“Esa obra maestra que es “Never More”, donde resuena, tamizada en la nocturnidad del ambiente, la nota fatídica de Poe” (Manuel Rueda)

I.

Para poder contextualizar el poema Never More(Nunca Más) del poeta dominicano Enrique Henríquez (1859-1940) es conveniente conocer previamente el muy conocido y reconocido El cuervo de Edgar Allan Poe (1809-1849). Se trata de uno de lospoemas más célebres de cuántos escribió el genio oscuro de Boston. De este (El cuervo) se suele destacar su admirable composición y la carga de sobrenaturalidad que encierra.

Enrique Henríquez

El cuervo es un poema narrativo. Relata una historia en la que un lector solitario es visitado una noche por un cuervo. El hombre está pasando por un difícil momento, pues ha pedido a su compañera, Leonor, y sin poder conciliar el sueño lee en su habitación. Siente miedo, cada sonido, por leve que sea, como el crujir de la seda de la cortina, le infunde pavor. Sorpresivamente, se produce un ruido detrás de la puerta, el hombre va a averiguar. Y al abrir el postigo entra el tenebroso cuervo y se posa sobre un busto de la diosa griega Palas Atenea, que está junto a la puerta. El hombre se sienta frente al pájaroy comienza a hablarle. Sin embargo, ya sea queafirme, interrogue, busquerespuesta sobre su amada Leonor, o exprese su esperanza de reencontrarse con ella tras la muerte, invariablemente el ave le responde Never More (Nunca Más).Tal respuesta, repetida una y otra vez, sólo consigue afianzar más el sentimiento de desesperanza y desolación que embarga al personaje.

 

Aunque no es correcto asumir como regla invariable que el personaje de un poema lírico  –de cualquier poema lírico– es el autor, pues no siempre el poema es de corte autobiográfico, en este caso asociaremos el personaje de El cuervo con su autor, Edgar Allan Poe; y al de Never More con Enrique Henríquez.

Es importante tener en cuenta la enorme carga simbólicadel cuervo, muy vinculada a la muerte y al misterio. En la cultura grecorromana el cuervo era visto como un símbolo de la adivinación. Era, pues, un profeta del porvenir, mas no ligado a acontecimientos positivos, sino a hechos trágicos, que están –como ya hemos señalado– vinculados con la muerte. En algunas culturas antiguas se atribuía al cuervo la misión de conducir el alma de los fallecidos a la tierra de los muertos.

 

II.

Visto lo anterior, se comprenderá la estrecha relación del poema de Henríquez con el de Poe. Never More es la frase que el cuervo repite como única respuesta a las interrogaciones del personaje (de Poe, insistimos). Y, precisamente, Henríquez la convierte en título y en estribillo que se repite al término de varias estrofas. Podemos decir que entre El cuervo, de Poe, y Never More, de Henríquez, hay una relación de intertextualidad (relación de un texto con otros textos).  En este caso, dicha relación intertextual podríamos compararla con la que se establece entre un río y sus afluentes. Así podemos decir que Never More, de Enrique Henríquez, es tributario de El cuervo de Poe.

En Never More, el poeta va recorriendo un entorno urbano, y mientras hace el recorrido va describiendo lo que se presenta ante su vista.Las edificaciones son viejas, hechas a la usanza de otra época. Por los rasgos del entorno puede presumirse que se trata de una ciudad colonial (¿la ciudad colonial de Santo Domingo?). Como es tarde de la noche, el lugar está desierto. Todo el conjunto transmite una sensación de silencio y abandono.

Por las interminables avenidas,

en busca de pretéritos mesones,

veo plazas desiertas,

luces emustiecidas,

graníticos balcones,

ventanas ojivales

y monásticas puertas

que, vistas a través de sus cristales,

fingen estar de par en par abiertas.

En la siguiente estrofa, el personaje dice caminar “a la ventura”, expresión que nos recuerda, particularmente,al Quijote, por ser muy usada en esa obra. Ir a la ventura es ir sin una ruta prefijada, andar por andar, como al azar. Mientras camina,el bardo va hablando consigo mismo. ¿De qué hablará el poeta? Difícil es saberlo. Él nos dice que padece“un dolor de siglos”, y agrega:“que ahora es mío”. ¿Será el dolor perenne en que se desenvuelve el poeta, cualquier poeta, todo poeta? La experiencia lectoranos enseña que la gran poesía está unida al dolor, pues aunque hay poemas celebrativos siempre se ha dicho–y así lo habrá comprobado todo lector de ese género– que la alegría no es muy productiva en el arte, que las emociones que más nos marcan, aquellas que, por dolorosas, se quedan profundamente grabadas en la sensible corteza del espíritu, son las que han inspirado las grandes obras artísticas, entre ellas, la gran poesía. Y si repasamos las grandes obras poéticas fácilmente comprobamos que es así. Pongamos por caso, verdaderos clásicos como los poemas homéricos (La Ilíaday La Odisea), La Eneida, de Virgilio, La Divina Comedia, de Dante… Un gran drama humano se despliega en las páginas de esas grandesobras.

