SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Producto de la imposición de las culturas dominantes durante la época colonial, se desarrollan en el Caribe una amplia variedad de manifestaciones culturales sincréticas muy vigentes en la actualidad y que forman parte fundamental de la cosmovisión de muchas personas oriundas de esta parte del continente Americano.
En el caso de República Dominicana una de estas prácticas culturales es la “salve”. Tradición músico vocal que se deriva del ritual de la Salve Regina; oraciones de la litúrgica católica dedicadas a la Virgen María. A pesar de que no se tiene evidencia concreta de sus orígenes cronológicos, se remonta su aparición en la Baja Edad Media.
La salve dominicana son cantos responsoriales a capela o acompañados de instrumentos de percusión de origen africano. El sincretismo en esta parte de la Isla de Santo Domingo ha dado lugar a una práctica grupal que forma parte fundamental de la adoración en el vudú dominicano.
En los instrumentos destacados en la ejecución están los panderos –a diferencia de otros instrumentos como estos utilizados en otros países de la región, no suele tener platillitos de metal, sino que es de parche de piel de chivo- y el balsié. Los cantos de esta salve criolla son dedicados a luas; que son los espíritus del vudú y metresas; la variante femenina de los luas. Estos cantos suelen ser interpretados en las velaciones de santos, las cuales son fiestas dedicadas a santos patronos y su sincretismo en el vudú dominicano.
Para ilustrar mejor la función de la salve, se puede tomar como ejemplo la devoción a San Miguel Arcángel, cuyo sincretismo en el vudú dominicano es Belié Belcán, el luá al que los vuduístas le encargan los aspectos laborales y económicos. Su día en el santoral católico es el 29 de septiembre
Para ilustrar mejor la función de la salve, se puede tomar como ejemplo la devoción a San Miguel Arcángel, cuyo sincretismo en el vudú dominicano es Belié Belcán, el luá al que los vuduístas le encargan los aspectos laborales y económicos. Su día en el santoral católico es el 29 de septiembre. En esa fecha sus devotos ejecutan y cantan salves en nombre de San Miguel o Belié Belcán, ya que en la lógica del vudú dominicano son lo mismo.
Por otra parte en las velaciones los creyentes suelen pedir favores a los luas y metresas. A cambio del favor suelen prometer una velación, es decir, una fiesta en la cual se canta y se brinda comidas y bebidas.
Resulta importante destacar que la salve es parte central del baquiní; ceremonia de velación de un infante. El difunto se viste de blanco y el féretro se adorna con flores de diferentes colores. Dentro de las creencias populares en parte del Caribe, la muerte de un niño o niña no debe ser razón de tristeza, por eso no se llora, ni se reza. En lugar de ello, en los campos dominicanos se cantan salves acompañadas de tambores y panderos; se decora la casa y los altares con guirnaldas de papel crepé, se brindan comidas y bebidas en abundancia.
La salve en el país representa la manera en que las tradiciones africanas se fusionaron con las europeas y propiciaron manifestaciones culturales que aunque parecen disímiles, no producen ninguna confusión entre sus practicantes. Por el contrario, es parte de los elementos que les colaboran a explicar la vida cotidiana, pero también su relación como individuos y colectivo con el tiempo y el universo.
(*) La autora
Teresa María Guerrero Núñez es licenciada en Mercadotecnia, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Cursó una maestría en Comunicación y Cultura, de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Asimismo, cursó un diplomado en Análisis Estadístico, en la Escuela Nacional de Estadística de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en colaboración con la Universidad de Barcelona y la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
La joven intelectual dominicana colabora con la sección de cultura de Acento.com.do. Sus trabajos son publicados todos los lunes.
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