Camilo Bencosme. Luis Días en Bermudas y sandalias recitando sus versos sin el “terror” que lo caracterizaba sino con la fuerza de su corazón monte adentro que muchos conocimos y quisimos latiera por más tiempo.

Ahora la Zona se revitaliza con la escuelita de música de Camilo, los esfuerzos de Raquel Casares y la Asociación de Propietarios Residentes de la Zona Colonial por rescatar los espacios públicos para el disfrute de todos , desde los más grandes hasta los más pequeños.

Es el único lugar de la ciudad donde se puede caminar, por lo menos la percibo así. La sensación de vecindad, de cercanía y calidez con los demás sigue siendo constante. Se me puede acusar de idealizar la Zona. Arrastra muchos viejos problemas que requieren soluciones nuevas. Lo sabemos.

Por lo menos ese tufo a Miami Vice de la Lincoln no lo tiene. Caminar por la Lincoln me da la impresión de que en cualquier momento alguien saldrá de algún bar o restaurante y me echará a patadas del sector.

Sí, se termina aquí. La Zona es inagotable. Lo sé , falta más contar.