Camino a la ventura. Monologo

sobre un dolor de siglos que ahora es mío.

El silencio interrogo;

y grabando mi planta en el vacío

de la noche callada,

en torno de las cosas espacío

la inquisición febril de una mirada.

¿En cuál de estos cristales fue que un día

el pájaro siniestro

sacudió sin calmar su ala sombría,

enseñándole al lóbrego maestro

del canto y del dolor

un dolor infinito en la elegía

del monótono y lento Never More?

El poeta va abstraído, reflexionando, interrogando cada objeto que aparece ante sus ojos escrutadores. El silencio, la noche, la soledad, las ventanas acristaladas, la luz mortecina,le inducena evocar la escena de El cuervo de Poe. El poeta Henríquez hace una proyección, y “ve”, o imagina, aquellos ventanales en torno a los cuales ronda la agorera ave que en una noche como esa se le apareció al personaje en cuestión, el propio Poe, según asume Henríquez, con el –a posteriori–beneplácito nuestro.

Observemos cómo el poeta describe al pájaro, fijémonos en los dos adjetivos que emplea. Al pájaro lo califica como siniestro, y de su ala dice que es sombría. El adjetivo siniestro es sinónimo de avieso (torcido, mal inclinado) y mal intencionado. También infeliz, funesto o aciago. Cada uno de esos adjetivos remite a un significado negativo. Y en cuanto al ala (“sombría”), recordemos que sombría deriva de sombra, y la sombra está asociada con lo oscuro, pero también tiene otras connotaciones: lo sombrío u oscuro se relaciona, por un lado, con lo perverso y, por el otro,con el misterio, especialmente con el mundo de los muertos o de ultratumba. Pero hay algo más:cuando nuestro bardo se refiere al autor de El cuervo como “lóbrego maestro del canto y del dolor, un dolor infinito en la elegía”, está haciendo esa asociación entre ave y poeta, puesto que lóbrego significa oscuro, sombrío. Así se da un paralelismo entre el pájaro oscuro, siniestro, ave de mal agüero, y el célebre poeta, que compone cantos y elegías tristísimos, como el mismo poema El cuervo, cuyo significado está profusamente vinculado con el tema de la muerte (la muerte de Leonor). Y bien sabemos que toda la escritura de Poe está profundamente vinculada al terror, al misterio y a la muerte.

Edgar Allan Poe.
Edgar Allan Poe.

Tan sumido en sus figuraciones va el poeta, que al ver caer una hoja seca de una rama no ve lo que realmente es (la hoja), sino que figura la imagen de un ala rota “de un agorero pájaro difunto”. Es decir, ve la imagen del funesto cuervo “poeniano”:

Subitáneo celaje

pone a mi inquisición tétrico punto:

es la última hoja de un follaje.

El otoño la azota;

y simula, cayendo, el ala rota

de un agorero pájaro difunto.

Llama la atención que el poeta hable de la caída de la última hoja del otoño, lo cual sugiere que aunque el poeta camina por una calle de Santo Domingo, su mente está situada en otra ciudad: la ciudad en que Poe sitúa el escenario de su famoso poema. Dicha ciudad no aparece identificada, se trata de un espacio urbano estadounidense que el autor no nombra. Sólo allí, en las antípodas del trópico, el otoño con su rigurosidad arranca las hojas de los árboles. Aquí, en nuestra exuberante naturaleza, como dijo Salomé Ureña en uno de sus memorables poemas: “descuella perenne encanto primaveral”.

El poeta solitario, acosado por espectros surgidos de su imaginación, siente pavor. Este pavor se agudiza ante las apariencias que a su paso van adquiriendo los objetos. Bien sabemos que el miedo tiene un gran poder imaginativo. Al contemplar la sombra que proyecta un ramo sin hojas sobre un cristal, no ve sino un brazo. Mira hacia delante y le parece ver una legión de figuras que se mueven, son las sombras que proyectan los árboles y las edificaciones del entorno, transformadas por obra de su imaginación.

Monólogo muy quedo,

porque mi propia voz me infunde miedo!

Sobre un cristal vecino

un álamo hace un trazo

con la desnuda sombra de su brazo.

Quiero huir. Mas la anchura del camino

–nublada de otra proyección de trazos–

Trasla congoja de mi planta mueve

el ademán de un escuadrón aleve

de esqueléticos brazos.

El poeta desea salir corriendo, pero el miedo le paraliza los miembros (las piernas). Y es que en ese momento ve una silueta espectral (fantasmal) que se aproxima hacia él con paso ceremonioso. El sonido de esos pasos le suena a “una rima de honda y letal desesperanza llena”. ¿A qué rima se referirá el poeta? Está claro que se refiere al Never More, que es –recordémoslo– frase repetida insistentemente por el cuervo de Poe, y que expresa una desoladora desesperanza, ya que a cada intento de optimismo el pájaro de mal agüero responde con su iterativo “Nunca Más” (“Never More”). Observemos la introducción del adjetivo letal, cuyo uso refuerza el tema de la muerte, que impregna ambos poemas.

