Durante la década de los años 90, con la implementación de un nuevo diseño curricular, fueron diversos y notables los cambios implementados en la educación dominicana. La tecnología no escapó a esta realidad. En ese sentido, en la gestión (1996-2000) se intentó implementar las llamadas Tecnologías de la Información y la Comunicación, mejor conocidas por sus siglas como las TIC.
Pero a pesar de los esfuerzos e intentos, son muchas las evidencias de las debilidades tecnológicas educativas reflejadas antes y durante la pandemia mundial iniciada a partir del año 2020, donde se hizo notar la falta de mecanismos didácticos tecnológicos en la implementación educativa. Quizás debido a la repentina pandemia, donde nos vimos obligados a iniciar, sin previo aviso, las clases virtuales para no perder el año escolar.
Las TIC han llegado a facilitarnos la información en todos los sentidos; sin embargo, sería difícil su integración y adaptación a las exigencias de docencia híbrida, como al parecer sugieren los sistemas educativos, si no desarrollamos el uso de la tecnología en maestros y estudiantes para capacitarlos en la búsqueda de informaciones por internet y el uso de herramientas digitales educativas, más allá de un uso mecánico, superficial y rutinario que deja a un lado las habilidades y destrezas con las que esta generación ha surgido. Por consiguiente, evadir e ignorar la necesidad de mejorar la implementación de las TIC de manera significativa en las aulas es contraproducente.
Debemos ser conscientes de que las TIC no generan un efecto mágico en el aprendizaje, ni son por sí solas una innovación educativa.
La razón principal por la que creemos que la implementación de las TIC no ha funcionado, ni durante la pandemia, ni antes de esta, es porque a algunos maestros (por no decir todos), principalmente del área de primaria y secundaria, se les ha hecho difícil incorporarse y adaptase a los cambios demandados por la tecnología. En efecto, nuestra propuesta es que cada maestro tenga capacitación tecnológica constante frente a los mecanismos necesarios a utilizar: computadoras, tabletas, celulares, pizarras digitales, proyecciones, Apps para reuniones virtuales, programas etc. Y esto no solo mientras dure la pandemia, sino que el dominio de estas herramientas sea parte del currículo profesional docente.
Hay que destacar que el trabajo docente ha sido extraordinario hasta el momento, y no podemos desplazar su labor. No obstante, también es válido señalar que los tiempos cambian, y que no nos podemos quedar atrás.
Queremos dejar claro que la tecnología por sí sola no es nada. Es necesario que los facilitadores de esta sigan poniendo de su parte, como lo han hecho hasta ahora, para desarrollar, de la mejor manera, buenos contenidos y buenas planificaciones y proyectos que impacten significativamente nuestra educación y a la vez la sociedad siga creciendo y avanzando.
Debemos ser conscientes de que las TIC no generan un efecto mágico en el aprendizaje, ni son por sí solas una innovación educativa. No serán mejores ni peores profesores por no utilizarlas, solo se innova la forma de hacerlo, con acceso a más facilidades y mayores resultados con menos esfuerzo. La tecnología llegó para ser nuestra aliada y trabajar juntos de la mano con ella.
Lo que se quiere lograr es que el estudiante aprenda haciendo cosas con la tecnología: música, videos, películas, lectura, trabajo en equipo; y no que se crea que la tecnología vendrá a cambiarlo todo por sí misma.
En definitiva, debemos dejar de ver la tecnología como el fin de lo que queremos lograr, y empezar a verla como aliada frente a las necesidades de hoy en día. Para esto es necesario que los centros educativos estén en una misma visión, que los maestros no sientan que se les está desplazando, que exista armonía entre la tecnología y la enseñanza. Tomar en cuenta que no todos aprendemos de igual forma y que haremos lo necesario para que la labor docente sea casa día más completa y eficaz para dar lo mejor a nuestra patria y al avance de nuestros futuros profesionales, los estudiantes.
Ruth Vera (1995). Estudiante de Educación mención Lengua Española y Literatura orientada a la educación secundaria en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Pertenece al taller literario de dicha universidad. Es egresada de la Escuela Nacional de Locución Profesor Otto Rivera, y, actualmente se desarrolla como Social Media Manager y en áreas tecnológicas.