Quiero huir. Mas mi planta no se atreve.

Y me detengo. Una espectral figura

nace del fondo de la noche oscura:

crece, avanza, se acerca, se aproxima

a la desolación de mi pavura;

y al transitar, su grave paso suena

cual si fuera el remedo de una rima

de honda y letal desesperanza llena.

Nuestro poeta asume que esa figura fantasmal que se ha cruzado en su camino y cuyos pasos son pesados y graves es el espectro de Poe. Y al asumir tal conjetura se dirige a él a través de un interesante apóstrofe (invocación de un ser real o fantástico, vivo o muerto):

¡Oh sombra! Eres la sombra del insano

poeta peregrino

que invadió la tiniebla de lo arcano,

con un gesto de horror,

al compás de su lento Never More.

La estrofa intensifica la imagen oscura del poeta estadounidense, a quien nuestro poeta se dirige con el apelativo de “sombra” (se comprende esta denominación por tratarse de un fantasma de ultratumba)… Henríquez le atribuye el haber peregrinado por los parajes del misterio (lo arcano) “con un gesto de horror”. Una vez más recordemos que Poe es maestro del cuento de terror, y sus principales relatos están estrechamente vinculados a lo sobrenatural, al misterio y a la muerte.

Y continúa el poeta dominicano dirigiéndose al fantasma del bardo norteamericano. Esta parte de la invocación encierra una solicitud: nuestro poeta pide al estadounidense que lo convierta en heredero de su arte poético. Le solicita su laurel de poeta. ¿A qué se refiere esto? El laurel es símbolo de triunfo. Henríquez desea que aquel poeta le otorgue la destreza con que componía sus muy elaborados versos. Recordemos que el laúd y la lira, instrumentos de cuerdas, son símbolos de la poesía. Decir que alguien tañe con maestría el laúd o la lira, por efecto del poder connotativo del lenguaje, equivale a decir que es un gran poeta. Sin embargo, aunque nuestro bardo anhela para sí ese don extraordinario del poeta de Boston, rechaza el lado siniestro en que se desenvolvieron la vida y la obra del famoso autor, debido a las muchas desgracias que le ocurrieron desde sus primeros meses de vida.

¡Oh sombra! Te adivino:

eres la sombra de un dolor hermano.

Dame el laurel divino

que floreció en la gracia de tu mano,

sin darme la siniestra

copa de vino que escanció tu diestra.

Y así, abstraído en su ensimismamiento, el poeta llega a su morada. La noche ha concluido. Y la extraña aventura que implicó el recorrido se cierra con el último verso, que da cuenta de su llegada al hogar.

Se va la noche. Imperativamente

su pupila entreabre en el oriente

el sol de un nuevo día;

y su lumbre me encuentra todavía

monologando en frente

de una casa vetusta que es la mía!

III.

Aspecto formal

El poema está constituido por siete estrofas en las que se combinan los versos de once y de siete sílabas. Son estrofas irregulares, ya que entre unas y otras varía el número de versos. La rima es consonante y no obedece a un esquema fijo.

Entre los recursos que el autor utiliza están la enumeración, muy prolongada en la primera estrofa, y la repetición. Esta repetición está centrada en la frase Never More, que funciona como un leitmotiv a lo largo del poema. De igual manera, hay un uso continuo del encabalgamiento. Otros recursos son el apóstrofe (“¡Oh, sombra! Te adivino…”);la metáfora (“la siniestra copa de vino que escanció tu diestra”);el hipérbaton (“de honda y letal desesperanza llena”); personificación (“su pupila entreabre en el oriente el sol de un nuevo día”), entre otras.

IV.

Conclusión 

El cuervo alcanzó una resonante popularidad desde el momento mismo en que fue publicado, en el año 1845. Si ya la fama de cuentista que había conquistado su autor le había consagrado como un gran escritor, la repercusión de este poema acabó de consagrarlo. Muchos fueron los poetas de diversas lenguas que hicieron su versión del texto, entre ellos el francés Stéphan Mallarmé y el portugués Fernando Pessoa. También hay varias traducciones al español, entre ellas la que hizo el prestigioso escritor argentino Julio Cortázar. En lo que respecta al poema de Henríquez no se trata de una traducción, sino de un poema distinto pero quederiva directamente de esa fuente. 

Se advierte al leer Never more que Henríquez se propuso recrear la atmósfera sombría y siniestra que está presente en El cuervo. Y lo logra, a nuestro juicio, aunque sin llegar a la intensidad dramática de su modelo. Este y otros poemas de Enrique Henríquez (El avaro, Miserere…) lo consagran como uno de nuestros bardos más importantes de su época, situada entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX.